Opinión

País Vasco, una demografía alarmante

El País Vasco se encuentra ya en recesión social, sin recursos para salir de este declive que se viene haciendo crecientemente insostenible.

  • El lehendakari Iñigo Urkullu (d) junto a Andoni Ortuzar

En enero de este año 2023, el Servicio de Estudios Zedarriak, foro social y empresarial vasco, ha publicado un informe sobre la juventud vasca: “Generación Z vasca, protagonistas de la transformación”. El título parece positivo, pero el subtítulo es todo un anticipo de la situación de declive: “Nunca tantos deberemos tanto a tan pocos”. Los “tan pocos” son, precisamente, la juventud vasca, la más reducida que haya conocido el País Vasco. En las dos últimas décadas se ha reducido en más de 100.000 personas. Es un descenso agudo, teniendo en cuenta que el País Vasco apenas tiene 2.180.000 habitantes, prácticamente la misma población que hace 40 años.

Mientras tanto, se ha incrementado el número de personas vascas mayores de 64 años. Por decir sus números, en el año 2002 había 110 jóvenes de 15 a 29 años por cada 100 personas mayores de 64 años. En 2021 se ha pasado a tan sólo 60,5 jóvenes por cada 100 personas mayores de 64 años. Supone un alarmante descenso de jóvenes, cerca del 50% en apenas 20 años.

Para las próximas elecciones municipales y de las Diputaciones Forales del 28 de mayo, el censo electoral vasco se ha reducido en aproximadamente 8.400 personas

Y hoy el 14,5% de la juventud vasca entre 15 y 29 años está formada por jóvenes extranjeros, estimándose que al final de esta década se acercarán al 20%.

Así, la juventud de entre 18 y 29 años representó tan sólo en 12,1% del censo en las últimas elecciones autonómicas vascas de 2020, frente al 29,2% de los mayores de 65 años. Habrá que esperar al censo para las elecciones de 2024, con la certeza de que esa brecha se incrementará. Para las próximas elecciones municipales y de las Diputaciones Forales del 28 de mayo, el censo electoral vasco se ha reducido en aproximadamente 8.400 personas respecto al de hace cuatro años.

La emancipación de la juventud vasca es otro factor que se retrasa respecto a la media de la Unión Europea. En 2021, las personas emancipadas de 18 a 34 años eran el 32,9%, por debajo de la media europea que se sitúa en el 50,6%. La edad media de emancipación vasca -30,2 años en 2019- es casi 5 años superior a la media europea. Y un 25% de las personas de 35 años en el País Vasco continúan residiendo en el hogar paterno.

Y así la tasa de natalidad en el País Vasco se sitúa hoy en 1,28 hijos por cada mujer, muy inferior a la tasa de relevo generacional que es de 2,1 hijos/mujer

Según datos de Eustat (Instituto Vasco de Estadística), en cuanto a la reposición natural de la población, los nacimientos registrados en el País Vasco en 2022, sobre los referidos 2.180.000 habitantes actuales, no llegaron a 14.000. De los cuales un 30% corresponde a nacidos de madres extranjeras. Se trata de unas cifras ínfimas, las más bajas desde que hay registros, en 1976. Si entonces nacían 40.000 hijos al año, el descenso de los recién nacidos vascos es ya del –67%. Se trata de cifras más propias de nuestra postguerra civil que de otra situación. Y así la tasa de natalidad en el País Vasco se sitúa hoy en 1,28 hijos por cada mujer, muy inferior a la tasa de relevo generacional que es de 2,1 hijos/mujer. Con el descenso actual podemos imaginar el desierto demográfico hacia el que se encamina la sociedad vasca.

En 2022, el coste anual de las pensiones en el País Vasco ha superado los 10.000 millones de euros. Y de esa cantidad ya el 45% de las pensiones proceden del conjunto del resto de España

En relación a esa decadencia de la población vasca, y por sus efectos económicos verificables de inmediato, el déficit de pensiones contributivas ha sido en 2022 de más 4.000 millones de euros, duplicando el déficit del año 2013. Así resulta que en la actualidad el País Vasco es responsable del 11% del déficit nacional de España, aunque su población sólo representa el 4,5%. A ello contribuye el hecho de que la población vasca está más envejecida -pues casi el 25% de los ciudadanos vascos tienen 65 años o más de edad-, y que sus pensiones son las más altas del sistema general de la Seguridad Social, con una media actual que supera los 1.900 euros/mes en el caso de pensiones de jubilación. En 2022, el coste anual de las pensiones en el País Vasco ha superado los 10.000 millones de euros. Y de esa cantidad ya el 45% de las pensiones proceden del conjunto del resto de España. Y el porcentaje de ese déficit vasco aumenta cada año que pasa.

Sobre esta situación hace ya meses que la patronal vasca Confebask alertó que “no tenemos personas suficientes para abordar el relevo generacional”. En efecto, son crecientes los sectores económicos vascos en los que no se produce el relevo generacional necesario. Si tenemos en cuenta que en la próxima década se jubilará el 25% de las personas con empleo hoy en el País Vasco, es predecible el futuro que le espera a la sociedad vasca. Está en grave riesgo de atonía. O, peor quizás, se encuentra ya en recesión social, sin recursos para salir de este declive que se viene haciendo crecientemente insostenible.

Su impacto económico es indudable y parece que se agrava con el curso de los años. En la actualidad ya el 76% de las empresas vascas expresan sus crecientes dificultades de encontrar el talento y la mano de obra que precisan, siendo los problemas adicionales más relevantes la falta de actitud e interés en el trabajo, así como la carencia de experiencia profesional. Se entremezcla una pérdida creciente de personal cualificado, unida a la ausencia de relevo generacional donde se hace difícil captar talento joven.

Esa diáspora forzosa fue una ruina humana, económica, cultural, un desastre desde cualquier punto de vista del que se mire

Hay que examinar las causas de tal desierto demográfico, que ocurre en otros sitios de España, pero en el País Vasco tiene una dimensión alarmante. Con el terrorismo de ETA a la cabeza, que dañó a sangre y fuego la sociedad vasca durante más de 40 años, provocando el éxodo de alrededor de 200.000 personas, incluyendo familias enteras que en su inmensa mayoría no regresaron. Esa diáspora forzosa fue una ruina humana, económica, cultural, un desastre desde cualquier punto de vista del que se mire.

Y sucede con un partido, EH Bildu, heredero del terrorismo, que nunca condenará esa catástrofe que conduce al País Vasco a un decaimiento persistente y a una situación de desesperanza, como un balneario silente, más bien mudo, en su propio silencio opresivo de quienes callan y no quieren recordar. Así seguirán y se agravarán la realidad y sus datos. Cuando EH Bildu presenta para las próximas elecciones del 28 de mayo a 44 condenados por su pertenencia al terrorismo de ETA, de entre los cuales 7 lo están por participar en varios asesinatos, no solamente asistimos a un acto típico de jactancia del crimen al estilo nazi. Es toda una sociedad que asiste, en silencio y sin remisión, a su propia decadencia.

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