Cultura

Diego San José: “Me haría ilusión que Artur Mas viese Ocho apellidos catalanes”

La película Ocho apellidos catalanes no sólo se convirtió en el mejor estreno del año, sino que además entró de lleno en la campaña electoral cuando Pablo Iglesias la utilizó en el debate a cuatro para referirse al tema del independentismo. Sin duda, es uno de los episodios de 2015. Sobre ese y otros temas conversa Diego San José, guionista con Borja Cobeaga de la saga que hizo levantar vuelo a la taquilla española.

  • El guionista Diego San José.

Ocurrió en uno de los programas televisivos más vistos de las últimas semanas. A Pablo Iglesias no le importó citar un producto de Telecinco en Antena 3. Tampoco que fuese un debate electoral. En pleno prime time, el líder de Podemos recomendó a los dirigentes políticos con los que compartía debate –y plató- que fueran a ver Ocho apellidos catalanes. Así entenderían algo que los ciudadanos "ya han comprendido": que la plurinacionalidad es importante y que hay que destrabar el conflicto catalán. El asunto fue la guinda de la tarta… para el filme claro está, porque apenas unos días antes había sido proclamada como el mejor estreno de taquilla en España durante el 2015.

Ha sido el fenómeno de 2015, hasta tal punto que Pablo Iglesias la usó en el debate electoral del 7 de diciembre

Al guionista Diego San José, artífice junto con Borja Cobeaga del fenómeno Ocho apellidos vascos y de su secuela Ocho apellidos catalanes, el asunto le resulta por decir lo menos curioso. Que la película producida por Telecinco Cinema fuera la única referencia a la cultura en un debate electoral donde lo cultural brilló por su ausencia, nunca sienta mal. “Ojalá se citaran más películas del cine español en los debates políticos y que los políticos se posicionaran sobre qué películas españolas ven”, asegura San José, así como quien quiere quitar hierro al asunto.

Ocho apellidos catalanes se estrenó el 20 de noviembre, justamente un mes antes de las elecciones generales y en plena tensión política catalana con la resolución independentista del Parlament. El asunto sería anecdótico de no ser por el hecho de que esta secuela trasladaba a los personajes de la primera entrega a Cataluña, justamente con la intención de explotar el filón humorístico de los tópicos regionales y por supuesto del tema independencia. El filme ocurre, a la manera Goodbye Lenin, en una especie de Cataluña independiente que deja servida en bandeja la hilaridad.

“A mí me haría ilusión que Artur Mas viese Ocho apellidos catalanes", dice Diego San José

Desde entonces, Ocho apellidos catalanes ha conseguido lo que pocos pensaron: acaparar la taquilla como lo hizo Ocho apellidos vascos (2014), que recaudó 56,2 millones de euros. No llegaron a esa cifra, pero tampoco pincharon en la empresa. De momento, sobrepasa los 27 millones de euros en apenas cuatro semanas en la taquilla. Aunque Diego San José asegura que el guión de esta película fue concebido más inocentemente que en la primera –por la cercanía de los hechos-, está convencido de que lo verdaderamente importante de este tipo de películas es ganarle el pulso a la tensión con humor. “A mí me haría ilusión que Artur Mas viese Ocho apellidos catalanes. No va a recibir ninguna lección política con eso, sólo podrá reírse. No es película para molestar a nadie, sino para reírse”, responde.

No cumple todavía los 38, pero le sobran tablas. Diego San José es un guionista de cine, teatro y televisión especializado en comedia. Para la pequeña pantalla ha escrito en programas como Vaya Semanita, El Intermedio, Qué vida más triste o La noche de José Mota. Su primera colaboración en el cine fue en el guión de La máquina de bailar (Óscar Aíbar, 2006). En dicho filme compartió crédito con Borja Cobeaga, con quien ha escrito sus otros cuatro guiones, Pagafantas (2009), No Controles (2011),  Ocho apellidos vascos (2014) y su secuela Ocho apellidos catalanes (2015).

