Opinión

Junqueras dice que no hubo rebelión, que estaban cantando a la Virgen

Dice Oriol Junqueras que ha puesto tanta pasión en el interrogatorio porque lleva un año y medio sin poder hablar, entre los muros de la cárcel. Si alguien desconociera al

  • Junqueras durante su declaración en el Supremo.

Dice Oriol Junqueras que ha puesto tanta pasión en el interrogatorio porque lleva un año y medio sin poder hablar, entre los muros de la cárcel. Si alguien desconociera al personaje, podría llegar a pensar que es una versión contemporánea del 'hombre de la máscara de hierro', quien debía ser tan republicano como él si es cierta la leyenda popular que afirma que era el hermano gemelo de Luis XIV. La historia siempre está sesgada por la política, las creencias y la superchería; y a buen seguro que el preso más célebre de la Bastilla fue alguien mucho menos noble que mundano. Pese a presentarse como un estadista, a Junqueras le ocurre igual. Este jueves, en el Tribunal Supremo, ha mantenido un discurso jesuítico, en el que ha apelado a la defensa de los grandes valores que, a su juicio, le han llevado a prisión. En este caso, la realidad también es mucho más simple que la tramposa narrativa independentista.

Si ayer el abogado de Vox, Pedro Fernández, citaba a Montesquieu en su locución, Junqueras hoy ha hecho lo propio con Jesucristo. Ni más, ni menos. “Por sus obras los conocerás” (Mateo 7, 5-20), ha dicho casi al principio del interrogatorio, en un intento de defender el espíritu pacifista del independentismo catalán y la pureza de ERC, a quien no se le conocen casos de corrupción, dice. El Mesías de los católicos pronunció estas palabras para ilustrar sobre las diferencias entre los profetas y los vendedores de motocicletas. Y hoy, año 2019, Madrid, Tribunal Supremo, Junqueras la ha utilizado para reivindicar a los secesionistas. “Por sus obras los conoceréis”. Quizá sea la frase que menos le convenía a Junqueras.

El exvicepresidente de la Generalitat ha declarado ante el juez Marchena desde una pequeña mesa, situada frente a la tribuna. Como acostumbra, ha argumentado con ese tono de voz meloso, de niño que está al borde del llanto, que tan bien sirve para dotar de dramatismo a la prosaica realidad de los tribunales. “En estos momentos, me considero un preso político (...); "amo España y amo a las gentes de España, a la lengua, la cultura española (…); nunca, nunca, nunca toleraré la violencia (…); votar no es delito, impedirlo por la fuerza, sí”, ha dicho con esa entonación. Y uno esperaba que, a continuación, alguien pinchara aquella canción de Sinéad O'Connor de la película En el nombre del padre (sobre el IRA), nominada al Oscar al mejor actor. Pero no fue así.

La 'entrevista' cómoda que ha realizado el abogado de la defensa a su cliente bien podría pertenecer al metraje de una de esas películas de la sobremesa del fin de semana en Antena 3

Tampoco hubiera extrañado a nadie que el juez Marchena hubiera dado paso a la publicidad durante el interrogatorio, pues la 'entrevista' cómoda que ha realizado el abogado de la defensa, Andreu van den Eynde, a su cliente bien podría pertenecer al metraje de una de esas películas de la sobremesa del fin de semana en Antena 3. El letrado sobreactuaba en las preguntas y el acusado, lo hacía en las respuestas. 

-“El 20 de septiembre de 2017 vi gente manifestándose (frente a la sede de la Consellería de Economía) (…), repartiendo claveles e incluso cantando el Virolai”. En esta canción religiosa, se habla de la Virgen de Montserrat como “la madre de Oriente de todos los españoles”.

-¿Habló usted con el guardia cuando entró en la Consellería?

-Sí, le di la mano, pero después me dijeron que no se podía. Como siempre, fui exquisitamente educado.

Faltaron los aplausos y las risas enlatadas. Todo un papelón.

Cada vez menos amigos

Dos horas antes de que Junqueras comenzara a hablar, una veintena de personas de ERC se concentraban en la Plaza de las Salesas para reiterar a los medios que este juicio era una farsa y su razón, la falta de voluntad de diálogo de los gobiernos españoles. Los lazos, bufandas, abrigos y el cartel amarillo que portaban contrastaban con el color, también cítrico, del saco de dormir de un vagabundo que estaba tumbado allí, a pocos metros de la estatua de Rousseau (maldita realidad, a veces, innecesariamente sarcástica).

De la escasa capacidad de convocatoria de los independentistas habla el hecho de que el hombre estaba medio dormido, señal de que ruido de manifestación, lo que se dice ruido...no había mucho.

En el tercer día del juicio del procés, los simpatizantes que acudieron a Madrid el martes ya no estaban. Y en las cafeterías de alrededor del tribunal ya se hablaba del partido contra el Ajax. La normalidad reclama su hegemonía casi siempre que la pierde y ni Madrid estará muchos más días pendientes de este proceso, ni Cataluña estará toda la vida pendiente de los mensajes de los independentistas.

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