Opinión

Podemos hace campaña en Argentina

El fervor de los dirigentes del partido morado por la candidatura peronista revela una doble moral ante los indicios de corrupción

  • Alberto Fernández y Meritxell Batet hablan en el Congreso de los Diputados en la visita del candidato argentino en España

Aquello no parecía la solemne Sala Constitucional del Congreso de los Diputados de España. Como mucho, un salón municipal de usos múltiples reservado para la ocasión. Y la ocasión era un mitin electoral de Alberto Fernández, candidato peronista a la presidencia de Argentina. Los asistentes (sandalias, alguna panza al aire, pancartas y gritos) coreaban consignas con entusiasmo.

No es que Meritxell Batet hubiera decidido alquilar las instalaciones del Parlamento para eventos, bodas y bautizos, y redondear así los ingresos de la sede. Es que Unidas Podemos hizo una jugada tan hábil como torticera que ha soliviantado a PP y Ciudadanos, según contaba Álvaro Carvajal en El Mundo: solicitó a la Mesa el uso del salón para celebrar "una jornada abierta" sobre "Nuevos horizontes económicos en América Latina y Europa", sin más detalles, y coló la arenga del político argentino, dándole una falsa proyección institucional. Así lo anunciaba en Twitter Juan Carlos Monedero, como si fuera el dueño del circo: "Hoy el Congreso de los Diputados de España recibe al próximo presidente de Argentina". Y ahí en las fotos ha quedado inmortalizado Gerardo Pisarello, secretario primero de la Mesa, escoltando derretido al sonriente candidato.

Dejando de lado esa grave usurpación de la sede parlamentaria, que tendrá que analizar la Cámara, lo que me llama la atención es la alegría desbordante de los dirigentes de Podemos con Alberto Fernández, favorito en las elecciones del 31 de octubre. ¿Exactamente qué celebran?

Hombre de paja

Porque Fernández, que fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner, era el candidato más improbable hasta que quedó ungido por la viuda del exmandatario, Cristina Fernández, que lo ha convertido en su hombre de paja y se ha reservado la vicepresidencia para intentar seguir en el poder y rehuir así los cargos judiciales a los que se enfrenta. Basta recordar cómo quedó Argentina tras el paso de la señora por la presidencia, entre 2007 y 2015, para que no haya motivos para tal regocijo: descalabro económico, polarización, descrédito internacional (maquillaba los indicadores con la misma fruición que su cara) y corrupción rampante.

Las causas se le acumulan a Cristina Fernández de Kirchner (ella habla de "ensañamiento judicial") y son variopintas. Desde lo más sorprendente (el hallazgo en una de sus viviendas de dos valiosos documentos sustraídos de archivos históricos) a lo más sórdido: el caso Memorándum, en el que se acusa a la expresidenta de haber firmado con Teherán un acuerdo que garantizaba la impunidad a los iraníes implicados en el atentado contra la mutua judía AMIA de Buenos Aires, que mató a 85 personas en 1994. El caso se complicó con la muerte, en 2015, de Alberto Nisman, el fiscal que llevaba la investigación. Aquel aparente suicidio ya ha sido calificado por los tribunales como homicidio.

Pero la mayor parte de las 13 acusaciones que enfrenta son por trinque afanoso del erario público, mediante el cobro de sobornos a cambio de concesiones en obras públicas, sobre todo en Santa Cruz, feudo patagónico de los Kirchner.

Hasta ahora, el fuero de senadora ha protegido a la expresidenta de los embates de la Justicia (no de todos, alguna de las causas ya están en juicio oral). La vicepresidencia le garantizaría el blindaje, con un Congreso controlado por el peronismo. Pero si eso no le sale, siempre puede recurrir a un plan B: Cuba.

No es descartable que Raúl Castro vea en Argentina la nueva tabla de salvación a la que aferrarse si Venezuela termina por reventar

Ahí está refugiada su hija Florencia, convaleciente de unas dolencias que comenzaron cuando las autoridades le intervinieron casi cinco millones de dólares (4,6 millones de euros) en efectivo que guardaba en dos cajas de seguridad. Ahora afronta con su hermano (aforado, al ser diputado) un juicio por lavado de dinero y asociación ilícita. Y le ha dado estrés postraumático y retención de líquidos, con lo cual los médicos al servicio del régimen cubano, que vela por su salud, consideran que no puede volver a Buenos Aires. Su madre, previa autorización judicial, ha acudido a visitarla ya en cuatro ocasiones y hoy irá la quinta y en Cuba ha sido recibida por el mismísimo Raúl Castro. No es descartable que el viejo general vea en Argentina la nueva tabla de salvación a la que aferrarse si Venezuela termina por reventar.

Los argentinos sabrán a quién votan. Lo que me parece llamativo es que un partido que se presenta en España como el látigo contra la corrupción de la vieja política muestre esa hemiplejia moral. Hasta ahora aplicaban la doble vara de medir a los derechos humanos, silbando cuando se violan en regímenes amigos, sean Cuba, Irán, Rusia o Venezuela. ¿Ahora también van a ser tuertos con la corrupción? ¿Por eso reclamaban el otro día en el Congreso la libertad de Lula da Silva y el regreso al poder de Fernández de Kirchner? ¿Plomo para los enemigos y plata para los amigos? Entonces hablamos de sectarismo ideológico, no de principios éticos. Y así difícilmente van a hacer creíble su mensaje.

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