Las redes sociales han revolucionado todos nuestros hábitos comunicativos. Las interacciones han ganado en inmediatez y capacidad de difusión. Ahora podemos traspasar las fronteras y contactar con cualquiera, sin importar lo lejos que se encuentre.
Sin embargo, esta revolución también ha traído consigo consecuencias negativas, como son las fake news, la adicción a Internet, o el ciberacoso, ejercido por los ‘haters’. El término, importado del inglés, hace referencia a aquellas personas que dedican su tiempo a atacar a otras personas a través de las redes sociales. Pero, ¿quién está detrás del bullying en Internet?
Cómo funciona el ciberacoso
Según indica a este medio Sara García Antúnez, abogada de la plataforma Stop Haters, los ‘haters’ tienen un patrón común de comportamiento. Basan su hostigamiento en las características físicas de su víctima, o en cuestiones relacionadas con su sexo, ideología o religión. El acoso suele comenzar con comentarios públicos que se van repitiendo a lo largo del tiempo cada vez con más constancia. En ocasiones, esto puede transformarse en amenazas, e incluso en agresiones físicas.
La motivación detrás de esta violencia en redes suelen ser cuestiones de envidia. ‘Al final, en Internet vendemos una imagen irreal de nuestra vida y eso puede disparar el odio injustificado' explica García. Otros motivos pueden ser la frustración ante el rechazo y la sensación de aislamiento. ‘Suelen actuar así porque se desconoce que existen armas y herramientas para castigar estos comportamiento’ indica.
Tres tipos de ‘haters’
Los expertos destacan la inseguridad y el narcisismo como características comunes en los ‘odiadores’ de las redes: ‘Los haters son gente que quiere llamar la atención. Buscan sus minutos de gloria’ explica a Vozpópuli Manuel Moreno, fundador de TreceBits y autor de "La enciclopedia del community manager". ‘Generalmente fijan su objetivo en gente muy popular para generar el mayor tráfico posible. Se escudan en el anonimato porque creen que sus acciones no tienen implicación legal’.
Sara García distingue tres perfiles de ‘haters’: el inseguro, el ex acosado y el acosador grupal. Sobre el primer grupo, destaca que son personas con carencias sociales, ‘lo que provoca que en base al anonimato se sientan seguros y puedan adoptar una personalidad que no es real’. El segundo tipo se corresponde con exvíctimas de acoso que imitan el comportamiento de sus acosadores. ‘Creen en la impunidad de su actitud puesto que, probablemente, los que un día se lo hicieron a ellos no han sufrido consecuencias’ explica, y añade que los ‘haters’ de este grupo ‘suelen ser los más violentos’. En relación con el tercer perfil, García indica que se trata de individuos que se asocian para hostigar a una persona o colectivo concretos con el fin de sentirse aceptados dentro de la plataforma online, donde se ‘sienten importantes’.
Las consecuencias del ‘cyberbullying’
El bullying en redes puede llegar a tener el mismo efecto sobre la víctima que el acoso tradicional. De hecho, tal y como señala Rafael San Román, psicólogo de la plataforma online ifeel, ambas prácticas comparten patrón: ‘Se establece una relación en la que una de las partes ejerce un poder sobre la otra que se prolonga en el tiempo’. Sin embargo, indica que las consecuencias del ciberbullying pueden ser mayores que las del tradicional debido a su inmediatez y su gran capacidad de difusión.
‘La víctima se siente indefensa porque no tiene el control de la situación, especialmente en formatos que no dan opción a contestación. Se produce un desgaste afectivo y puede llevar a la persona a aislarse o autocensurarse’ explica a Vozpópuli. ‘El hostigamiento puede llegar a generar un trauma en la víctima si se prolonga mucho en el tiempo’. También señala que los ‘haters’ creen ser impunes al escudarse en el anonimato, por lo que los ataques pueden llegar a ser mucho más extremos que en el caso del acoso tradicional.
Cómo defenderse de los ‘haters’
Pese a esta creencia de impunidad, sí hay armas para enfrentarse a los ‘haters’. Aunque todavía existen importantes carencias dentro de las propias plataformas para mitigar el odio en la red, la Comisión Europea logró a comienzos de 2018 que Facebook, Twitter, Youtube y Microsoft eliminasen el 70% del contenido hostil de su tráfico después de publicar su código de conducta oficial en 2017.
La forma más sencilla de acabar con el ciberacoso es bloquear al usuario. Se puede solicitar la ayuda de amigos y familiares para que denuncien el perfil del acosador y así sea clausurado lo más rápido posible. En este sentido, Stop Haters indica que la red que mejor funciona es Twitter, y la peor, Instagram.
En casos más graves, el acosado puede recurrir a la Justicia. El primer paso antes de hacerlo es identificar al acosador. Esta tarea resulta complicada, ya que las redes permiten esconderse en el anonimato con relativa facilidad. Por ello, se debe recurrir a informáticos especialistas para que identifiquen su rastro en la web. De tratarse de un acoso grupal, se debe hallar al precursor del acoso, y, de no ser posible, señalar a los más activos.
Para denunciar, tal y como indica Sara García, se debe acudir a una comisaría o querellarse a través de un abogado especializado en este tema. A lo largo del proceso, se deberán aportar pruebas para solicitar medidas cautelares que eviten la comunicación. El acoso en Internet está regulado dentro del artículo 171.ter del Código Penal, en el apartado de las coacciones. En él, se condena a todo aquel que hostigue a otra persona a través de cualquier medio de comunicación: ‘El máximo son dos años de prisión, pero pensemos que habitualmente no es un delito aislado, y casi siempre va acompañado de coacciones o amenazas’ indica García.