Es igual que decirle a los Pujol que se encarguen de la Fiscalía Anticorrupción. Oxímorones que se pagan muy caros, máxime cuando hablamos de una fuerza policial de más de 15.000 agentes, bien armados y con una infiltración separatista muy poderosa que obra con total impunidad, mientras que los Mossos constitucionalistas se ven perseguidos. Ahí tenemos el caso de Imma Alcolea, sin ir más lejos.
Torra acaba de defenestrar al jefe de los Mossos que nombró hace diez meses, Miquel Esquius. Lo hace con la clara intención de reforzar el control político sobre lo que las hojas de ruta golpistas definen como germen del futuro ejército de la república. Es la joya de la corona. De ahí que no tengan el menor reparo en hacer lo que sea con tal de conseguir sus propósitos. En el asunto que nos ocupa, el recién nombrado Eduard Sallent, ha tenido que acceder al cargo por la puerta de atrás. Pasó en un solo día de subcomisario general de Información, cargo de muchísima confianza política, a comisario, para poder acceder a la plaza de comisario en jefe de los Mossos. Meritocracia, el Govern del millors, la Dinamarca del sud y tal.
Más allá de la cacicada, una más de las que se perpetran a diario en la policía autonómica catalana, el factor de gravedad que presenta el nombramiento es la filiación política pública y notoria de Sallent. No se trata de juzgar ideas, que cada uno tendrá las que mejor le acomoden, sino trayectorias. Sallent fue en 1992 secretario general de la poderosa Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya, FNEC, de la que surgieron Oriol Junqueras, Elisenda Paluzie – actual presidenta de la ANC - o Joaquim Forn. En aquellos años tenía un marcadísimo cariz convergente, totalitario, excluyente. El partido de Pujol le prestaba todo tipo de medios para que pudiera plantar cara a la AJEC, Associació de Joves Estudiants de Catalunya, patrocinada, débilmente, pero patrocinada, por el PSC. Uno recuerda ciertas elecciones estudiantiles en la universidad allá por 1986 y lo que decían los jóvenes cachorritos convergentes. Comparando, dejan a Vox como anarquistas.
Los Mossos han pasado de ser la 'policía del poble' a ser considerados por el separatismo, si más no, como sospechosos
Sallent llega al cargo en un momento particularmente delicado. Los Mossos han pasado de ser la policía del poble a raíz de sus actuaciones en el 1-O, a ser considerados por el separatismo, si más no, como sospechosos. A Torra le molestaron extraordinariamente las cargas contra los CDR que se han producido en diferentes ocasiones. A pesar de cesar al jefe de los antidisturbios, Palau no está satisfecho con los que considera “tibios” a la hora de defender la república. La policía autonómica, afortunadamente, se resiste a ser simple comparsa de un grupo organizado que pretende vulnerar el orden constitucional y dar culmen al intento del golpe de estado del 1-O.
Y porque hay muchísimos profesionales en ese cuerpo, nos consta, es muy triste que la Justicia haya apartado a los Mossos de la investigación sobre Laura Borràs, la consellera de los cochazos de lujo, por presuntamente haber amañado contratos, transfiriéndosela a la Benemérita. Su Señoría, la jueza del juzgado de instrucción nueve de Barcelona, no se fía un pelo y hace bien.
En fin, por no alargarnos, podría narrarles en primera persona la rabia, impotencia e incluso las lágrimas que experimentaron policías del cuerpo con esa decisión, policías de verdad, policías que creen en una ley igual para todos. Policías demócratas, imparciales, profesionales como la copa de un pino que han de enfrentarse a diario contra dos adversarios, el delincuente en la calle y el separatista en las comisarías. Policías que ponen el grito en el cielo ante la nueva unidad de escoltas personales de Torra, de reciente creación. Setenta y un agentes, nada menos.
La Stabswache de Hitler empezó solo con 12 hombres. Y no los pagaba el erario público, si entienden lo que quiero decir.