Después de invertir tanto tiempo en debates identitarios y demás paparruchas impulsadas por quienes quieren imponer su ideología de olla podrida y ocultar tras las banderas los efectos de su catastrófica gestión de lo público, este lunes tocaba hablar de lo importante, que es la economía. De lo que asegura el bienestar y genera riqueza; y lo que deliberadamente suele quedar en un segundo plano en las campañas electorales. Los portavoces de los cinco partidos que han obtenido un mayor porcentaje de voto en las encuestas se han sentado en el Círculo de Bellas Artes para participar en un coloquio -organizado por Vozpópuli- en el que ha quedado claro que existe un bloque de izquierdas, formado por PSOE y Unidos Podemos, que apuesta por el keynesianismo y sus sucedáneos para afrontar la previsible crisis que se le viene encima a Europa; y por uno conservador que defiende una mayor contención en el gasto público, y que encuentra su posición más radical en Vox, que promete impulsar una drástica reducción del tamaño del Estado.
La economía suele ser un tema afilado durante las campañas electorales porque cualquier propuesta que implique una contención del gasto puede ser rebozada en demagogia por los rivales electorales y perjudicar a su impulsor. Por eso, los programas económicos suelen estar plagados de lugares comunes -eliminar duplicidades, despolitizar las Instituciones, incrementar la recaudación fiscal- que a la postre no se materializan en medidas concretas o se desdibujan en la batalla parlamentaria o entre el barro burocrático. Las propuestas suelen ir encaminadas a gastar más e incrementar el cada vez más monstruoso número de leyes, lo cual no parece una fórmula excesivamente inteligente cuando asoma el fantasma de la recesión.
El dilema de las pensiones
En cualquier caso, los impuestos y las pensiones suelen ser dos temas recurrentes y sensibles en los días previos a unos comicios generales. Como cabía esperar, los representantes de PP, PSOE, Unidas Podemos, Ciudadanos y Vox han disertado al respecto y han ofrecido una idea de sus proyectos para los próximos años. En materia de pensiones, Pedro Saura (PSOE) ha hablado de la necesidad de garantizar el poder adquisitivo de sus receptores y de mirar a este problema “con luces largas” y desde el Pacto de Toledo para evitar que el sistema se convierta en un esquema de Ponzi -si es que no lo es ya- y quiebre tarde o temprano. Eso sí, todo ello lo ha expuesto sin ofrecer muchas -o ninguna- pistas sobre la estrategia a seguir.
La economía suele ser un tema afilado durante las campañas electorales porque cualquier propuesta que implique una contención del gasto puede ser rebozada en demagogia por los rivales electorales
El portavoz de Podemos, Nacho González, ha apostado por blindar las pensiones por ley -su actualización al IPC- y de incrementar salarios progresivamente para garantizar que los cotizantes puedan mantener el sistema. Por su parte, Toni Roldán (Ciudadanos) ha defendido la necesidad de reconstruir un mercado laboral totalmente roto y de buscar un “pacto intergeneracional” que sirva para sostener el sistema. Daniel Lacalle (PP) ha apelado a crear las condiciones necesarias para que las empresas aumenten de tamaño y se atraiga inversión extranjera; y por emprender políticas que faciliten la tarea de tener hijos y promuevan una inmigración responsable. El vocal de Vox, Víctor González, ha ido más allá y ha señalado la necesidad de adoptar un sistema mixto que obligaría a los más jóvenes a hacerse planes de pensiones privados para, con el paso de los años, tratar de hacer sostenible un sistema que, según la OCDE, en 2050, a este ritmo, tendrá un ratio de 1,3 cotizantes por cada pensionista.
Impuestos y recaudación
En cuanto a la política fiscal, no ha habido grandes sorpresas. De hecho, el guión de lo que ha formulado cada uno podía haberse escrito antes del debate: el PSOE ha expresado su apuesta por corregir los problemas de fraude; Podemos, por endurecer las condiciones para las grandes empresas, el PP, por rehuir de la 'falacia argentina', que apuesta por subir impuestos cuando se recauda poco, cuando el efecto suele ser el contrario; Ciudadanos, por pedir menos aportación a los mileuristas y a los emprendedores; y Vox, por bajar el IRPF al 97% de los españoles, premiar a las familias con deducciones por número de hijos y dejar el Impuesto de Sociedades en el 22%.
Como cabía esperar, a tenor del discurso que ha mantenido Ciudadanos durante los últimos años, Toni Roldán ha apelado a despolitizar las instituciones, cosa fundamental en un país en el que las empresas públicas, fundaciones y organismos han sido utilizadas como botín de guerra por los ganadores de las sucesivas elecciones, pero que nadie ha tenido la verdadera voluntad de eliminar. El portavoz de Podemos ha hablado de sus planes para crear un "new deal verde y morado" para modernizar el país y hacerle más igualitario y ecológico. Y Pedro Saura, de eliminar los aspectos “más lesivos” de la reforma laboral de Rajoy. ¿Cuáles? Buena pregunta.
Todos han coincidido en que es necesario transformar la economía y mejorar el mercado laboral, pero han hablado muy poco de innovación y educación; y han dado muy pocas pistas sobre cómo cuadrar las cuentas con las drásticas bajadas y previsibles subidas de la recaudación que implicaría su aplicación. Pero es lo que tienen las campañas electorales, que se convierten en un baile de cifras y propuestas que, en muchas ocasiones, no vienen respaldadas por la teoría económica, sino que se justifican en la necesidad de ganar votos. Eso impide, entre otras cosas, que se digan las verdades del barquero sobre las pensiones, la deuda o el mercado laboral, pues arrojar dinamita sobre los caladeros de votos no es excesivamente rentable para quienes tratan de convencer a los indecisos más desinformados.
Todos han coincidido en que es necesario transformar la economía y mejorar el mercado laboral, pero han hablado muy poco de innovación y educación
Decía Lacalle que, en economía, no hay que caer en la autocomplacencia y dejarse llevar por errores como se cometieron en los años previos a la Gran Recesión. También incidía en la necesidad de potenciar el ahorro en estos tiempos complejos, en los que la marejada podría dar lugar en los próximos meses a una tempestad. El problema es que pertenece a un partido que prometió bajar impuestos y fue duramente criticado por hacer lo contrario. Si a los vaivenes de los gobernantes con la política económica y al hecho de que han sido incapaces de resolver los más graves problemas estructurales se suma el hecho de que el tacticismo parlamentario impide alcanzar pactos de Estado desde hace unos cuantos años, conviene mostrar, como poco, cierta incredulidad ante el discurso de estos políticos.
En cualquier caso, hablar de economía siempre es un buen ejercicio entre tanta ocurrencia y tanto mcguffin de campaña.