El accidentado arranque de año para el rey Juan Carlos I parece haber infundido una nueva prudencia en el monarca. Sus fotos en Beverly Hills celebrando el año nuevo y la admisión por parte del Tribunal Supremo de la demanda de paternidad de la belga Ingrid Sartariau han removido las aguas de la institución monárquica.
Oficialmente la Casa Real reaccionó con indiferencia a la admisión del Supremo, y esto tiene su razón, según relata este domingo el diario El Mundo, en que Don Juan Carlos no tiene la menor inquietud por la suerte de la demanda, dado que confía en que ésta quedará archivada.
El monarca niega los hechos con convicción y según relata el diario estaría dispuesto a someterse a una prueba de ADN. Esta decisión tendría complicaciones mediáticas a corto plazo, pero desde la institución se sopesa que rehuir la misma sería un indicio en su contra, algo judicialmente negativo para sus pretensiones. “Está dispuesto a hacerse la prueba”, relatan fuentes de su entorno, aunque la decisión aún está por tomar.
En caso de confirmación
Desde Zarzuela quitan hierro al asunto en el caso de que la demanda acabe prosperando y se confirme la paternidad del monarca. La institución apela a los precedentes, como el de Leandro de Borbón, que presentó en 2002 un expediente de paternidad de Alfonso XIII y pese a confirmarse la paternidad sin prueba de ADN, simplemente le reconocieron su derecho a portar el apellido Borbón.
En el peor de los casos, según relata el diario, Zarzuela acataría la sentencia con respeto, pero lo haría como si ello no tuviera relación alguna con la institución, dado que la ciudadana belga accedería a sus derechos civiles –a efectos, sobre todo, hereditarios- pero en ningún caso dinásticos.