El optimismo se ha disparado en Ciudadanos. El partido naranja ha llegado a la recta final de la campaña para las elecciones generales mejor de lo que esperaba. Y Albert Rivera ha comenzado a trasladar en público que el vuelco electoral es posible y que incluso se puede superar al PP de Pablo Casado en las urnas.
"Los debates han ido muy bien y la gente está animada", dicen fuentes de Ciudadanos. "El resultado es incierto, pero ahí estamos".
El equipo de Rivera está satisfecho con la campaña, que, aseguran, no ha tenido errores. Te pueden meter goles, dicen, pero más importante es no metértelos en propia puerta.
"Confío en dar la campanada este domingo y conseguir un vuelco electoral", ha dicho Rivera el jueves en un desayuno informativo. "Si los resultados ofrecen un solo escaño más para que Iglesias y Sánchez se vayan a la oposición, lideraremos una negociación para conseguir el cambio".
Inercia de los debates
La actuación de Rivera en los debates ha sido un punto de inflexión. El líder de Ciudadanos no dejó indiferente a nadie, más allá de si ganó el primero o perdió el segundo. El objetivo de la formación naranja era precisamente no quedar embutido entre PSOE y PP. Y eso, creen en Ciudadanos, se logró.
Las encuestas que manejan a nivel interno indican que están atrayendo voto indeciso. Y que ese crecimiento permite a Rivera acercarse a Casado. El candidato naranja va a machacar esa idea de la ilusión y el sí se puede en las horas que restan de campaña. Rivera cerrará en Valencia, donde también se celebran autonómicas el domingo.
Rivera se está centrando en ese votante indeciso, que supera el 40% según algunos sondeos. El mensaje es que es posible doblegar a Pedro Sánchez y al mismo tiempo liderar el centro derecha por delante del PP.
Ciudadanos sostiene que el debate sobre la hegemonía de ese espacio está abierto pase lo que pase el 28-A. La irrupción de Vox, cuyas expectativas son ahora mismo indescifrables, augura un PP muy debilitado en el Congreso la próxima legislatura.
Y Rivera quiere plantear a medio plazo si la alternativa en ese espacio es un partido liberal moderado o si debe seguir siendo el PP o Vox. Por eso, en sus mítines, repite que quiere convertirse en un UCD del siglo XXI, que agrupe al centro derecha moderado.
Ocupar el espacio
Ciudadanos ha aplicado desde su nacimiento técnicas de Geografía de ocupación de espacios. Lo hizo primero con UPyD, al que consiguió desbancar del centro. Lo hizo en las urnas en 2015, pero también abriendo las puertas del partido a cargos y militantes de la formación magenta. De hecho, UPyD, muy mermado, ha renunciado a presentarse en estas generales tras integrarse en Ciudadanos.
Ese mismo modus operandi es el que Ciudadanos quiere utilizar con el PP. El reto es, por supuesto, mucho más complicado. El PP es un transatlántico comparado con UPyD. Sin embargo, Ciudadanos ya ha incorporado a ex dirigentes populares a sus filas. También del PSOE.
El caso más reciente ha sido el del ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido. Un bombazo a pocas horas de las elecciones del domingo. Es un golpe a Casado, con el que el partido naranja quiere transmitir que el PP es una formación en descomposición y el refugio seguro son ellos.
Órdago de Rivera
Rivera ha echado un órdago. Ha renunciando a cualquier acuerdo con el PSOE. Ha hecho fichajes. Se ha llevado a Inés Arrimadas al Congreso. El fin es superar o acercarse al PP y, por supuesto, formar parte de un Gobierno de cambio. En algún momento, sobre todo después del golpe separatista en Cataluña, pareció que lo tenía en la palma de la mano según las encuestas.
La moción de censura, la sucesión en el PP y la entrada de Vox obligaron a Ciudadanos reordenar sus expectativas. A pesar de todo, es cierto que Ciudadanos logró un excelente resultado en Andalucía, donde pasó de nueve a 21 escaños.
Y lo hizo con un discurso similar de oposición frontal al PSOE y pacto con el PP. Estos resultados dieron a su líder andaluz Juan Marín la llave de un gobierno de coalición con el PP, que ha desbancado al PSOE después de casi 40 años.