"No en mi nombre", dice el líder de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, en un tuit en el que lamenta el boicot al minuto de silencio por parte de unos individuos carentes de respeto en el homenaje a las víctimas del atentado yihadista de las Ramblas. Cabe señalar que este zarpazo de una crueldad atroz fue reivindicada por una célula terrorista hispano-marroquí y que una sentencia de la Audiencia Nacional reconoce a 355 víctimas en los atentados perpetrados ese día en Barcelona y Cambrils. La mayoría de los damnificados o sus familias ha recibido las correspondientes indemnizaciones aunque las vidas perdidas no se paguen jamás con dinero, como la de los pequeños de 3 y 7 años, asesinados en aquel episodio bestial.
La arteria más popular de Barcelona, divertida, atrevida y bulliciosa, se detuvo en seco aquella tarde de verano del 17 de agosto. El golpe, la masacre, los gritos de dolor y desesperación marcaron las horas posteriores al atentado en el que Barcelona -desde autoridades, ciudadanos, servicios, fuerzas y cuerpos de seguridad- se detuvo para ayudar a todas las víctimas. Todas. Jamás, tras la salvajada etarra de Hipercor, Barcelona había sufrido un atentado de tal dimensión.
Por supuesto que "no" en el nombre de la mayoría de personas con principios y respetuosas con el dolor ajeno. Que pierdas a tu hijo, a un ser querido y que tengas que oír a gritos "estáis blanqueando a asesinos de vuestros familiares"
"No en mi nombre al boicot" decía Rufián, no en mi nombre, ni en el mío ni en el de la mayoría de independentistas, ni en el de la mayoría de catalanes. Las imágenes de lo sucedido en el homenaje resultan tan vergonzosas que se definen por si solas y dejan en evidencia a cuantos las protagonizan y a quienes aplauden o miran hacia otro lado. Por supuesto que "no" en el nombre de la mayoría de personas con principios y respetuosas con el dolor ajeno. Que pierdas a tu hijo, a un ser querido y que tengas que oír a gritos "estáis blanqueando a asesinos de vuestros familiares" no debe ser fácil de digerir. Más bien resulta vomitivo y responde a lo que interpretan algunos de palabras que ha pronunciado el líder de Junts, Carles Puigdemont desde su mansión de Waterloo, donde sigue fugado: 'No es justo ni humano negar a las víctimas el derecho a saber'.
Por supuesto que no, por supuesto que todos ellos y toda la sociedad debe saber la verdad. Pero defender teorías de la conspiración genera lo que ocurrió en las Ramblas: el boicot al duelo. Sabemos sobradamente que la tierra no es plana pero todavía hay cuatro descerebrados que dicen lo contrario. El problema es que lo que declaran estos tipos que dicen representar a la sociedad, provoca un efecto incendiario en la calle.
Terminados los homenajes, los actos, los políticos se van, pero queda la calle y lo que la calle interpreta de sus palabras, de sus historietas. Las teorías conspiratorias tienen su vía de manifestación adecuada en sede judicial, que ya lo han tenido y han sido rechazadas.
Algunos independentistas se han pasado desde hace años de frenada, y no parecen conscientes de que han perdido el norte. Conviene que los líderes que les representan analicen si quieren una calle incendiada
O Laura Borras no se percató del boicot, cosa que dudo, o su error en saludar a los suyos debería ser subsanado más que con tuits. Si bien ella no representa a los que boicotearon el acto, se representa a sí misma, y como líder de Junts lo que debería es haber exigido a los suyos un poco de respeto a los suyos. "No en mi nombre" nos representa a todos, nadie en sus cabales puede sentir orgullo ante semejante infamia. Algunos independentistas se han pasado desde hace años de frenada, y no parecen conscientes de que han perdido el norte. Conviene que los líderes que los representan analicen si quieren una calle incendiada o personas que desde el respeto defiendan sus ideas. Lo vivido en las Ramblas en este homenaje no me representa, ni como persona, ni como catalana, ni como periodista ni como nada, como en general a todos.
Extender a toda la suciedad catalana lo ocurrido ese día del recuerdo sería injusto. Ha de mirarse exclusivamente a quienes tienen un altavoz permanente: esos políticos que lo instigan sin pausa, con una insistencia miserable. Las pancartas de "España asesina" sobran. Generar odio está de más siempre. Ya sabemos todos las consecuencias del odio.