Carles Puigdemont ha perpetrado contra Pedro Sánchez una, llamémosla así, moción de desconfianza. Lo de menos es que la iniciativa parlamentaria salga adelante si se llega a debatir -no está claro porque PSOE y Sumar quieren tumbarla en la Mesa del Congreso por fraude de ley-, lo de más es que monopolizará el debate político los dos próximos meses porque supone una auténtica bomba de relojería contra la legislatura. Junts per Catalunya ha presentado una Proposición no de ley (PNL) exigiendo al presidente del Gobierno -constitucionalmente la iniciativa es solo suya- someterse a una moción de confianza, la cual, de votarse, allá por febrero, saldría adelante con los 177 votos que suman -se presupone - la propia a Junts (7), el PP (137) y Vox (33).
Hay quien dice ingenuamente que Puigdemont ni siquiera tiene amarrados los votos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal... Ni falta que le hace para causar daño político a su hasta ahora socio. ¿O es que alguien ve al PP y Vox poniendo peros a una iniciativa que evidencia la soledad de Sánchez y que pondría aún más cerca esas ansiadas por la oposición elecciones anticipadas? ¿En serio? Con recurrir Feijóo & Abascal al socorrido "nosotros solo coincidimos en las votaciones"... punto final. ¡Que lo de menos es que salga adelante!, insisto, lo de más es el cambio de mayoría hacia el centro-derecha que barrunta.
Reconozco que no puedo dejar de sospechar que todo es puro humo, fuegos de artificio a los que tan aficionado es Puigdemont, con el único objetivo de conseguir más por su apoyo a los Presupuestos 2025 -foto en Waterloo incluida- y, por encima de todo, dejar en evidencia ante su electorado catalán que los de ERC de Oriol Junqueras son unos piernas y unos vendidos al PSOE y al PSC. Vamos, lo que se llama matar dos pájaros de un tiro: eclipsó a ERC protagonismo en Madrid, ahora que anda de lío congresual morrocotudo, y en Barcelona se lo pongo más difícil, si cabe, para apoyar los presupuestos de la Generalitat de Salvador Illa. Esa política "astuta" de la que alardeaba Artur Mas antes del malhadado procès.
¿Por qué no un simple amago?
Jugda redonda, win-win ganador para Junts sí o sí, pero hay algo que me hace intuir que no estamos ante otra baladronada: ¿Por qué no quedarse en ese tan habitual en él amagar y no dar? ¿Por qué, a la misma hora que Puigdemont hablaba desde Bélgica, Junts ya registraba en el Congreso una iniciativa que iniciado su trámite parlamentario desde este lunes, en el mejor de los casos va a suponer un enfrentamiento con el PSOE por su no tramitaciìn, y en el peor, que se el Congreso deje debatirla, va a retratarle allá por febrero contra Sánchez?... ¿Y si, realmente, como asegura alguien que conoce bien al personaje, Pilar Rahola, Puigdemont no va de farol y ha decidido romper la baraja, dejar al presidente sin presupuesto, y abocado a adelantar elecciones?
Estas mismas preguntas, no les quepa duda, ya se las ha formulado en voz baja un Gobierno que, en la mañana del lunes y tirando del famoso Manual de resistencia de su mentor, se respondía ufano que el jefe del Ejecutivo no va a aceptar el órdago de Puigdemont ni va a presentar cuestión de confianza, exija lo que exija el Congreso; no vaya a ser, añado, que esa mayoría de 177 votos de derecha en ciernes se vuelque más adelante en favor de una, hoy por hoy, inimaginable moción de censura de Alberto Núñez Feijóo, y arruine la estrategia de Pedro Sánchez para quedarse en La Moncloa tres años más.
