Opinión

Más incógnitas que ecuaciones

En matemáticas, cuando un sistema tiene más incógnitas que ecuaciones, la solución es imposible. En política, sucede lo mismo. Ese ha sido el caso reciente del anuncio de la salida

  • El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. -

En matemáticas, cuando un sistema tiene más incógnitas que ecuaciones, la solución es imposible. En política, sucede lo mismo. Ese ha sido el caso reciente del anuncio de la salida del Gobierno del vicepresidente segundo, Pablo Manuel Iglesias. La forma en que el secretario general de Unidas Podemos estuvo urdiendo la trama durante cuatro días, en tenebroso sigilo para mayor garantía de sorprender al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuya agenda le situaba ese lunes en Montauban (Francia) con Monsieur le président de la Republique, Emmanuel Macron, a la sombra de Manuel Azaña.

Que el desconcierto causado haya sido grande deriva de la falta de costumbre, y esa rareza, entendida como improbabilidad, que con tanta exactitud calculan las compañías de seguros, es la que dispara su valor noticioso, es decir, su noticiabilidad, de acuerdo a la Ley de la Gravitación Informativa. Para salir de esta incertidumbre desconcierta Jorge Wagensberg recomendaba que nos aplicáramos al análisis del proceder porque entendía que “a más cómo, menos por qué”. Es decir, que cuanto mejor conociéramos el proceso, el cómo, menos interés revestiría averiguar la causalidad, el por qué. Recapitulemos las maneras de Pablo Manuel:

Primero, ha primado el factor sorpresa, entendido como ventaja táctica operacional en todos los manuales.

Segundo, ha elegido actuar con nocturnidad y alevosía, contando sólo con los juramentados. Por eso conocer su nómina será tan relevante como la de las figuras que se asoman al balcón la noche de la victoria electoral.

Tercero, ha declarado con pleno descaro que seguirá sentado a la mesa del Consejo de Ministros hasta el 17 de abril, víspera del inicio de la campaña electoral previa a las urnas del martes 4 de mayo.

Cuarto, ha señalado de modo unilateral quién le relevará en la vicepresidencia segunda: la actual ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, a la que de paso ha investido candidata de Unidas Podemos para cuando se convoquen elecciones generales.

Quinto, ha prescindido de los órganos directivos de UP y de celebrar primarias y otras bagatelas para confiar su suerte a los inscritos fervorosos, de fidelidad ya probada cuando el chalet de Galapagar.

Iglesias ha errado el cálculo, dando por hecho que arrastraría al Más Madrid de Íñigo Errejón y los suyos, que le han salido ranas rehuyendo la coalición pretendida cara al 4 de mayo

Sexto, ha criminalizado a la derecha a la que se enfrentará para acrecentar así su valentía, saliendo a desafiarla dispuesto a emular el “no pasarán” de cuando entonces.

Séptimo, ha errado el cálculo, dando por hecho que arrastraría al “Más Madrid” de Íñigo Errejón y los suyos, que le han salido ranas rehuyendo la coalición pretendida cara al 4 de mayo.

Octavo, se ha apuntado al “polariza que algo queda”, que tampoco puede impulsarse de manera indefinida porque una victoria solo puede ser alcanzada si está bien definida y debe saberse que la explotación del éxito, más allá del punto culminante, se trueca en desastre.

Noveno, ha ignorado que quienes parecen aguantarlo todo, de un día para otro, pasan a irritarse por la más ínfima nimiedad.

Décimo, ha olvidado el principio de que las actitudes se configuran en función de las expectativas y de que, si éstas dejaran de serle favorables, todos le pasarían al cobro los agravios soportados con estoicismo.

Que el fulminante del espectáculo pirotécnico haya sido la moción de censura que el PSOE y Ciudadanos intentaban para relevar al Partido Popular en la Región de Murcia merece consideración separada. Porque fue en ese momento cuando Pablo Manuel se malició que Pedro Sánchez podría estar imaginando cambiar de pareja en el Gobierno de la nación, de modo que UP perdiera el favor.

Continuará.       

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