Opinión

Impuesto a los bancos para contentar a la 'parroquia'

Este gobierno, que aplica ideología y no sensatez económica, se limita a subir impuestos sin que les importe el daño a la inversión o sus efectos negativos sobre la actividad económica

  • Pedro Sánchez y Nadia Calviño

Hemos visto estos días pasados en los medios lo que parece un globo sonda del Gobierno sobre cómo podría concretarse el anunciado impuesto a los supuestos beneficios extraordinarios de los bancos españoles por los mayores tipos de interés. Como es probable que, efectivamente, lo sea no voy a privarles de mi opinión.

Se dice que tal impuesto consistirá en un porcentaje (se menciona el 5%) sobre el margen de intereses y las comisiones bancarias.

Para empezar, que algo que se anuncia y se “vende” al electorado potencial como un impuesto a los “beneficios extraordinarios” acabe en una tasa sobre los ingresos ordinarios (que no son beneficios, porque no se han descontado los costes), resulta realmente curioso. Indica que en el Gobierno no deben considerar muy elevada la cultura financiera ni fiscal de sus votantes, sino que esperan que éstos acepten la narrativa gubernamental acríticamente. Como la realidad indica que no hay beneficios extraordinarios (como ya dijimos en otro artículo), el gobierno opta por lo más fácil, aunque resulte realmente burdo, grotesco y tenga consecuencias negativas.

Todo ello con independencia de que un alza de tipos (aún en niveles muy bajos) tenga realmente poco que ver (más bien nada) con la generación extraordinaria de beneficios

En un ejemplo que se suele citar a veces, Italia ha establecido recientemente un impuesto sobre beneficios extraordinarios de las eléctricas. Pero, al menos se han tomado la molestia de hacer algo que simula un cálculo de aquellos (tributa el incremento semestral sobre un año antes). Aquí ni eso. Y todo ello con independencia de que un alza de tipos (aún en niveles muy bajos) tenga realmente poco que ver (más bien nada) con la generación extraordinaria de beneficios.

El BCE, responsable de la supervisión bancaria, no puede quedarse impasible ante una estupidez como esta. Porque discrimina a los bancos españoles frente a los europeos (e incluso entre ellos mismos, porque no afectaría a los pequeños). Y, sobre todo, porque dificulta a las entidades la generación de excedentes cuando la probabilidad de que nos encaminemos a una recesión es creciente. Así que ese impuesto atenta contra la capacidad de dotar provisiones y contra la solvencia de las entidades financieras.

Sin duda, Andrea Enria, supervisor jefe del BCE, se habrá quedado pasmado cuando nuestro gobernador, De Cos, le haya dicho que se enteró de todo esto por los medios, como parece. Por cierto, que si alguien sabe realmente sobre la existencia o no de Bºs extraordinarios y puede calcularlos en un ámbito muy concreto y limitado (la operatoria bancaria con el propio BCE) es precisamente el supervisor, no un Estado ávido de recursos para gastar.

Ese es el otro gran motivo del impuesto, junto a la búsqueda del voto populista: repartir nuevas subvenciones que también les den votos

Porque ese es el otro gran motivo del impuesto, junto a la búsqueda del voto populista: repartir nuevas subvenciones que también les den votos. Un gobierno sensato procuraría compensar los desembolsos de la crisis ahorrando en gasto público innecesario para luchar contra el incontenible déficit estructural y la montaña de deuda que hemos amasado. Pero este gobierno, que aplica ideología y no sensatez económica, se limita a subir impuestos sin que les importe el daño a la inversión o sus efectos negativos sobre la actividad económica, máxime cuando puede venir una recesión.

Por otra parte, un impuesto que realmente versara sobre los beneficios sería más difícil de trasladar a la clientela. Pero, como hay pérdidas fiscales pendientes de compensar en los bancos como consecuencia de la última crisis, el gobierno elige una figura, como la tasa sobre ingresos. Que va a ser más fácilmente trasladable al cliente (o a proveedores o empleados), tanto más sencillo cuanto menor poder de negociación tenga éstos. Es decir, siempre pagan la “fiesta ideológica” los mismos. Una ministra habla de que prohibirán esa repercusión a la clientela. Pero decir eso no pasa de deseo. El IVA, que no es muy diferente de lo que se pretende imponer, se repercute. Y, en el negocio bancario, las tarifas y márgenes son libres. No vivimos en Cuba ni en Venezuela (aunque a algunos les gustaría) y, como decíamos antes, además el BCE vigila porque es el supervisor.

Otro aspecto relevante es el legal. Porque gravar líneas intermedias de la cuenta de resultados de una empresa, cuando ya está gravado el beneficio, suena como algo realmente extraño. Sin duda, las asociaciones bancarias, la AEB y la CECA, estudiarán presentar recursos.

Hay analistas que ponen el énfasis en que una medida como esta va a provocar menor crédito en el sistema bancario. Así es, aunque aún resulta más negativa la profunda incomodidad que desata en los inversores, tanto españoles como extranjeros, una iniciativa poco respetuosa con la seguridad jurídica y propia de un país bananero. Que solo se le puede ocurrir a un gobierno que manifiesta, a menudo, cierta ignorancia de sus miembros. Incluso de alguno que parecía más listo que otros…

Veremos qué dicen esos teóricos si al final ese impuesto no es ni sobre beneficios ni sobre extraordinarios, sino que acaba en una tasa sobre ingresos y además ordinarios…

Algunos simpatizantes socialistas relativamente sensatos, decían estos días atrás que un impuesto a los beneficios realmente extraordinarios está perfectamente justificado en la literatura económica, como así es. Y que las empresas no deberían temer porque, si no hay esos beneficios extras, no habrá tributación. Pero predicar una teoría correcta frente a una realidad chapucera como la de este gobierno no parece nada adecuado. Veremos qué dicen esos teóricos si al final ese impuesto no es ni sobre beneficios ni sobre extraordinarios, sino que acaba en una tasa sobre ingresos y además ordinarios…

En fin, esperemos que tengan razón algunos observadores que opinan que estos nuevos impuestos quizás no llegarán a publicarse en el BOE nunca o, si lo hacen resultarán ser la mitad de la mitad de lo que se anuncia. Algo que ya ha ocurrido con otras grandes medidas demagógicas de estos populistas. Y la inflación/recesión acechando…

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