La denominación de fase 0,5 que se ha estrenado en el País Vasco esta semana, y que parte de una gracieta en las redes, es una gran metáfora de lo que viven estos días todos los ciudadanos confinados en esta comunidad. Desde que hace seis días los vascos ‘avanzamos’ a esta semi libertad condicional, las dudas, las preguntas y las chapuzas se suceden entre sospechas y oscurantismo administrativo. Por resumir la situación hay cuatro ámbitos en los que nada cuadra: sanidad, política, seguridad y educación.
En lo sanitario, el oscurantismo del Gobierno central para explicar los criterios que han llevado a ‘aprobar’ a unas provincias y suspender a otras, y las más que serias dudas de que los tres territorios vascos podrían haber pasado al unísono a esta falsa fase I han despertado todas las suspicacias del mundo. El PNV, con unas elecciones a la vuelta de la esquina, no podía permitirse que unas provincias pasasen de fase y otras no. Así que el PSOE, a cambio de apoyar la prolongación del estado de alarma, le habría allanado el camino para dar la imagen de una Euskadi única y unida sin diferencias de gestión en sus tres pequeñas ‘hermanas’.
Eso es lo que creen los malpensados, que son mayoría dentro y fuera de Euskadi. No ha ayudado tampoco a aclararlo que el ministro de Sanidad diga el martes que lo que propulsó al País Vasco fuese su capacidad de detectar casos y aislarlos en 24 horas… y que el miércoles se insinúe que la clave estaba en las restricciones que Urkullu prometió aplicar a los movimientos entre municipios.
Podemos contra Podemos
Todo este galimatías ha provocado alguna escena que, de no ser por su gravedad, sería hilarante. La candidata de Podemos a las muy cercanas elecciones vascas, Maite Gorrotxategi, ha llegado a asegurar -sin rubor- que todo este baile de datos demuestra que el paso de la totalidad de Euskadi a la primera fase respondía a “un arreglo” ya que no se dan “las condiciones” pertinentes. Es decir, que la candidata de Podemos cree que el Gobierno en el que está Podemos ha beneficiado al PNV por su apoyo.
Y el PSE, que se la tenía guardada a ‘su lehendakari’ por las críticas de éste a Pedro Sánchez, tampoco perdió comba y salió a criticar la improvisación del lehendakari y su equipo y la terrible confusión que generaron en la población. Pero bueno, históricamente el PNV y el PSOE son socios con derecho a hacerse rozaduras.
Los datos de la pandemia
"Dado que la tendencia de la epidemia sigue siendo positiva, los datos ofrecidos seguirán adaptándose a las circunstancias, por lo que en los próximos días el boletín podrá experimentarse cambios, de los que se irán informando de forma oportuna". Esta explicación ha servido para que el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) haya borrado de un plumazo un sinfín de datos en su informe diario sobre la evolución del coronavirus. No queda ni rastro de la situación de los hospitales y clínicas privadas, de los casos positivos por municipios ni de la incidencia por zonas de salud. Así se acaba de una vez por todas con las dudas de si todos merecían estar o no estar en la fase I. La gran Euskadi nacionalista no entiende de fronteras internas. El centralismo, si es vasco, es bueno. Menos mal que el revuelo montado les haya hecho rectificar y desde ayer estén obligados a mostrar estas cifras.
Pero estos datos no fueron los únicos en desaparecer. A principios de esta semana, la información sobre el R0 desglosada por provincias también se esfumó. El indicador que muestra los casos derivados de un contagio y determina si la pandemia está creciendo o remitiendo dejó de ofrecerse. Este maldito virus también ataca a la obligada transparencia informativa.
Depende de cada policía
Esto que han dado en denominar cogobernanza lo que ha dejado es una comunidad desgobernada. En el ámbito de la seguridad y las medidas de protección, el esperpento vivido esta semana en Euskadi ha sido descomunal. El BOE decía que en la fase I se permitían ciertas acciones: paseos, reuniones de hasta diez personas, visitas familiares, cambiar de municipio… Pero el BOPV, el boletín oficial vasco, decía otras diferentes en la publicación con nocturnidad del decreto que regula esta fase I peculiar vasca. Por si fuera poco, la consejera de Seguridad vasca lanzó otra serie de prohibiciones en Radio Euskadi que restringían aún más las publicadas. Y entonces se ha armado el lío.
Los diferentes policías de Euskadi no han sabido durante gran parte de la semana a qué atenerse, hasta el punto de que se han tenido que reunir y unificar criterios porque cada cual actuaba de forma distinta, y los juristas decían que unas declaraciones en la radio pública no eran sustento legal suficiente. Desde luego, han demostrado poco conocimiento de que lo que dice un consejero nacionalista en Radio Euskadi adquiere de inmediato y como poco el rango de ley. Con todo este jaleo, los hosteleros ya no sabían si podían abrir las terrazas o dejar que se sentasen hasta diez personas… Lo han acabado entendiendo con unas cuantas amonestaciones.
La Educación, cabreada y perdida
Pero si la política, la seguridad, los datos sanitarios y las medidas de reactivación del comercio han sido un sindiós, lo de la vuelta a las aulas toma ya tintes dramáticos. En cinco días hemos pasado por todas las fases. Que todos los alumnos adolescentes volvían este próximo 18; que no, que todos no, que la decisión será de cada colegio; que no, que los colegios no pueden decidir, que depende de Madrid (preparando así el chivo expiatorio de siempre); y, finalmente, al menos hasta que escribo estas líneas, que si eso ya vuelven el 25. Los padres, bien, gracias.
Ya sabíamos que Urkullu goza de ‘mala salud’ en su Gobierno. Pero de ahí a este enredo… Aceptamos que la incertidumbre es la guía que conduce ahora a todas las administraciones. Nadie sabe qué nos depara el futuro ni cómo va a cambiar la situación del maldito virus. Pero si a esa incertidumbre le quieres añadir un hecho diferencial, como se hace con todo lo que afecta al País Vasco, pues lo que se logra es un bodrio en el que ni los hosteleros, ni los comerciantes, ni los estudiantes, ni los padres, ni los profesores, ni la propia policía sabe a qué carajo atenerse. No digamos ya el resto de la ciudadanía.