Opinión

Influencers de la justicia social

El objetivo de la industria del Tercer Sector —y especialmente la relacionada con la inmigración— no es ayudar a los pobres, sino llevarse toda nuestra riqueza

Begoña Gómez, este martes, en Caixafórum.
Begoña Gómez el martes en CaixaFórum.

Hará quince años, di un curso en una oenegé desconocida cuya sede estaba en un palacete que sus fundadores tenían en Madrid. En él se diseñaban las obras de caridad que después, y con ayuda del voluntariado, los empleados desarrollaban en los peores barrios de la capital. Durante mucho tiempo habían podido trabajar gracias a las cuotas y donaciones de los afiliados y, sobre todo, a las subvenciones; pero a raíz de que estallara la crisis inmobiliaria, el número de pobres se había multiplicado y muchos grifos se habían cerrado; de modo que los jefes dieron la orden de salir a pedir dinero también a las empresas. A esa tarea ahora se la llama captación de fondos o fundraising.

Enviaban sus dosieres a muchos sitios, pero rara vez llegaban a ser recibidos y nunca conseguían su propósito. Y preocupados por aquel fracaso, nos contrataron para que les enseñáramos a comunicarse con las grandes corporaciones —la presidenta Begoña no ha inventado nada que no estuviera ya inventado—.  Para preparar aquel curso, estudiamos la documentación con la que intentaban abrirse paso en el sector privado, ese en el que no hay políticos amigos del jefe, formularios con instrucciones ni funcionarios infinitos. Descubrí entonces que muchos de los proyectos que presentaban eran meras ocurrencias mal explicadas y peor planificadas; y que quienes las habían ideado y llevado al papel —gente cuyo trabajo consistía en sacarse cosas de la manga para que los pobres dejasen de ser tan pobres— no sabían estructurar la información ni resumir los objetivos de cada propuesta en tres o cuatro puntos. Pretendían sablear a las empresas con dosieres caóticos que podían llegar a tener hasta 50 o 60 páginas —escritas en ese lenguaje vacío y farragoso propio de coachs de medio pelo— que nadie iba a leerse. Pensar en las subvenciones que habían administrado hasta entonces daba vértigo. Y coraje, mucho coraje.

Aquel sindiós comunicativo evidenciaba que ni siquiera tenían claro qué querían hacer con el dinero que estaban pidiendo; tendríamos que enseñarles a utilizar la escritura como herramienta para organizar el pensamiento. Pero para arreglar algo en cualquier organización, ya sea una empresa de software o una protectora de ballenas, primero hay que entender qué está fallando. Así que, para que fueran conscientes del problema, el segundo día de clase troceé uno de los proyectos, repartí una parte a cada grupo y les pedí que subrayaran todo lo que pareciera un objetivo. Aunque en teoría sólo debería haber objetivos en el apartado homónimo, comprobaron que, para su sorpresa, había 23, repartidos a lo largo de 30 interminables páginas.

¿Ha habido algún otro máster que haya recibido tanta publicidad gratuita en medios, webs y redes sociales? ¿Sabríamos todos de la existencia de dicho máster si lo dirigiera una mujer que estuviera casada con un hombre anónimo?

Me acordé de ellos el otro día, cuando el tropiezo de Bego Fundraiser en la presentación de su máster de captación de fondos se hacía viral, mírala que tonta cómo se trabuca. Pero después de ver la intervención completa se me quitaron las ganas de reírme: no sé si es peor la falta de profesionalidad de antaño o la profesionalización que pretende representar doña Pichona. Aunque se nota que la han estado preparando para su evento publicitario, sigue siendo una pésima oradora: “…desde el Pacto para el Futuro, se va a desarrollar una Oficina de la Juventud. ¿Para qué? Para desarrollar el Pacto del Futuro”. Pero, a pesar de sus limitaciones, un espectador atento puede inferir de sus palabras que el Tercer Sector —el tinglado de las oenegés— está aquí para quedarse. Incluso tienen su propia asociación de fundraising, en la que, por supuesto, está anunciado el máster de la Complutense.  ¿Ha habido algún otro máster que haya recibido tanta publicidad gratuita en medios, webs y redes sociales? ¿Sabríamos todos de la existencia de dicho máster si lo dirigiera una mujer que estuviera casada con un hombre anónimo?

Si el objetivo de estas asociaciones fuera acabar con la pobreza, Begoña nos habría hablado de los éxitos conseguidos, de la cantidad de pueblos africanos en los que la gente ya no tiene que emigrar y de las medidas que van a implementar para que ningún mena tenga que echarse al mar para llegar a Europa. Pero el objetivo de la industria del Tercer Sector —y especialmente la relacionada con la inmigración— no es ayudar a los pobres, sino llevarse toda nuestra riqueza. Eso a Begoña, que parece aspirar a un carguito en la ONU tan relajado y bien pagado como el de Bibiana Aído, le importa un pimiento. No ha estado ensayando todo el verano para contarnos la verdad, sino para convencer a sus potenciales alumnos —trabajadores de oenegés— de que ella puede enseñarles a comunicarse con un nuevo nicho de clientes que está sin explotar: los jóvenes.