-En el debate a cuatro de Antena 3, la única mención a la cultura la hizo Pablo Iglesias y fue para recomendar Ocho apellidos catalanes. Caray. ¿Sabéis por qué le gusto tanto?

-Pablo Iglesias estuvo en el estreno de la película, lo cual ya llama la atención. Había más gente de la política, además. Al terminar el pase, Pablo Iglesias se acercó a saludarnos. Nos dijo lo mismo que dijo en el debate. Vamos, al menos parece, que no se lo sugirió ningún asesor; lo que dijo realmente lo pensaba.

"Vamos, al menos parece, que no se lo sugirió ningún asesor; Pablo Iglesias dijo realmente lo pensaba"

-De que la mención los sorprendió, eso no lo duda nadie. Pero, ¿qué pensaron en ese momento? ¿qué piensan ahora?

-Se habla de cultura pero no de películas concretas o libros concretos. Así que, el hecho de que la película fuese citada resultó curioso. Ojalá se hubiese hablado más de cultura y de medidas concretas que de una película, pero bueno, también es cierto que nos tomó por sorpresa. Y siempre te gusta que pase algo así.

- Pero el asunto es… ¿fue un marrón o todo lo contrario?

-El hecho de que Pablo iglesias haya mencionado la película no creo que influya en cuanto que la gente vaya a verla. Pero una cosa sí que es cierta: no va a ser nunca negativo, eso sin duda. Ojalá se citaran más películas del cine español en los debates políticos y que los políticos se posicionaran sobre qué películas españolas ven. Es muy habitual en EE UU que Obama o su mujer Michelle citen las películas y los libros que más le gustan. Me encantaría que los presidentes se preocuparan mínimamente por lo que hace la industria del cine en España.

-Cristóbal Montoro tiene muy presentes a los cineastas españoles. Eso, sin duda.

-Con Ocho apellidos vascos Hacienda ingresó el 21% de 56 millones … ¿Cuánto es eso? Once millones de euros, o un poco más. Es difícil odiar algo que le da dinero a tus arcas. El cine español aporta a Hacienda una parte importante de ingresos.

"Con Ocho apellidos vascos Hacienda ingresó el 21% de 56 millones … ¿Cuánto es eso? Once millones de euros"

-Ocho apellidos catalanes fue la gran protagonista de 2015 en lo que al cine respecta. Repitió el éxito de Ocho apellidos vascos, o casi. La pregunta es: ¿por qué?

-Es muy complicado de explicar, porque ha sido tan grande el éxito que sobrepasa el solo hecho del cine. En este tipo de fenómenos nunca se trata sólo de un ingrediente sino de la conjunción de un montón de motivos. Pero el más importante de todos, más allá de los actores o el director, es el tema de la película: es una comedia entre cuyos ingredientes hay elementos que cinco años atrás formaban parte del bloque más conflictivo de las noticias. Riéndose de eso, o conseguir que un humor bien hecho permitiera reírse, la película le estaba ganando un pulso a un tema que generaba mucha tensión.

-Ya, pero el nacionalismo vasco y el conflicto alrededor se ha enfriado un poco. En el casto de Cataluña, es distinto.

-La construcción del guión de la segunda fue bastante más cándido, justamente porque necesitamos tiempo o distancia para reírte de algo. Un mismo chiste puede pasar de ser divertido a ser desagradable o del mal gusto, dependiendo de la distancia que tenga con el hecho que lo produce. En Ocho apellidos vascos se abordaba un conflicto más superado y era más sencillo hacer humor más directo. El problema con el independentismo catalán es que está muy vigente y debes acercarte de una manera más suave. Por eso el acercamiento en esta segunda parte fue más comedido, más controlado.

"Esta no es una película para molestar a nadie, sino para reírse. No hacemos ideología"

-La Cataluña independiente que plantea la película, aunque sea un chiste, está planteada hasta cierto punto como un desvarío…

-El desvarío está en la mentira, en el despropósito de hacer creer a alguien que está en un sitio que no está. La independencia en sí no es un desvarío y la película no plantea que la sea una locura, la locura está en hacer creer a alguien que vive en una situación que no es real. Ninguna de las dos películas tiene una tesis política. No tienen ideología. En cuanto usas el humor para hacer ideología, la cosa ya no funciona. Hicimos dos películas que no tuvieran ninguna tesis parcial o partidista.

-¿Sabéis si Artur Mas llegó a verla?

-A mí me haría ilusión que Artur Mas viese Ocho apellidos catalanes. A ver: Artur Mas no va a recibir ninguna lección política con eso, sólo podrá reírse. No es película para molestar a nadie, sino para reírse.

-Este año, Ocho apellidos catalanes no consiguió ni una nominación en Los Goya. ¿Cómo lo han tomado?

-Yo lo entiendo. Nadie del equipo esperaba ninguna nominación. La gala de los Goya premia valores artísticos no industriales. Estoy muy orgulloso del éxito de taquilla, pero los Goya no tienen por qué premiar eso. Premian aquellas que aportan otras cosas, películas vistas por muy pocas personas pero que aportan valor ya sea por la historia que proponen, por la experimentación que realizan. Nuestro Goya son las colas de personas en los cines. Una vez que hemos conseguido eso, hemos ganado el Goya en nuestro terreno.

"Nadie esperaba una nominación. Nuestro Goya son las cosas de personas en los cines"

-Se ha publicado en muchos medios que tanto Borja Cobeaga como usted sufrieron presiones de Mediaset para acabar antes, porque la intención era meter los resultados de taquilla en las cuentas de 2015. ¿Eso es cierto?

-Desconozco totalmente las motivaciones de la agenda de estreno, pero sí puedo decir rotundamente que es mentira que nos metieran prisa. Si te piden que escribas una comedia en tres o cuatro meses, eso sí es meter presión. Pero a nosotros nos dieron 14 meses, eso es mucho tiempo. El plazo es más que razonable. Es lo que puedo decir en lo que al guión respecta. Hemos trabajado con buen ritmo. Convenía no dilatarse.

-Da qué pensar el hecho de que, en este caso, se diera tanta importancia mediática a los guionistas, cuando normalmente los focos los acaparan los actores o el director.

-Es importante. Me parece interesante que igual que seguimos a un actor o un director, podamos descubrir a un guionista y encontrar en una o en otra filmografía. Borja y yo lo hemos afrontado no como un reconocimiento individual sino como algo que sirva para otros guionistas.

-Tanto Borja como usted provienen de la tele, del mundo de las series. En España hay una mayor inversión, sobre todo en producciones históricas, ¿por qué no hay tanta voluntad de abordar temas más ácidos, como se hizo con Crematorio?

-Esa serie estaba producida por un canal de pago. El reto es que una serie como Crematorio se haga en Antena 3, que con ese tono lleguen al prime time. Es más complicado, claro. Por distintas cosas: que alguien la emita y, por otro lado, que la gente la vea. Y no sé si la gente esté dispuesta a consumir ese registro.

-Buena parte de la potencia de Ocho apellidos catalanes viene del hecho de que tenía a una televisora como respaldo. ¿Qué diferencia hay entre tener un grupo mediático detrás y hacer cine apelando a subvenciones?

-Son vehículos distintos para crear distintas historias. Cuando hago una peli con Telecinco o Antena 3 sé dónde estoy y qué se espera de mí. Allí funciona un determinado tipo de historias que deben tener un mínimo de espectadores. Cuando quieres hacer una historia con más libertad hay que buscar unas vías que no impliquen a una cadena con intereses industriales, que son muy respetables y tienen que existir además. En España, el equivalente a las Majors de Hollywood son las teles. Creo que esos dos tipos de cine son necesarios: un cine masivo y otro menos popular que haga avanzar el tono. De lo contrario estaríamos haciendo siempre las mismas películas para las mismas personas. El cine popular tiene que estar conectado con el público.

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