De haber elecciones el domingo, las ganaría sobradamente Felipe VI. Caso de que se presentara. Las primeras encuestas sobre su presencia en el barro de Paiporta y su actitud en el infierno de la Dana lo encumbran en el liderazgo único de una España harta de su Gobierno, descreída de la oposición y enervada hasta límites coléricos con su presidente, refugiado en Moncloa, rodeado de sus ministros cancerberos, expertos en el ladrido y la dentellada, incapaces para la gestión y el esfuerzo.
Pocas cosas más estúpidas que escuchar los argumentos que emiten a estas horas los cabezas de huevo del Ala Oeste de la Moncloa para exculpar la escenita del gran narciso en la jornada decisiva del domingo y para justificar el largo rosario de errores y el sortilegio de maldades cometidos desde antes incluso del comienzo de la crisis. Una cascada de afrentas a los valencianos, un rosario de decisiones equivocadas. Empezando por la Aemet, tan confiable como el CIS o como un telediario de la 1. Siguiendo por la Confederación Hidrográfica del Júcar (chiscón dependiente de Teresa Ribera, la ministra refugiada en Bruselas) que advirtió de la hecatombe tarde y mal. Luego lo de UME que llegó cuando pudo y a cuentagotas. Han sido siete días en los que el Gobierno se ha afanado en ignorar a los inundados para ahogar a Mazón en una estrategia despiadada, una apuesta más por la bipolarización extrema que por atender las súplicas de los inundados. Margarita Robles mantuvo acuarteladas a sus tropas, cual si fueran su juguete, hasta hace apenas un ratito. Marlaska hizo lo propio con la Policía. Aún no se ha declarado estado de emergencia nacional (ni se hará, hay que escurrir el bulto), no se celebró Consejo de ministros extraordinario, se está a la espera de solicitar las ayudas a la UE, no se han adoptado medidas sanitarias especiales...
Andan ahora en esa liturgia onanista de reescribir el relato. Tan manoseado lo tienen que ha cobrado forma de esas bombachas encharcadas que espantaban a Silvia Plath. Su principal misión consiste en desmerecer la actitud del Rey, en achacarle responsabilidades impensables e inaceptables patinazos
Cierto que el actual Gobierno es una colla de semovientes escasos de formación, huérfanos de luces y eficaces tan sólo en ofrecer una lealtad sumisa al caudillo. Más paletos que esa chica del tiempo y más horteras que los tatús de Sergio Ramos, basta echar un vistazo a la alineación del Gabinete para concluir que no hay otro destino para esta España inoperante y quejumbrosa que el fracaso. Con semejantes piezas resulta imposible diblar al feroz zarpazo porque, como diría Woody Allen, "iba a suicidarme pero tengo tantos problemas que no sería una solución".
Andan atolondrados, buscando camisetas fachas de la división azul entre la gente que rodeó a Sánchez en la plaza de Paiporta, o inventándose conjuras de ultraderecha que sólo existen en los enfebrecidos cerebros de los guionistas de Guayomin. Los predicadores oficialistas fabulan desde los medios escenas que jamás ocurrieron y señalan a responsables de episodios tan inexistentes como una pizquita de humanidad en el entrecejo de la ministra Margarita. Desde la factoría de ficción de la Moncloa se expiden interminables teorías conspiranoicas para acallar las quejas y darle la vuelta al estropicio. Esa liturgia onanista de reescribir el relato. Tan manoseado lo tienen que ha cobrado forma de esa bombachas encharcadas que tanto espantaban a Silvia Plath. Su objetivo prioritario, al margen de sepultar a Mazón, consiste en desmerecer la figura del Rey, en censurarle su arrojo, en calificar de 'irresponsable' su actitud, en cercenar su capacidad de iniciativa y hasta en achacarle inciertas responsabilidades en las tareas de rescate.
