El Consejo Europeo, cual Bruto con Julio César, ha decidido traicionar a la agricultura europea.
El Consejo, órgano de los ministros de los estados miembros y, en este caso, los ministros de medio ambiente, han decidido apostar por la Ley de la Restauración de la Naturaleza que tanto daño va a hacer a sus agricultores, en lugar de defenderlos de esta maquiavélica y disparatada idea.
Pongámonos en situación. Esta ley, con ese título tan "guay", antes del acuerdo al que ha llegado el Consejo europeo, pretendía en España privar a nuestros agricultores del 40% de la superficie agrícola bajo el paraguas de Red Natura 2000 con la consiguiente ruina de miles de familias. Con semejante panorama en el horizonte, llegan los ministros ambientalistas de turno, entre ellos, la titular española de Transición Ecológica Teresa Ribera, batiendo palmas de satisfacción y le dan una vuelta de tuerca a la malhadada ley.
La propuesta aprobada por el Consejo tiene como objetivo que los estados miembros establezcan medidas de restauración en ecosistemas varios, desde tierras agrícolas y bosques hasta ámbitos marinos, de agua dulce y urbanos. Esas medidas deben cubrir al menos el 60% para el año 2040 y al menos el 90% para el año 2050, de la superficie de cada grupo de hábitat que no esté en buenas condiciones. A esta enormidad la han bautizado con el eufemismo de “requisito de no deterioro”.
La citada Ley deja fuera de esta evaluación a las explotaciones eólicas y solares porque está claro que, siempre según ellos, son las que menos impacto ambiental generen
Es decir que la medida ya no afecta solo a las zonas protegidas bajo Red Natura 2000, sino a toda la superficie factible de ser explotada por agricultores y ganaderos. Traducido al román paladino, eso significa que en áreas que ya están en buenas condiciones o donde todavía no se hayan implementado medidas de restauración, fuera de la Red Natura 2000, los Estados miembros “se esforzarán” en poner en marcha las medidas necesarias para evitar un deterioro significativo.
Pero ¡¡oh, casualidad!!!, la citada Ley deja fuera de esta evaluación a las explotaciones eólicas y solares porque está claro que, siempre según ellos, son las que menos impacto ambiental generen por lo que no hace falta ser un lince para darse cuenta de que serán prioritarias frente a cualquier explotación agrícola o ganadera.
Y, ¿quién va a pagar esta juerga ecologista? Porque la clave no es solo la restauración, tal y como el acuerdo remarca, sino la financiación de esa restauración que saldrá, para mayor inri, de los fondos de la PAC.
Y ustedes se preguntarán cómo es posible que sean precisamente los ministros de los países miembros quienes ejerzan el papel de traidores. Pues eso mismo es lo que se preguntan los agricultores que no entienden esos ataques sistemáticos, pero bien orquestados y no por casualidad, que solo tienen un fin, acabar con la agricultura en favor de oscuros y no tan oscuros intereses que dejarían vía libre, más todavía, a la entrada de productos de terceros países, más baratos, sí, pero sin cumplir la exhaustiva normativa que los agricultores europeos deben cumplir con lo que la tan cacareada "seguridad alimentaria" quedaría en entredicho.
En la situación actual, solo queda el Parlamento de la UE, en votación plenaria el próximo mes de julio, para pararle los pies a esta ley sin sentido. La paciencia tiene un límite y ya estamos viendo los movimientos políticos de los agricultores en Países Bajos e Irlanda. Si la traición de quienes deben velar por ellos continúa, están en su perfecto derecho de defenderse y lo harán, ténganlo por seguro. Es mucho, muchísimo lo que se juegan y nosotros también, no lo olvidemos.
Esperemos que en España el próximo Gobierno tome buena nota y ponga al frente de la cartera de Agricultura al mejor y que pelee y se oponga en Europa a tanto ecologista de salón, dañino y perjudicial. La presidencia española del Consejo este semestre es el perfecto escenario para demostrar que el sector primario sí importa aunque el ministro Planas no haya incluido en la agenda ni uno solo de los enormes problemas que el campo padece y la ministra Ribera esté haciendo méritos para ser nombrada la más ecologista del salón.