Feijóo no necesitaría el SÍ de Puigdemont y sus siete diputados en una hipotética moción de censura: le basta con la abstención de Junts y los 172 escaños de PP (137), Vox (33), Unión del Pueblo Navarro (1) y Coalición Canaria (1) sumarían mayoría simple frente a los 171 de PSOE (121), Sumar (26), Podemos (4), Bildu (6), PNV (5), ERC (7), Compromis (1), BNG (1)... Eso, sin contar que el PNV, visto el panorama, se diese la vuelta y apostase también por abstenerse a favor de 'caballo ganador'
Como idea destinada a salir del paso, la del farol de Puigdemont, sirve para empezar una -otra- semana de infarto, pero, a poco que nos adentremos en el proceloso calendario judicial que atenaza al Ejecutivo, y a poco que las negociaciones en España o en Waterloo no vayan por donde Junts quiere, no está tan clara la inocuidad de esa PNL. Me explico: si, a continuación de que el Congreso instara al presidente a presentar moción de confianza, Pedro Sánchez sigue erre que erre en su negativa, estaría poniendo alfrombra roja al relato de un Feijóo lanzado a una moción de censura con el púnico objetivo de convocar elecciones inmediatas para sacar España de la parálisis institucional y política. Menudo regalo.
Malditta la gracia que debe hacerle al líder del PP la sola idea de presentar una iniciativa, hoy por hoy, condenada al fracaso; pero como la legislatura que estamos viviendo puede calificarse de cualquier cosa menos estable, con una sola ley digna de tal nombre aprobada, la de Amnistía, y una reforma fiscal que veremos cómo acaba a finales de este mes y con qué mayoría se aprueba, ¿Quién garantiza que allá por febrero/marzo Feijóo no se vea obligado a presentar esa censura aunque sea para perderla?... o no, que diría con sorna su antecesor, Mariano Rajoy.
Una moción de censura para cuyo triunfo, ojo, Feijóo ya no necesitaría el SÍ de Puigdemont y sus siete diputados en la PNL que insta a Sánchez a una mociòn de confianza: en segunda votación bastaría con la abstención de Junts para lograr una mayoría simple de 172 escaños que suman PP (137), Vox (33), Unión del Pueblo Navarro (1) y Coalición Canaria (1) frente a los 171 del bloque de gobierno; esto es, los de PSOE (121), Sumar (26), Podemos (4), Bildu (6), PNV (5), ERC (7), Compromis (1), BNG (1)... Eso, sin contar que el PNV, vista la descomposición, no se diese la vuelta y apostase por abstenerse a favor de caballo ganador. Una política marca de la casa de Sabin Etxea.
Llegados a este punto, ustedes se dirán: demasiada política-ficción... Sí, ahora ciertamente lo es, pero vete a saber en febrero Aldamas, Abalos, Koldos y Begoñas mediante. Que se lo pregunten al cariacontecido Rajoy en aquella mañana de mayo de 2018, cuando el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, le acababa de comunicar que su partido, un mes después de haberle aprobado el Presupuesto (¡¡¡), iba a dejarle caer en la moción de censura de Sánchez contra él por la condena de la Audiencia Nacional en el caso Gürtel
Y, llegados a este punto, ustedes se dirán: demasiada política-ficción... Sí, ahora lo es, ciertamente, pero vete a saber en febrero Aldamas, Abalos, Koldos y Begoñas mediante. Que se lo pregunten al cariacontecido Rajoy en aquella mañana del 30 de mayo de 2018, cuando el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, le acababa de comunicar que su partido, un mes después de haberle aprobado el Presupuesto (¡¡¡), iba a dejarle caer en la moción de censura de Sánchez contra él por la condena de la Audiencia Nacional en el caso Gürtel. La imagen desconcertante del bolso de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, descansando sobre el escaño de un presidente ausente del Hemiciclo fue la mejor metáfora de la tragedia polpitica que se le avecinaba al PP.
Queda mucho para llegar ese hipotético escenario, Aldama no es aún ese Luis Bárcenas que hizo temblar al PP y es más que probable que, en algún momento hasta la votación de la PNL en febrero, PSOE y Junts lleguen a un acuerdo en presupuestos e inmigración y entonces Pedro Sánchez podrá cantar victoria porque tendrá garantizada legislatura hasta 2027; de hecho, elGobierno está poniendo toda la carne en el asador para que asía sea -lo último su diposición a elevar en dos décimas de PIB, unos 3.000 millones, el techo de gasto de las autonomìas para 2025-.
Pero, cuidado, que el reloj parlamentario que desembocará en un acuerdo presupuestario o en elecciones anticipadas se ha puesto en marcha. Puigdemont ha fijado el terreno político y el calendario, y el presidente del Gobierno lo sabe aunque disimule para no perder la compostura política.