España

Sánchez busca legitimar la amnistía con una consulta a las bases del PSOE sobre sus pactos con Junts y ERC

Los estatutos del partido solo fijan la necesidad de someter al escrutinio de la militancia el acuerdo de coalición alcanzado con Sumar

Pedro Sánchez tiene lista su estratagema. El presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista a la investidura ha anunciado este viernes que la consulta que el PSOE hará a su militancia no sólo incluirá el acuerdo de coalición con Sumar -suscrito este martes-, sino también los pactos que el partido firme con otras formaciones, entre las que se incluyen Junts, ERC y Bildu. Esa es la forma que tiene Sánchez de legitimar entre sus bases la amnistía que está negociando con Carles Puigdemont, aunque no pregunte directamente por ella ni haya explicado qué está tratando con el secesionismo.

Sánchez ha hecho este anuncio en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo Europeo en Bruselas; un día antes del Comité Federal del PSOE que tiene previsto dar el pistoletazo de salida a la consulta. Los estatutos del partido obligan a la dirección a someter los acuerdos de gobierno a consulta de la militancia, como ocurrió con el acuerdo de la pasada legislatura con Unidas Podemos.

El presidente en funciones ha explicado: "En esta ocasión vamos a incorporar si la militancia avala que logremos acuerdos parlamentarios con el resto de formaciones políticas que nos permitan lograr la mayoría parlamentaria para la investidura". Sánchez, además, ha eludido fomentar la discrepancia en el seno del PSOE por la amnistía y, por eso, no ha valorado la intención del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page de mostrar su rechazo a la medida de gracia.

Somos una organización democrática porque hay debate tanto dentro como fuera de los órganosPedro Sánchez, presidente del Gobierno

"El PSOE va a hablar, y va a hablar como suele hacerlo. Somos una organización democrática porque hay debate tanto dentro como fuera de los órganos. En los estatutos se fijan los cauces de participación tanto de los máximos representantes en el Comité Federal como la participación de la militancia", ha desgranado Sánchez.

Ya han pasado tres semanas desde que el Rey encargara a Sánchez buscar apoyos para ser investido, los nervios siguen instalados en Moncloa. Y en el PSOE. Tanto, que se vieron obligados a organizar la parafernalia con Yolanda Díaz para provocar una suerte de efecto cascada que mueva al resto de socios de Sánchez. Especialmente a Puigdemont. Aunque, por supuesto, también a ERC, al PNV y al resto de aliados de la mayoría de estos últimos cuatro años.

Poco a poco, Sánchez ha roto cada uno de los plazos que se puso en el calendario para explicar la amnistía, que no deja de ser otra cosa que su llave para permanecer a los mandos del país. En septiembre, el aparato de persuasión del Ejecutivo se escudaba en que era el momento de Alberto Núñez Feijóo y, por tanto, no era oportuno enfocarse en la medida de gracia, porque removía al Partido Socialista. Era el tiempo de Felipe González y Alfonso Guerra estallando contra Sánchez, quien para evitar que se hablara de la amnistía eludió participar en el debate de investidura del líder del PP.

Las patadas al balón

Luego, en Nueva York, durante el plenario de las Naciones Unidas, el presidente advirtió de que en cuanto recibiera el encargo del Rey para someterse a la confianza de los diputados abordaría "con total franqueza" su postura sobre la negociación con Junts y el resto de partidos independentistas. Después, Sánchez volvió a dar una patada al balón con la ronda de encuentros con los portavoces en el Congreso. Dijo que una vez concluyera fijaría su postura ante la amnistía y sobre la negociación. La ronda empezó el 9 de octubre y finalizó el 13 sin dar explicación alguna.

Tras entrevistarse con todos los responsables de los grupos parlamentarios, excepto Vox, el presidente designó una comisión negociadora que, supuestamente, iba a ser la encargada de seguir conversando en aras de recabar los apoyos necesarios. Pero esa comisión es un mero fuego de artificio: abierta a más personas de las que de verdad están en el ajo.

Fuentes socialistas de alto nivel, además, apuntan a que Sánchez sigue sin poner fecha para la investidura porque no quiere presionar a Junts. El presidente en funciones cree que podría llevarles a reventar la negociación. "No ponemos fecha, lo pueden percibir como una pistola", sintetizan en Moncloa. El núcleo duro del presidente sigue vendiendo optimismo. Y, por supuesto, "discreción". El PSOE lleva semanas sin ofrecer ruedas de prensa. El apagón informativo sigue vigente.

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