Opinión

El negocio de los antígenos

Cuando más hemos necesitado hacernos los famosos test de antígenos, es decir en estas fiestas navideñas para saber si estábamos contagiados y evitar problemas ulteriores a nuestros próximos y familiares,

  • Un hombre con un test de antígenos. -

Cuando más hemos necesitado hacernos los famosos test de antígenos, es decir en estas fiestas navideñas para saber si estábamos contagiados y evitar problemas ulteriores a nuestros próximos y familiares, es cuando más caros los hemos podido conseguir, en caso de lograrlo. De cinco euros los más baratos hasta diez y 12 en determinados casos. Unos cuantos, no sabemos bien quiénes, han hecho su agosto en este mes de diciembre mientras que el Gobierno, que para otras cosas se inmiscuye sin consideración, ha dejado al libre albedrío de cada farmacia el poner el precio a su aire.

Lo que el Gobierno parece no tener en cuenta que tardando tanto en regular el precio lo que ha conseguido es que haya muchas personas que hayan desestimado hacerse el test, contagiándose y repercutiendo en el sistema saturado o colapsado. Parece que esta lógica cadena de lo que supone el funcionamiento del virus aún no se ha entendido. Es más, pese a que la EMA y la OMS aún dicen que es pronto para hablar de “gripalización” de la pandemia ya empieza a sonar esta canción.

Hemos pasado días de sentir vergüenza ajena, de ver cómo nuestros vecinos no sólo podían comprar los antígenos en los supermercados, como en Portugal, por poco más de dos euros, sino que en otros países cercanos los tenían gratis, mientras aquí se estaba haciendo negocio con el drama, con el miedo o con la angustia. No es de ahora, al inicio de la pandemia ya se negoció con las mascarillas. Primero, no eran necesarias –la realidad es que no habían- y jamás fueron gratuitas cuando realmente hay una parte de la población que lo hubiese necesitado.

Pero lo de infectar e infectarse sigue siendo cuestión de clases. El Gobierno de coalición, el más de izquierdas de la historia de España queda en pésimo lugar cuando se convierte en el país de la Unión Europea con los test de antígenos más caros. En Alemania cuestan una media de 1,75 euros y en Francia 1,95 euros. Es decir, con los sueldos congelados, con los precios por las nubes con una inflación del 6,7%, cuando no nos tiembla el pulso para hacer restricciones, este Ejecutivo tarda meses en regular el precio de un test clave para controlar el virus.

Por momentos parece que estamos más cerca del colapso de hace dos años que de empezar el camino para salir de esta pesadilla

Ahora quieren correr con hacer de la pandemia una gripe mientras encima de la mesa tenemos 247 muertos en las últimas 24 horas, los ambulatorios saturados porque los médicos están enfrascados en trámites burocráticos de bajas y altas, cuando nunca habíamos tenidos tantos contagios. En fin, que por momentos parece que estamos más cerca del colapso de hace dos años que de empezar el camino para salir de esta pesadilla.

En dos años se debería haber reforzado la atención primaria y la atención hospitalaria, pero no se ha conseguido. España se empobrece, lideramos las cifras de paro en Europa, lideramos el ranking de los salarios más bajos, pero también estamos a la cabeza de los que más pagamos en artículos de primera necesidad en estos momentos tan terribles. Sólo en dos comunidades autónomas que me conste, en Galicia y en Madrid, se han dispensado test de antígenos gratuitos. En Galicia se han establecido más de 30 puntos en zonas estratégicas, como en el acceso a medios de transporte, para poderse hacer el test de manera gratuita. Ambas son del PP. No es por defender ni a un partido ni a otro, pero tener los antígenos por las nubes parece que va a ser la traca final de la gestión de esta pandemia por parte de un gobierno de izquierdas y 'progresista'. Esta situación sanitaria, aún por superar, ha supuesto para algunos el negocio del siglo.

El problema de las escuelas

Cabe confiar en que de estos dos próximos años empecemos a tomar nota para aprender algunas lecciones sobre cimentar nuestra estructura sanitaria, tanto en ambulatorios como en hospitales. También sería bueno que dejen de tratarnos como a tontos, porque eso de que las escuelas son seguras es un mantra que quieren que nos creamos y francamente ya basta. En las escuelas los profesionales trabajan con el máximo rigor pero de ahí a que son seguras, pues en fin, seguras serán tanto como lo son otros centros laborales, o como subirse a un tren porque el virus se encuentra cómodo en las aglomeraciones. Vacúnense y cuídense.  

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