Opinión

Gobernar es ejecutar

A un año del inicio de la pandemia, el medio millón de niños españoles vulnerables que deberían haber recibido ordenadores y tabletas por parte del Estado para poder participar en

  • Alumnos con mascarilla y distancia de seguridad.

A un año del inicio de la pandemia, el medio millón de niños españoles vulnerables que deberían haber recibido ordenadores y tabletas por parte del Estado para poder participar en la educación digital, siguen sin haberlos recibido. La mayoría de ellos recibirá los ordenadores (con suerte) a tan solo tres meses de que acabe el curso. Y algunos tendrán que esperar hasta la segunda quincena de mayo.

La medida se anunció a bombo y platillo el pasado mes de junio. La ministra Celaá hizo un video anunciando que se destinarían 260 millones de euros para comprar ese medio millón de dispositivos electrónicos que les permitieran a esos niños vulnerables no desengancharse de la educación digital. Señaló que el objetivo era que “todo el alumnado tenga el acceso garantizado” a la educación durante la pandemia; una garantía que ha fallado para ese medio millón de niños que reciben los deberes virtuales como buenamente pueden en los móviles de sus padres. Fue también en junio cuando el vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias prometió, también a bombo y platillo, que el gobierno crearía un ‘escudo social’ contra las consecuencias de la pandemia con una ‘especial atención’ a los colectivos más vulnerables. Palabras grandilocuentes que de poco les sirven a esos niños: no hay nada más vulnerable que un niño vulnerable. A pesar de eso, el presidente del Gobierno ha insistido en el Parlamento esta semana, con la habitual desconexión entre su discurso y la realidad, que de la pandemia ‘vamos a salir todos unidos sin dejar a nadie atrás’. Que se lo cuente a esos niños.

El ente público gubernamental que gestiona la compra se ha escudado en que el proyecto es ‘muy complejo’ porque supone ‘coordinar cinco ministerios con 17 comunidades autónomas

Para solucionar el problema al que se enfrentan esos niños vulnerables, el Gobierno no tenía que hacer nada complicado, sino tan solo ejecutar una simple compra pública de ordenadores: el ‘abc’ de la gestión pública. Lo más inaudito es que ese retraso en la disponibilidad de los ordenadores se produce a pesar de que la compra se ha tramitado, según la entidad pública que la gestiona, como ‘una emergencia’. Si en condiciones de emergencia los ordenadores tienen casi un curso de retraso, imagínense lo que hubiese ocurrido si hubiese sido una compra pública ordinaria.

Según los medios, el ente público gubernamental que gestiona la compra se ha escudado en que el proyecto es ‘muy complejo’ porque supone ‘coordinar cinco ministerios con 17 comunidades autónomas, Ceuta y Melilla. Es decir, que les ha resultado complejo lo habitual, porque en un Estado autonómico como es España lo normal es que muchas medidas tengan que coordinarse con las comunidades autónomas. Y la coordinación entre ministerios se presupone hasta en los gobiernos de coalición, como el nuestro.

Los dineros que vienen de Europa

Si coordinar y ejecutar una simple compra pública de ordenadores con 260 millones de euros (184 de los cuales provenían de financiación europea) les ha resultado ‘complejo’, mejor no pararse a pensar en lo que les parecerá la coordinación y ejecución de los 70.000 millones de euros que vienen ahora de Europa para gestionar proyectos, esos sí, realmente complicados. Unos proyectos que igualmente se tendrán que coordinar entre distintos ministerios. Y también con las comunidades autónomas, que tienen la competencia para ejecutarlos en sus ámbitos (educación, medio ambiente, vivienda, agua, aspectos sanitarios, etc.).

La falta de acción del Gobierno con respecto a esta simple compra pública para niños vulnerables contrasta con la enorme actividad de redacción de documentos de estrategia por parte del Gobierno en todos los campos. La proliferación de estrategia es apabullante. En su penúltima comparecencia parlamentaria, Pedro Sánchez anunció nada menos que una docena de ellas: el Plan de Ciberseguridad, el Plan de Choque para la Ciencia y la Innovación, la Estrategia Digital 2025, la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, el Plan de Conectividad y para las Infraestructuras Digitales, el Marco Estratégico Pymes, la Estrategia Española de Ciencia Tecnología e Innovación 2021-2027, la Estrategia de Economía Circular, El Plan Integrado de Ciencia y Clima 2021-2030, el II Plan Nacional de Adaptación al cambio Climático 2021-2030, la Hoja de Ruta del Hidrógeno y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo. El Gobierno se vanagloria de publicar estrategia tras estrategia de complejos planes multianuales de cientos de páginas. Pero luego son incapaces de ejecutar a tiempo una triste compra pública de ordenadores para los niños más vulnerables.

Gobernar no es solo redactar, ni anunciar, ni publicitar. Es ejecutar. Y ejecutar a tiempo. Todos (incluidos los más vulnerables) iríamos mucho mejor si en vez de dedicarse a redactar complejas y grandilocuentes estrategias, que ya sabemos todos que no se van a cumplir, los ministros pasasen más tiempo a pie de calle asegurando la ejecución de medidas simples, cuyo cumplimiento debería ser inmediato.

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