La fecha de las elecciones generales, un domingo aún por determinar a finales de 2023, se aproxima inexorable y Pedro Sánchez lo ve engrandecerse paulatinamente en el horizonte mientras todas las encuestas, salvo las salvas de propaganda de Tezanos a cargo del contribuyente, le vaticinan una sonada derrota. De forma insistente, las predicciones demoscópicas auguran como ganador al Partido Popular con un número suficiente de escaños que le permitirá gobernar con el apoyo del tercer clasificado o quizá en solitario si su cosecha de votos le facilita equilibrios parlamentarios que le garanticen una razonable estabilidad.
Un análisis somero de la realidad política, económica y social española indica que la supervivencia de Sánchez es prácticamente imposible porque los factores en su contra son muy superiores a los que pudiera tener a favor. Para poder alcanzar y mantener su poder, el actual inquilino de La Moncloa ha realizado tales contorsiones, ha pegado tantos volantazos, ha mentido tan frecuentemente y con un descaro tan supino que, salvo los votantes socialistas automáticos impermeables a los hechos, pocos ciudadanos de nuestro atribulado país pueden otorgarle su confianza. Sus apoyos separatistas y bolivarianos, por su parte, no apuntan tampoco al alza. Nacionalistas catalanes y vascos simplemente se mantienen y la extrema izquierda y sus diversas tribus cotizan a la baja porque Podemos ha decepcionado profundamente a sus bases sociales y la relamida nueva líder de este heterogéneo sector no acaba de cuajar un proyecto consistente. Su renuncia a presentar su inédita marca a las autonómicas y municipales de mayo denota una inseguridad y una precariedad que se reflejarán sin duda en un pobre resultado en las generales.
La situación actual guarda visibles paralelismos con la vivida tras la crisis financiera global de 2008 que liquidó a Zapatero en los comicios de 2011
En cuanto al grado de satisfacción de la gente respecto a sus condiciones de vida, el panorama a corto plazo se presenta, por desgracia, oscuro tirando a negro. La guerra de Ucrania se vaticina larga, la inflación no tiene visos de remitir, el empleo se está resintiendo, la bolsa desfallece y cada día un número mayor de familias se debaten en la escasez cuando no en la desesperación. Este clima de tenso descontento colectivo tendrá de manera inevitable su reflejo en las urnas y no precisamente para apuntalar al Gobierno. La situación actual guarda visibles paralelismos con la vivida tras la crisis financiera global de 2008 que liquidó a Zapatero en los comicios de 2011. La diferencia entre los dos escenarios estriba en que entonces todo el descontento respecto al Gobierno sólo podía encauzarse hacia unas únicas siglas y hoy se repartirá en dos, lo que le complica la maniobra a Feijóo, muy reacio a un Ejecutivo de coalición con Vox que le impediría ubicarse cómodamente en el espacio de eclecticismo centrista propio de su biografía y de su idiosincrasia celta. Vox, por su parte, ha de andar con cuidado si quiere ser una pieza decisiva tras la previsible caída de Sánchez. Su electorado, fuertemente ideologizado y de firmes convicciones, parece muy sólido, pero si la cúpula del partido conservador persiste en estrategias de comunicación equivocadas y en perderse en líos internos, sus fieles pueden al final refugiarse en la opción que consideren segura para dejar atrás la pesadilla que ahora nos consume y repetir lo sucedido en Andalucía.
Podría hacer como Zapatero y ponerse al servicio del lado oscuro a cambio de sustanciosos emolumentos. Esta es una posibilidad no descartable
La pregunta que emerge en este contexto es cuál será la salida que Pedro Sánchez debe estar preparando a su eventual fracaso en las elecciones de 2023. Se ha hablado de un destino internacional de primer nivel, la Secretaria General de la OTAN, la presidencia del Consejo Europeo y puestos de relumbrón semejantes. Sin embargo, no es probable que sus colegas de los veintiséis restantes Estados Miembros de la UE y no digamos la Casa Blanca le consideren un candidato idóneo para tales altos menesteres. Le conocen bien porque le han tratado a menudo en reuniones y foros diversos y seguramente le tienen tomada la medida. Un tipo capaz de gobernar con los enemigos declarados del orden constitucional en virtud del cual ejerce su mandato a la vez que pone en peligro la supervivencia de la Nación que le ha sido confiada con tal de disfrutar de la púrpura, no ha de resultar muy fiable a los ojos de los que tendrían que asignarle los privilegiados empleos con los que sueña. También podría hacer como ZP y ponerse al servicio del lado oscuro a cambio de sustanciosos emolumentos. Esta es una posibilidad no descartable porque si el maléfico Bambi ha demostrado carecer por completo de escrúpulos morales a la hora de buscarse un opulento pasar, el nivel ético de Sánchez ha probado ser incluso inferior al requerido para ser el lacayo de un narcodictador de la peor especie y por tanto en este aspecto se pueden esperar de él ignominias aún más abyectas -para tener a la siniestra Bildu como aliado preferente se necesita estómago- que las que ya ha cometido hasta el momento.
