Opinión

El Brexit y los costes de las incertidumbres

Con independencia de cualquier consideración política, no existe ya ninguna duda del importante daño que ha sufrido la economía del Reino Unido como consecuencia del

  • Manifestación contra el brexit en Londres

Con independencia de cualquier consideración política, no existe ya ninguna duda del importante daño que ha sufrido la economía del Reino Unido como consecuencia del Brexit. El Centre for European Research estima que la salida de la UE ha hecho que el Reino Unido tenga un PIB un 5,5% inferior, un 7% menos de comercio de bienes y un 11% menos de inversión extranjera. Por negar, ya ni Nigel Farage niega el desastre (aunque, por supuesto, le echa la culpa a “los políticos”, como si la cosa no fuera con él).

El European Movement UK es una organización británica independiente con más de 20.000 miembros fundada en 1948 por Winston Churchill que defiende una relación estrecha con la Unión Europea y garantizar que los valores, estándares y derechos europeos se respeten en la ley británica. Lo preside Michael Heseltine, el miembro del partido conservador que en 1990 se enfrentó a Margaret Thatcher por el liderazgo “tory”, precipitando la caída de esta. Pues bien, esta organización realizó entre el 15 de mayo y el 22 de agosto una encuesta empresarial que recogiera los efectos económicos del Brexit. Para garantizar la solidez estadística, se propusieron alcanzar un objetivo mínimo de 1.000 respuestas, pero obtuvieron más de 1.800 (el 82,9% de Inglaterra, el 6,3% de Escocia y el 5,9% de Gales, más un 1,3% de Irlanda del Norte y el 3,7% de empresas británicas en la UE). Se ve que las empresas tenían ganas de hablar y de ser escuchadas. La encuesta, que permitía la autodefinición de la actividad, cubrió todos los sectores importantes: agricultura, industria, finanzas, comercio minorista y tecnología.

Un elemento muy destacable de esta encuesta es que las microempresas y los empresarios individuales suponen más de las tres cuartas partes de las respuestas (con el 77,5%;  las empresas con 11 a 50 empleados representaron el 11,4%, con 51 a 100 empleados el 4,2% y con más de 100 empleados el 6,9%). Esto le dota de un valor incalculable para reflejar la situación de las pymes –las que cuentan con menos recursos– a la hora de enfrentarse a un shock como el Brexit.

Los testimonios muestran que algunas empresas ya se han trasladado total o parcialmente a la UE, mientras que otras están “considerando la posibilidad de trasladarse”

Los resultados son abrumadores. En primer lugar, el 93,6% de los encuestados considera que el Brexit les ha afectado de forma negativa (más del 70% de forma “muy negativa”). Apenas el 3,2% considera que les ha beneficiado. Esta sensación se extiende por todos los sectores y regiones geográficas, desde los empresarios individuales hasta las grandes empresas, incluso en Irlanda del Norte (donde en teoría cuentan con un acceso privilegiado a la UE, pero también sufren la incertidumbre y el papeleo adicional necesarios para comerciar con el resto del Reino Unido). Los testimonios muestran que algunas empresas ya se han trasladado total o parcialmente a la UE, mientras que otras están “considerando la posibilidad de trasladarse” o “se lo han recomendado sus clientes y proveedores”. Otras empresas han reducido las horas de trabajo, han despedido personal o incluso han cerrado por completo debido a las barreras creadas por el Brexit.

En segundo lugar, los encuestados señalan que el mayor obstáculo con el que se encuentran es el ingente papeleo necesario para comerciar con la UE. El Brexit, que según decían sus defensores, iba a terminar con el papeleo europeo, lo ha terminado multiplicando de forma exponencial. Más de la mitad de los encuestados (53,8%) considera que el volumen y la complejidad de la documentación necesaria para comerciar con clientes y proveedores en la UE dificulta la gestión de su negocio. Al preguntarles qué medidas podría tomar el gobierno para mejorar la situación de las empresas, un 33% señala de forma genérica que con medidas de apoyo a la importación y exportación pero, del 27,6% que propuso otras soluciones, la mayoría incluye la sugerencia de reincorporarse al mercado único o a la unión aduanera para eliminar los obstáculos comerciales.

En tercer lugar, la escasez de mano de obra, aun no siendo un problema que sufran todas las empresas, ha tenido un gran impacto entre las afectadas. El Brexit aquí ha actuado como multiplicador de los problemas del mercado de trabajo comunes a varios países desarrollados (reduciendo aún más su flexibilidad). El 35% de las empresas consideran un problema la falta de personal en sectores como la ingeniería, la agricultura, la hostelería y las finanzas. Las soluciones propuestas se centran en facilitar la obtención de visados de trabajo para los ciudadanos de la UE sin estatus de asentado. Algunas empresas se quejaron de que muchos europeos de su plantilla habían optado por regresar a sus países de origen al sentirse “no bienvenidos” en el Reino Unido tras el referéndum. Otras han preferido pagar para lograr la que sus empleados se conviertan en ciudadanos británicos.

¿Quién invierte en un país que quiere separarse del mercado único, o en una región que quiere separarse de un país y por tanto perder su condición de Estado miembro?

En cuarto lugar, el 95,5 % piensa que la recuperación del acceso al mercado único de la UE sería beneficiosa para el Reino Unido, y el 92% opina lo mismo de la Unión Aduanera (que, como recordemos, evita la necesidad de los engorrosos certificados de origen). Lo más llamativo es que el 66% de los encuestados cree firmemente que el Reino Unido se terminará reincorporando al Mercado Único y a la unión aduanera  (el 25% de los encuestados lo considera muy probable, y solo el 6,5% excluye esa posibilidad). Qué ironía.

En cualquier caso, conviene recordar algo muy importante: la inmensa mayoría de los estudios (incluidos los del Banco de Inglaterra) sobre el impacto del Brexit consideran que gran parte de los efectos negativo del Brexit comenzaron a producirse directamente desde el anuncio del referéndum de 2016. El motivo es claro: la experiencia demuestra que lo que más daña a una economía es la incertidumbre, la inseguridad jurídica. ¿Quién invierte en un país que quiere separarse del mercado único, o en una región que quiere separarse de un país y por tanto perder su condición de Estado miembro? Y para eso no hace falta esperar a que el desastre ocurra: la mera posibilidad actúa como potente desincentivo. En estos días en los que todo parece negociable más nos valdría tomar buena nota.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli