Gobernar desgasta, pero desgasta mucho más estar en la oposición. Lo dijo, sentencioso y malévolo, ese zorro de la política llamado Giulio Andreotti. Hablaba con el conocimiento de causa que te da haberse pasado la vida conspirando en los sinuosos pasillos del poder, logrando mantenerse siempre en pie en esa peligrosísima cuerda floja que es la política. En España nuestros próceres se saben muy bien la lección del italiano. Si gobiernas, lo tienes mucho mejor, máxime en una sociedad como la nuestra tan dada a esperar la subvención, el cargo o la influencia del amigote que ocupa un cargo, aunque sea el de concejal de bolsas de pipas. Aquí ni Dios dimite por su propio pie, si me permiten la licencia, al contrario, el pie siempre es el de sus jefes que suelen colocarlo de manera virulenta en las posaderas del interfecto. Una vez se llega a la moqueta, lo suyo es agarrarse a ella con uñas, dientes y dossiers de Villarejo.
Se ha visto con los podemitas. Mucho amenazar con marcharse, con romper el gobierno más estrambótico, absurdo, nefasto y surrealista de nuestra historia, pero ahí los tienen, cada uno en su ministerio y Sánchez en el de todos. En Cataluña pasa más o menos lo mismo. Aunque Turull salga amenazando con que podría romperse el gobierno entre Junts y Esquerra – puede pasar, ciertamente, porque en mi tierra lo imposible se hace realidad a la que te descuidas – uno alberga ciertas dudas al respecto. Los neoconvergentes saben que tú puedes ser presidente exiliado en Waterloo y ordenar que te fabriquen camisetas, Insignias, gorras y hasta ropa interior con la estelada y tu efigie. Pero quien manda de verdad es quien que tiene firma y presupuesto, y ese es Aragonés. Es con él con quien se ve Sánchez y con quien pactaría un tripartito Illa si los de Puigdemont se ponen farrucos y se marchan dando un portazo. Es Aragonés el que ahora entretiene a la parroquia separatista que todavía no se ha desengañado con espectáculos de polichinelas como la mesa de diálogo o la sentencia del 25% del catalán en la enseñanza. Es Aragonés quien ha rizado el rizo de todos los rizos, prometer la independencia fingiendo que trabajas por ésta mientras te limitas a ser presidente de una comunidad autónoma, sin más. Lo mismo que hizo Jordi Pujol.
Irse del gobierno es para Junts peor que no irse. Me explico. Existe una razón fundamental, además de la que decía Andreotti, y es esta: fuera del ejecutivo no existe posibilidad de favorecer a los amigos, familiares, acólitos y pesebristas. El colosal edificio clientelista que la ex Convergencia edificó en estos cuarenta años acabaría por desplomarse totalmente. Y, sin redes clientelares, estarían condenados a desaparecer del todo, a la irrelevancia, al olvido. Serían relevados por Esquerra, sellando su entierro político definitivo. Desengáñense, aquí se vive muy cómodamente gracias a la indignación burocrática de ocho a tres, más pagas dobles y trienios. Ningún partido renunciaría a eso y menos estas gentes de la estelada, que se nutren de adictos bien mantenidos. Que nadie se alarme, pues. Es difícil que dejen el gobierno. Y si, por lo que fuera, lo hicieran, lo que jamás abandonarían serían las plazas que obtuvieron tribunal de amiguetes mediante.
Este es un país donde todo el mundo tiene el culo alquilado y ya se sabe, cuando se está en tamaña tesitura no te sientas cuando quieres.
Lucy
Apreciado Miquel, Le propongo un artículo para demostrar hasta donde hemos llegado. Si la proposición de Colau se hubiera planteado hace diez años, le habrían aconsejado que fuera a un médico. Bien, la última idea de este ayuntamiento es abrir una puerta, tirando varios nichos del cementerio de les corts para hacer una calle peatonal y que los peatones puedan atravesar el cementerio para ir de una calle a otra. Desconozco si dejará que pasen bicicletas y patines. En todas las ciudades, los cementerios son respetados menos en Barcelona. Se me olvidaba, en Montjuïc quiere hacer un paseo y un lugar en el centro para que lleven las cenizas . Le prometo que no és broma.