Opinión

La polarización y el centro

Resultan tediosos los insistentes lloriqueos del aguadismo criticando la convocatoria anticipada de unas elecciones que ellos mismos provocaron. Rara fue la ocasión en la que Ignacio Aguado ejerció de portavoz

  • El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. -

Resultan tediosos los insistentes lloriqueos del aguadismo criticando la convocatoria anticipada de unas elecciones que ellos mismos provocaron. Rara fue la ocasión en la que Ignacio Aguado ejerció de portavoz del Gobierno madrileño y no de sí mismo. O del PSOE de Pedro Sánchez. El motivo del lamento es evidente, el miedo a que los madrileños decidamos con nuestro voto su futuro político.

Las reticencias a la convocatoria electoral no se limitaron a los públicos quejidos, se plasmaron en la Mesa de la Asamblea, que admitió la tramitación de las mociones de censura presentadas por el PSOE y la escisión de Podemos, Más Madrid, tras el anuncio de las elecciones. Impedir el voto a los madrileños de cualquier forma era el salvavidas que quedaba en cubierta. El miedo furibundo a un proceso electoral mientras se abraza la presentación de mociones de censura en cadena, no trasluce ninguno de los valores y principios democráticos. No parece un comportamiento de partido responsable, de Estado, salvo que ambas cualidades queden supeditadas a Pedro Sánchez. Tampoco ayuda a la credibilidad de ninguna de las palabras que se pronuncien durante esta campaña electoral, por ninguno de los representantes de Ciudadanos el haber mentido a la prensa negando los hechos antes y después.

Al lamento de la convocatoria de elecciones le ha sucedido otro, más generalizado y pronunciado desde la atalaya del desdén, la polarización política en Madrid tras el desembarco de Pablo Iglesias. Un movimiento de repliegue técnico ante la dificultad de mantener su poder en estas circunstancias.

Y aquí radica precisamente la perversión del término polarización para definir el escenario entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Iglesias. Porque las ideas que se contraponen sí importan. Y mostrar lejanía de algunas, también

La abusiva utilización del término para criticar el escenario político se hace con la intención de desvirtuar las distintas posiciones en disputa. La polarización es una palabra con connotaciones negativas pues evoca la imposibilidad de consenso entre partidos. Sin embargo, este último es un concepto positivo, especialmente en nuestro país, donde encuentra sus raíces en la exitosa Transición española. Pero la polarización simplemente mide la distancia entre posturas, sin describir en absoluto las ideas de las mismas. Y aquí radica precisamente la perversión del término polarización para definir el escenario entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Iglesias. Porque las ideas que se contraponen sí importan. Y mostrar lejanía de algunas, también.

Si el proyecto político se encuadra dentro de la democracia liberal, defender el sistema que garantiza los derechos y libertades se torna en deber cívico de movilización ante proyectos que pretenden su menoscabo o derribo. Lo importante son las ideas, los proyectos que se defiendan, no la distancia entre los mismos.

El consenso político es importante, pero lo es aún más en el marco en el que se produzca. Todo consenso para debilitar el edificio constitucional de un Estado de derecho es tóxico. El nacionalismo vasco ha menoscabado los derechos y libertades de los ciudadanos no nacionalistas. La oposición frontal a sus postulados por parte de la heroica resistencia constitucionalista hizo que les acusasen de crispar y romper la paz del silencio. En Cataluña el escenario se replicó. No se describió el escenario de polarización hasta que los constitucionalistas se organizaron, y sin embargo fue lo que trajo luz y esperanza a aquél duro escenario.

Ante cualquier situación de conflicto hay una querencia en una parte de la población a no dar importancia a las ideas que se defienden en un lado o en otro y a despreciar ambas mientras suben peldaños de errada superioridad.

Mensaje guerracivilista

El vicepresidente del Gobierno en el primer día que pisó su despacho del Ministerio, pronunció un discurso de candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid en el que llama “delincuentes y criminales” a sus futuros oponentes. Este mensaje guerracivilista se sitúa en el extremo opuesto de la normalidad democrática y la pacífica convivencia que reina hoy en Madrid, a la espera de que se inicie la campaña callejera organizada de la izquierda. La respuesta del autodenominado “centro moderado” no puede ser criticar por igual dicho discurso y el eslogan electoral de Ayuso, “comunismo o libertad”. Parece que diferenciarse de la derecha es una prioridad por encima de la defensa de la democracia liberal. Acudir a una postura intermedia entre aquella y el menoscabo de la misma, desplaza necesariamente la normalidad democrática hacia la propuesta iliberal. El papel que ha jugado el PSC en Cataluña es un claro ejemplo de ello.

La derecha madrileña está asociada a servicios públicos esenciales y de calidad del estado del bienestar, la educación y la sanidad. La derecha construye hospitales públicos y la izquierda los ataca con ferocidad

La política en Madrid utiliza la terminología del eje derecha e izquierda pero la realidad no se corresponde con el mismo. La derecha madrileña está asociada a servicios públicos esenciales y de calidad del estado del bienestar, la educación y la sanidad. La derecha construye hospitales públicos y la izquierda los ataca con ferocidad.

Muchos se preguntan qué motivo había para unas elecciones en Madrid, pero ¿qué motivos había para la moción de censura presentada por el PSOE, Más Madrid y la interruptus de Ciudadanos? Los indicadores económicos muestran que es la única región que crece y la pandemia se consigue controlar con las medidas adoptadas. Por lo que cabe deducir que el cambio de Gobierno buscaba un cambio brusco del modelo sin que los ciudadanos lo pudiésemos sufragar. ¡Democracia Real! Gritaron en aquél 15-M de 2011 quienes ahora ocupan los escaños promotores de la moción.

A pesar de estas cuestiones, la polarización es un indicador negativo pues muestra la existencia de un modelo político que tiene problemas con el poder limitado que le otorga el Estado de Derecho, como es el caso de Pablo Iglesias. Y todo ataque al edificio de la nación constitucional deja rasguños. Por eso las campañas basadas únicamente en criticar la polarización anticipan una falta de compromiso en la defensa de la misma, falta de fiabilidad. Los madrileños sólo queremos que los poderes públicos sean proveedores de servicios públicos esenciales y de calidad, garantes de nuestros derechos y libertades, y que nos dejen vivir en paz.

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