Nos vuelven a pedir que nos quedemos en casa, durante los próximos 15 días. Que reduzcamos los encuentros sociales a las personas con las que convivimos, que los que con suerte aún tienen trabajo teletrabajen, que nos cierran bares y restaurantes, que los universitarios hagan clase online... Nos piden arrimar el hombro y delatar al vecino que se salte las normas porque no hay suficientes policías para perseguir la irresponsabilidad ciudadana.
Esto durante una semana, un mes, dos meses, tres meses vale, pero es que llevamos así siete meses. Creo que solo hubo un breve paréntesis de quizás dos o tres semanas, tras el 21 de junio con el fin del estado de alarma, en el que respiramos un poco aliviados o por lo menos sin tantísima incertidumbre. Luego, en agosto, el que pudo se fue de vacaciones, apagó el televisor y la radio e intentó olvidarse de todo. Eso se acabó y este es un breve resumen de lo que nos están pidiendo en Cataluña a base de una serie de recomendaciones que, por si no nos habíamos dado cuenta a estas alturas de la película, y de cómo se está moviendo el virus, funcionan cero.
Restricciones por sectores
Básicamente porque la gente se tiene que ganar la vida y porque no es lo mismo tomar medidas desde un despacho y con trabajo que con deudas encima de la mesa. Y está bien pedirlas, deben hacerlo, pero hace falta más, al margen de la implicación activa de todos, para salir de esta. Como también funciona poco aplicar restricciones en unos sectores y en otros no, y tener a unos en pie de guerra cuando se han dotado de todo lo que se les ha pedido para dar el servicio, sea gel hidroalcohólico, pantallas de metraquilato o distancia entre las mesas. O todos o ninguno, esto no va por barrios como se quiso hacer en Madrid y fracasaron. Esto no depende de Vallecas o del barrio de Salamanca, como no depende de los bares y restaurantes y no de los transportes públicos.
Sin defender a ningún sector y sin demonizar a los que se dedican a la política, hay que pedir que dejen de pedir al ciudadano y adopten más medidas, aquellas que no tomaron en esas tres semanas que gozamos de un relativo respiro. Nos faltan valientes en política, que asuman decisiones drásticas para momentos drásticos sin pensar en los votos y en las urnas. Nos falta coordinación y unidad, nos falta imposición más que recomendación y, sobre todo, lo que nos falta es que nuestros políticos dejen de salir en ruedas de prensa para decirnos lo que tenemos que hacer, cuando muchas personas están en la ruina, cuando muchos otros no se pueden apretar más el cinturón, y pasen a explicarnos claramente qué están haciendo ellos, qué se hace desde las Administración para combatir la pandemia.
Test y movilidad
Ahora que estamos todos hasta las trancas del virus me pregunto si tenemos suficientes rastreadores, dice la consejera Alba Vergés, que aquí tenemos 2.300 personas dedicadas a la gestión del control de la pandemia -las que hubiéramos necesitado en verano para no perderle la pista al virus-, si se hacen todos los PCR o test rápidos que se pueden hacer, si realmente los centros de primaria -que, como dice, reciben el 80% de la carga en atención a los covid- tienen todos los recursos que necesitan. Si en movilidad hemos puesto todos los trenes, metros y autobuses necesarios para no ir en latas de sardinas, si en los aeropuertos estamos haciendo todos los controles necesarios para no propagar el virus.
Francamente, he comprobado cómo en los aviones seguimos viajando los unos pegaditos a los otros, con mascarilla sí, pero bien pegados, pasa lo mismo en el AVE. No podemos pedir distancia en unos sitios y en otros no. Son tres las medidas, mascarilla, distancia e higiene de manos, que dependen de cada uno de nosotros. De la administración depende que se pueda cumplir esa distancia en los transportes públicos, por ejemplo, del mundo empresarial que se cumpla en los lugares de trabajo y que se pueda aplicar el teletrabajo. Pero también de la administración depende detectar a un posible positivo y a sus respectivos afectados, y sancionar o perseguir las actitudes incívicas e irresponsables de unos pocos que nos ponen en peligro a todos.
La política ha dejado de ser para valientes, la valentía se demuestra en la unidad para salir de esta, una unidad inexistente. Se demuestra tomando medidas contundentes por muy impopulares que sean si realmente se quiere ganar la batalla. Pero la batalla política ciega la batalla realmente importante: la de la salud y la economía. Cuídense, con mascarilla siempre.