Como el algodón, la estadística no engaña: España es la oveja negra del desempleo. Con un 21,52% según el INE y un 22,9% según Eurostat, el paro es el fardo con el que el país acude a los mercados, a las cumbres internacionales. Una lacra que ya ha achicharrado a un Gobierno y que crece sin cesar, dando pie a ideas variopintas procedentes de toda índole –organizaciones, patronales, sindicatos, fundaciones, partidos- para atajar un mal que, hace tiempo, es endémico y terrible.