Sánchez no eludió la huida, protagonizó un mutis aparatoso, casi en brazos de sus escoltas como una primadona desvaída, haciéndose el malherido por el golpe apócrifo de un palo que jamás le alcanzó. "Me encuentro bien", repetía este miércoles, todo aspavientos, como si hubiera sobrevivido a una herida terrible o alguien le peguntara por su integridad. Ni un reconocimiento de errores, ni un maldito mea culpa.. Ha tenido la mala suerte de que los medios internacionales coincidan en atribuirle el adjetivo de 'cobarde' a su ridícula performance. Los cronistas de fuera, que quizás no siguen a Intxaurrondo, insisten en subrayar la gallardía del Rey, la entereza doliente de la Reina (que ni pasó por la Academia Militar, ni tiene sangre azul) y la razonable ira de un pueblo abandonado.
El ministro del Interior muestra más preocupación en atender otras responsabilidades del cargo, como el dspliegue de efectivos en la Plaza de Castilla cuendo la esposa del presidente va a mostrar su virtuoso mutismo ante el juez Peinado
Los Óscar del Gobierno (López y Puente) propalan a estas horas que el Rey no debió acercarse a la escena del dolor. "Una visita inoportuna", "una iniciativa equivocada que no debió concretarse". En su desacertado análisis incluso le reprochan al Monarca el haber accedido a conversar con quienes se mostraron hostiles con Pedro Sánchez. Es posible que el formato de la visita no fuera el adecuado. Para empezar, Marlaska no acertó en el diseño del operativo para que el paseo discurriera sin incidentes. El ministro del Interior muestra más preocupación en atender otras cuestiones, como el despliegue de efectivos en la Plaza de Castilla cuando la esposa del presidente comparece ante el juez Peinado o cuando se toma al asalto el taller de Nacho Cano para proceder a la detención ilegal del artista. Que el pillaje y las okupaciones se adueñaran de las calles de estos pueblos maltratados no es cuestión que le haya robado ni un minuto de su agenda.
El error del accidentado paseo dominical fue otro. Jamás los Reyes debieron acercarse a este rincón torturado en compañía de semejantes personeros. Sabido es que Sánchez no puede pisar la calle. Tan sólo en Bombay, donde lo reciben con flores porque allí le piensan un cantante melódico italiano. Su obsesiva misantropía roza ya lo paranoide. Pero una vez allí, en medio de la gente, no debió abandonar la escena. Si estás, te quedas. Es una norma elemental. Salvo que corra la sangre y entonces, sí. Te sacan.
Visita en solitario
Funcionarios de la Casa Reeal le sugirieron a don Felipe cancelar el recorrido. El Monarca dijo no. Tres veces. Y apartó el paraguas protector mientras los escoltas del presidente abrían toda suerte de parapetos cual si Trump. Tan sólo aceptó acortar la caminata y aplazar la visita a Chiva. Ya la harán, dicen en Zarzuela. Seguramente, desprovistos de acompañantes incómodos. En solitario, con la gente. "No es por ustedes, no es por ustedes", se excusaba una buena señora ante la lluvia de fango sobre la ilustres cabezas visitantes.
Este martes, finalmente, se celebró el Consejo de ministros tan esperado. Sin prisas, que para estas cosas Sánchez no corre. Sólo lo hace para complacer a Puigdemont y para tomar al asalto el Consejo de RTVE. Los valencianos, que esperen. Compareció disfrazado de rey Mago y anunció una lluvia de miles de millones (como si fueran suyos) para aplacar la rabia razonable de los maltrados. De paso, compromete al PP a aprobarle los presupuestos para que fluyan las ayudas. Un chantaje palmario al que Feijóo no va entrar. Un suponer. Una jugadita más que Moncloa cree magistral pero que se topará con la atrosis descomunal de una administración hipertrofiada y unas directrices improvisadas. Puso como ejemplo la 'cogobernanza' de la pandemia y el refuerzo económico a la Palma cuando el volcán. Al escuchar estos dos casos de chapucera y torpona gestión de daños, es cuando los pobrecitos valencianos se echaron a temblar. Dentro de nada, volverán a gritar. Enterrados en el barro, sí. En el olvido, también. Pero triplemente estafados, hasta ahí!
No quiso el destino depararnos un Churchill pero nos concedió un Felipe VI, poca broma. Lo de aliviarnos del engrupido petimetre de la Moncloa ya corre por nuestra cuenta. De momento, el 18 del presente, Begoña vuelve al banquillo. La Justicia sigue su cauce ajena a las Danas.