Sensatez, honradez, patriotismo
Hay personajes tóxicos que envilecen y destrozan todo lo que tocan y la democracia, el menos malo de los sistemas políticos, en ocasiones los encumbra hasta oficios públicos en los que su capacidad de causar estropicios se multiplica peligrosamente. Abriguemos, pues, la esperanza de que, sea cual sea el porvenir de Pedro Sánchez una vez deje de presidir el Gobierno de España, lo aleje el máximo posible de nuestros asuntos patrios. Durante los años en los que ha manejado las palancas del Estado ha impulsado un deterioro tan enorme de nuestras instituciones, nuestra unidad nacional, nuestra solvencia financiera, nuestra seguridad y nuestro prestigio fuera de nuestras fronteras, que la Providencia sería muy cruel si le proporcionase, cuando ya nos hayamos librado de él como gobernante, nuevas herramientas con las que continuar su obra de demolición a mayor escala. Por mal que hayamos hecho las cosas y hayamos merecido un castigo, todo tiene un límite y ya nos toca una etapa, preferentemente larga si no es mucho pedir, de sensatez, honradez, competencia y patriotismo en aquellos que administren nuestro dinero, elaboren, ejecuten y hagan ejecutar nuestras leyes y nos representan ante el mundo.
Alexander
En mi opinión, lo más censurable del periodo de Pedro Sánchez al frente del Gobierno ha sido continuar con el guerracivilismo iniciado por Zapatero, porque socava la convivencia entre los españoles, la permisividad con la inmigración ilegal, y el apoyo a las inicuas leyes surgidas de la ideología LGTBI que están degenerando moralmente al pueblo español. Por otra parte, creo que si Feijóo hubiera estado ocupando el cargo de Presidente del Gobierno desde el año 2.020 no lo habría hecho mucho mejor que Sánchez ante una pandemia global (en la que ni los médicos sabían como debían actuar), ante la erupción del volcán de La Palma, o ante el conflicto militar en Ucrania. Las complicadas relaciones con Marruecos y con Argelia no son achacables al actual Presidente del Gobierno sino que son una constante histórica, por desgracia para España. Los caracteres de Sánchez y de Feijóo son muy distintos pero hay que reconocer que Sánchez le echa mucho valor a todo lo que surja y tiene una gran capacidad de trabajo.
Fran2
Buenos análisis los que hace Vidal. No sé, si lograremos echar con los votos a Sánchez . Pero este, esta más orientado al poder, que también es dinero. Buscará sillón donde sea. Zapatero, se orienta más al dinero. Y ahí está.
Luzmasluz
No se preocupe, don Alejo, por el futuro de Pedro Sánchez... Antes deberá ser expulsado del sillón de la Moncloa... y no va a resultar fácil... Está movilizando todos los recursos del Estado para que jueguen a favor de su partida y partido...esos recursos ya no son pocos, pero utilizados sin escrúpulos de ningún tipo se convierten en "muchos recursos"... Aun así, seguramente, no tendrá suficientes apoyos, porque la sensación que da su Gobierno es de incapacidad y descontrol absolutos... Pero ¡cuidado...!
anas
Buenos días. Como siempre, he gozado de la claridad y maestría del señor Vidal Quadras. Y, sin embargo, echo de menos, en sus comentarios y, en general, en los de comentaristas y líderes políticos, la persecución a Sanchez por su actuación ante Marruecos y Argelia. Dudo que dé el tipo delictivo de nuestro CP referido a la alta traición, pero me parece que merece lo que en buen español se llamaría traición a su patria, tal vez por miedo a que se conozcan los contenidos de su teléfono. ¿Qué tendría allí el muy traidor para llevarnos al precio más caro del gas que hemos soportado?
juanramon2007
No sabemos lo que pasará con "Antonio", lo que sí que sabemos es lo que ha hecho su "compañero de abrazo" que le impedía dormir tranquilo antes de abrazarse: se ha cobijado bajo la protección pagada del que le invitó a la reunión con el futuro reo de sedición y que casi provoca una guerra civil en el estado. Por sus palabras y actos los conoceréis, el pagador ha cumplido su parte, el empleado ya sabemos que estaba mas de parte de sus futuros pagadores que de cumplir fielmente con quienes le pagábamos traicionando la promesa que le nombraba segundo de a bordo del gobierno de España. Antonio escondía urnas a sus propios compañeros. En "La Divina Comedia" Dante reserva lo peor del infierno a los traidores.
NormaDin
Vidal Quadras consigue superarse a sí mismo en eficacia mental y perfecta exposición sobre un arduo problema, el problema Sánchez.