En verano de 2021, el mundo tiene su atención puesta en los Juegos Olímpicos, pero mi atención se dirige a la ola de ideología identitaria que engulle y politiza toda la actualidad, lo cual me lleva a fijarme, finalmente, en los JJOO, que también han sido objeto del exhibicionismo moral olímpico de nuestros políticos woke. Llevo meses preguntándome si algunos tienen montada una curiosa estrategia de clickbait para generar interacción o si tienen la chola hueca, sin un adarme de seso. Tengo el honor de ofrecerles aquí algunos ejemplos de juegos woke (que es el término con el que me refiero a la ideologización de todos contenidos): el caso de la controvertida portada gay que no escandalizó a nadie y el caso de la gimnasta Simone Biles, la mujer que ha deconstruido el concepto de la competición olímpica.
En el próximo número se confirmará por fin que el mono ibérico, conforme a su naturaleza prehistórica, no es capaz de asimilar a Rousseau y lógicamente, no encaja en el sistema
La portada de El País: superplano de dos varones morreándose, con las bocas muy abiertas, en actitud leonina de camadería, es un beso que insinúa el ritual masculino de las nuevas masculinidades. Como es natural, esta portada no ha generado controversia en España, uno de los países más tolerantes con la diversidad sexual. A pesar del patinazo, la gente de izquierdas se ofuscaba en redes por la “reacción” de la derecha, que estaba a esas horas tumbada cara al sol, haciendo gala de la pereza vacacional. No dejará, sin embargo, este medio de reafirmar su esperpento de la bestialidad ibérica, que encarna la derecha. En el próximo número se confirmará por fin que el mono ibérico, conforme a su naturaleza prehistórica, no es capaz de asimilar a Rousseau y lógicamente, no encaja en el sistema. Su presencia es el punto débil de la nueva masculinidad, el punto por el cual se cuela la potencia del capitalismo opresor, de todas las naturalezas opresoras. Está propasándose con su presencia insultante en la superficie de la Tierra.
Como dice Paglia, mejoremos el nivel de vida y no tardará en florecer el individualismo y el darwinismo social, la naturaleza es una tirana despiadada
Hablando del capitalismo, nos decía Errejón que “nuestra sociedad debe dejar de ser aquello a lo que Simone ha dicho basta”. No debemos negar lo obvio, el capitalismo es competitivo porque se adecua a la naturaleza humana en su imperfección. Es el sistema más realista. El capitalismo cree en la permanencia de las imperfecciones de la humanidad pero compite para superarlas. No se regodea en el victimismo. Y como dice Paglia, mejoremos el nivel de vida y no tardará en florecer el individualismo y el darwinismo social, la naturaleza es una tirana despiadada. No sabemos si Errejón está pensando en un sistema marxista o en Disneylandia, pero en nuestra sociedad ya hay leyes para proteger a los más débiles. Otra cosa es querer victimizarlos y aspirar a una sociedad donde estas víctimas sean héroes por el mero hecho de regodearse de su condición.
El juicio del ojo woke es un juicio moralista. Decide lo que hay que ver, lo que hay que pensar y por qué. En cada una de su miradas excluye tanto como incluye. Me preocupa el ojo juicioso de bufones, comentadores o políticos que pretenden encarnar la disidencia a pesar de que llevan la voz cantante en la sociedad y colonizan todos los espacios de comunicación con su discurso mainstream. Hasta en los JJOO escucho a los adalides de la nueva moral imponer las nuevas sensibilidades, nada escapa a los juegos woke.
Patriarcado y capitalismo
Después de años de propaganda ininterrumpida, la intervención en el código genético y el código penal logrará la superación de todas las limitaciones actualmente consideradas inseparables de la naturaleza humana. La desigualdad, nos dicen, tiene que ver con la opresión del sistema capitalista, unido a la opresión del patriarcado. No contemplan que haya contingencias en la vida, que el destino o el azar tengan un papel importante en la trayectoria vital, que haya personas a las que admiramos por su capacidad de superación, que haya mujeres que no quieran ser victimizadas.
Lobotomizar los cerebros, castrar y operar. Y aun así, todos sabemos que la naturaleza humana se seguirá imponiendo. La naturaleza humana es un espectáculo darwiniano de devoradores y devorados que, ya sea en la empresa capitalista o en los Juegos Olímpicos, siempre encuentra un camino para abrirse paso en sus jerarquías naturales. La mente humana se basta y se sobra. Todo modelo de comportamiento sexual, moral o políticamente correcto será siempre subvertido por el fascismo de la naturaleza humana.