Bañuelos no tiene una obsesión con volver a hacer negocios en España pero no lo descarta en absoluto. De hecho, cada vez son más frecuentes sus visitas a Madrid, donde tiene encuentros con inversores tanto en la oficina del exclusivo barrio de Salamanca como en la del Paseo de Castellana, en el singular edificio de La Pirámide.
Los planes del empresario valenciano no sufrirán excesivos cambios después de desinvertir en Vanguarda Agro, el gigante agroalimentario brasileño que contribuyó a pergeñar pero que no pudo seguir su ritmo. Los aproximadamente 120 millones de euros que ha ingresado por la operación, ejecutada en dos etapas, serán reinvertidos probablemente sin salir de Brasil e incluso sin abandonar el sector agroalimentario, que le ha conquistado definitivamente por sus posibilidades, dejando en un segundo plano el inmobiliario, del que procedía.
Pero el empresario levantino irá más allá, con algún que otro error del pasado muy presente para no volver a cometerlo. Veremonte, el holding con el que opera, ya no será un accionista en minoría sino predominante. Llevará las riendas del proyecto que ha tenido a Bañuelos ocupado en los últimos meses y que no ha podido desarrollar en Vanguarda Agro: la conexión entre los mercados agroalimentarios de China y Latinoamérica, con la inestimable colaboración de Xavier Adserá, al que fichó hace un año para el holding.
Por lo pronto, Veremonte acaba de abrir oficina en Colombia, la segunda en la región después de la de Sao Paulo. Mientras Brasil será el centro de operaciones para el sector agroalimentario, en Colombia busca un negocio que le resulta familiar: el de las viviendas sociales. De hecho, fue el ambicioso plan en este capítulo del Gobierno brasileño, entonces liderado por Luiz Inacio Lula da Silva, el que atrajo a Bañuelos al país emergente.
Viviendas sociales
El Gobierno colombiano cuenta también con planes de desarrollo en el sector inmobiliario que Bañuelos no está dispuesto a dejar pasar. Y como colofón, España, que le sirve de plataforma para contactar con inversores sin olvidar un mercado que, en su día, tuvo que abandonar y que ahora podría ofrecerle excelentes oportunidades.
A modo de curiosidad, los ingresos que le han reportado las operaciones de desinversión en Brasil le permitirían actualmente adquirir el 100% de Quabit, heredera de la antigua Astroc, la inmobiliaria que Bañuelos fundó en los albores del presente siglo y que sacó posteriormente a bolsa para convertirla en el paradigma de la generación y posterior estallido de la burbuja.
Astroc llegó a contar con una capitalización superior a los 9.000 millones de euros. A precios actuales de mercado, Quabit tiene un valor en bolsa que oscila entre los 75 y los 80 millones de euros. De hecho, Bañuelos aún posee una pequeña participación en la compañía, de forma directa.