'Influencers' de la justicia social

Al parecer, sólo hay que salir a Tik Tok para prometer a los chavales que pueden convertirse en influencers de la justicia social. Entonces no sólo se afiliarán a las oenegés, sino que, además, trabajarán gratis como voluntarios mientras quienes mueven los hilos se llevan la pasta. Y quién sabe, con el tiempo algunos jóvenes lleguen a tener algún carguito y forrarse ellos también. Lo mismo que han hecho siempre los trepas de las nuevas generaciones de los partidos políticos, pero al margen del control del Parlamento.

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  • D
    Dr. Who

    Si consideramos que la "libertad" de consumir drogas en Occidente no tiene nada que ver con la fabricación de las mismas y el negocio delincuencial que conlleva, no entenderemos jamás que la "solidaridad" aquí, financiada y promovida con el dinero de nuestros impuestos para el "import" de gente nacida allí y que debería levantar allí sus paises, produce delito -tráfico de personas-, marginación y delincuencia.
    Como siempre, la mano que mece la cuna radica en Roma y su pléyade de oenegés de buen corazón, que han olvidado que las misiones se hacían en el exterior, aunque ahora hagan negocio en el interior. Para prueba un botón: busquen ACCEM y sus conexiones con la Conferencia Episcopal: 140.000.000 de euros en subvenciones el año 2023. Y hay muchas más: cada orden religiosa monta la suya -v.gr. "Entrepueblos", los jesuitas. Así que tenemos Cáritas de toda la vida más las "startups" buenistas llamando a fajina "todo incluido".

  • M
    Messidor

    Ni onegés ni narices.
    Cualquier organización que pague sueldos es una empresa.
    Si una empresa paga sueldos a algunos de sus empleados y no a otros ("voluntarios") eso se llama explotación.
    Si una empresa recibe dinero público en forma de subvenciones directas o cualquier otra, debe estar obligada a rendir cuentas detalladas a ese público que la financia, es decir, los contribuyentes.
    Pero es mucho, mucho mejor no subvencionar ninguna empresa, salvo en los (raros) casos en que un bien resulta imprescindible para el conjunto de los contribuyentes y su producción no resulta rentable (como los ferrocarriles y otras infraestructuras en distintos periodos históricos).

    Bienvenidas las ONGs altruistas, bienintencionadas y... AUTOFINANCIADAS. De mis impuestos, ni un euro a ninguna.

  • C
    costilladeadan

    Yo no digo que no haya alguna oenegé que ayude de verdad, pero tampoco tengo ninguna duda de que la mayoría se montan para sacar beneficio. La mujer del ministro Planas, por ejemplo, tiene una dedicada a la inmigración, y creo que incluso el propio Ábalos tiene o tuvo alguna otra. Qué casualidad que quienes otorgan los fondos a oenegés, monten oenegés, ¿no?

  • A
    arturo moreno

    Aparte del Juez Peinado, los que han salido perjudicados son los millones de pobres del tercer mundo que no pueden alcanzar a recibir las ayudas subvencionadas de la trama Begoña, porque la mayor parte se queda entre los cientos de mediadores y oenegeros inescrupulosos.

  • V
    vallecas

    Las ONG´s dedican entre el 60 al 80% a sus gastos internos y de funcionamiento.
    La UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina) dedica el 80% de sus ingresos para comprar armas, construir túneles y atender a su personal militar. Con el 20% restante atienden a la población Palestina.

  • V
    vallecas

    Agradezco su explicación, pero todo esto no es nuevo. Que un "experto" te oriente a hacer un simple curriculo te sirve de gran ayuda.
    Lo de Begoña fue un fraude desde sus inicios, desde su diseño. Un negocio que ya apestaba desde su creación.
    Begoña te instruye a pedir "ayudas" que autoriza y firma su marido., Recibir a los empresarios en la Moncloa es una medida de presión imbatible, tan grande como la torpeza al hacerlo.
    Tenemos que dar "gracias a dios" de que Begoña y Pedro son tontos de remate, de haber sido listos se habrán "quedado con todo".

  • J
    Juanmanuelito

    Doña Marisol, este viejales que escribe ya le dedicó en 1987 unos versos a este sucedáneo de democracia que padecemos y que, con el tiempo, está dando lugar a casos como el "caso Begoña". Le invito a visitar el blog "quenoyqueno", refugio de cuatro jubilados, y buscar la entrada:
    ROMANCE A LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA
    Gracias.

  • L
    Lareforma2024

    ¿Cuál es el porcentaje del dinero que recibe cualquier ONG que se gasta en gastos de administración y contratas profesionales? ¿Cuánto queda para el objetivo para el que se recauda?

    Sin pretender desprestigiar a todas las ONG´s, cualquier objetivo es bueno para crear una ONG, incluidos objetivos ilegales, con tal de no estar ligada al gobierno.

    Hay que saber muy bien a quién damos damos nuestro dinero, si es productivamente usado (muy positivo si la causa es justa e inaplazable) o va manos de contratados con el fin de obtenerlo

    Saludos.

  • N
    Norne Gaest

    Cuanto tunante y cuantos engaños hay en la sociedad... De todo se hace negocio, en el peor sentido de la palabra. El político a la cabeza de un gigantesco tinglado parásito, saqueador. Y todavía seguimos (se sigue) votándoles. A ellos y, por añadidura, a lo que se mueve alrededor. Como en el caso de Begoña y su todopoderoso consorte.