Opinión

¿Otegi lendakari?

Me cuesta formular la sola pregunta por las implicaciones morales y políticas que tendría un sí como respuesta: ¿Está hoy más cerca el dia en que Arnaldo Otegi, condenado por

  • El líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegui.

Me cuesta formular la sola pregunta por las implicaciones morales y políticas que tendría un como respuesta: ¿Está hoy más cerca el dia en que Arnaldo Otegi, condenado por secuestrar en nombre de ETA al empresario Luis Abaitua, y absuelto por falta de pruebas en los secuestros de los ex dirigentes del PP Gabriel Cisneros y Javier Rupérez, sea el próximo lendakari del País Vasco de la mano del PSOE? ¿Todo vale para desalojar al PNV de un poder en el que, por cierto, se mantiene desde hace décadas gracias a ese PSOE? ¿No será una distopía, otra más, de esta política deformada por los espejos del callejón del gato que vivimos?

“Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”, hace decir Valle Inclán a su personaje mas famoso, Max Estrella, en Luces de Bohemia. El gallego escribió esa obra magna fue escrita en una época también crepuscular de nuestra historia, los años 20 del siglo XX, cuando se puso de manifiesto el gran problema de éste país: nadie está donde debería estar.

Creo que algo de esto les pasa en el PSE de Eneko Andueza y en el PSOE del navarro Santos Cerdán al mando en Ferraz. El primero acaba de hacer unas declaraciones diciendo que tiempo habrá para comprobar si los pactos municipales con Podemos y Bildu en Irún y Éibar pueden dar lugar a “cosas grandes” (sic); palabras que, a buen seguro, habrán hecho las delicias de ese Cerdán verdadero muñidor en 2019 del pacto PSN, Geroa Bai, Bildu, en Navarra para que gobierne María Chivite, no Navarra Suma, la marca de PP/UPN.

El problema de un planteamiento así es que, para empezar, Navarra no es su vecino. Y Cerdán & Andueza lo saben o deberían. Allí el nacionalismo Vasco es minoritario y lo que se planteó en 2019 es que el PSN, segundo más votado tras Navarra Suma, se hiciera con la Presidencia foral. Pero, en el País Vasco, Bildu (21 diputados) casi dobla al PSE (11)… ¿Alguien cree que un Arnaldo Otegi hoy rehabilitado, un ex terrorista cuya inhabilitación para ejercer cargo público acabó en febrero, va a renunciar a presentarse a las elecciones en 2024? y, sobre todo, ¿Alguien se cree que el líder de Bildu va a renunciar a su sueño de desalojar al PNV para convertir en lendakari al recién llegado Eneko Andueza?.

El ex presidente del Senado Javier Rojo ya ha dejado un ‘aviso a navegantes’ respecto al tripartito para desalojar al PNV al precio de aupar a Bildu: “No en mi nombre”

¡Cómo habrá cambiado el clima en el socialismo vasco para que el ex presidente del Senado, Javier Rojo, que en otras circunstancias habría despachado la pregunta del periodista sobre la Operación Otegi lendakari con una mueca de sorpresa y desdén, haya dejado un escueto y más que significativo: “No en mi nombre”… “por lo que pueda pasar”, le faltó añadir en esa entrevista hace dos semanas en El Correo donde no se molesta en disimular cabreo por las palabras de Andueza.

Y es que, hasta hace unos meses, cuando hablabas del hipotético tripartito, no sólo históricos como Rojo o Ramón Jáuregui, las gentes de Idoia Mendía te lanzaban una sonrisa cómplice en la creencia compartida mutua de que era (¿es?) un imposible; que el partido de los asesinados Enrique Casas, Fernando Múgica, Buesa, Isaías Carrasco, Froilán Elespe, del superviviente Eduardo Madina, ese PSE forjado en la resistencia al tiro en la nuca, en agacharse cada cada mañana a revisar los bajos del coche para evitar la bomba-lapa y en el miedo al cóctel-molotov contra las Casas del Pueblo, como el que quemó viva en la de Portugalete a María Teresa Torrado en 1987, ese partido, insisto, nunca haría lendakari a Otegi.

Porque, así que Pablo Iglesias se tire dos años más en las tertulias y cenáculos de ese Madrid que odia teorizando sobre la necesidad de la unidad de PSE, Bildu y Podemos para desalojar al PNV de las instituciones, la desmemoria tiene un límite; todavía no ha corrido la suficiente agua bajo los puentes para hacer realidad aquella terrible sentencia que lanzó a Patxi López la madre del asesinado policía municipal de Andoain (Guipúzcoa) y militante socialista y de UGT, Joseba Pagazaurtundúa: “Haréis cosas que me helarán la sangre”.

A medida en que se acerquen las elecciones vascas, allá por 2024, si Andueza & Cerdán siguen en sus trece jaleados por Iglesias y Unidas Podemos, el verdadero pagano será un PSOE más que menguante en las últimas citas en las urnas

Bienvenida sea la decisión del mundo abertzale de no llevar a cabo más homenajes a etarras excarcelados, a qué negarlo, pero eso no puede constituirse en un pago previo por nada ni el PSOE así interpretarlo; es una obligación moral con las víctimas de la barbarie. Es un pago moral a los Abaitua, Cisneros y tantos otros que murieron sin conocer un País Vasco y una España en paz.

Juguemos a las distopías: ¿Alguien se imagina una operación así hace cuarenta años, en 1980, con el PSOE de Felipe González -un suponer- aupando a La Moncloa al Santiago Carrillo protagonista de nuestra Guerra Civil para desalojar a Adolfo Suárez? Yo no. Ya sé que los números son completamente diferentes, que no daban porque el PSOE triplicó en 1977 los escaños del PCE, pero aunque la aritmética parlamentaria hubiese sido la inversa, estoy convencido de que no se habría materializado. Demasiada sangre fresca, permítanme la crudeza… igual que ahora.

Es más, tengo la íntima convicción de que, a medida en que se acerquen las elecciones vascas, allá por 2024, si Andueza & Cerdán siguen en sus trece jaleados por Iglesias y Unidas Podemos, el verdadero pagano será un PSOE más que menguante en las últimas citas con las urnas. Y no solo porque el PNV con todo su aparato mediático y empresarial se ponga manos a la obra para impedirlo señalando a los socialistas como Caballo de Troya, sino porque los vascos vivieron hasta hace no tantos años con la imagen deformada de sí mismos que les lanzaban los espejos cóncavos de la violencia en su particular Callejón del Gato. Y eso pesa. Al tiempo.

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