Opinión

El rey del bulo

No le preguntaron por qué no ofrece una rueda de prensa para explicar los negocios de Bego Fundraiser  y el gran director de orquesta

  • Pedro Sánchez con Silvia Intxaurrondo

Tras la victoria del PP en las europeas,  el comité ejecutivo del PSOE aplaudió a Pedro Sánchez como si hubiera ganado por goleada: la realidad ha sido abolida por el gobierno progresista y ya no interfiere en el relato. Y el miércoles, nuestro triunfante caudillo invicto salió a anunciar las buenas nuevas.

Primero se pasó un ratito por el Congreso, con lo que le fastidia a él eso de mezclarse con los diputados rasos propios y ajenos, gentes indignas de su augusta y ya no tan hermosa presencia. Apenas estuvo allí 20 minutos,  el tiempo justo para chotearse de Feijóo y culparle de la existencia del “señor Alvise” —por favor, que alguien le explique que Alvise no es apellido: o señor Pérez o don Alvise—, chotearse igualmente de Abascal —“lo peor de Sánchez está por llegar”— y escuchar a Rufián. Tras mostrarse muy impaciente por la lentitud con la que Sánchez está implantando la dictadura prometida en sus Cartas a los panolis, el jienense independentista hizo un brevísimo y acertado análisis en el que no quiso profundizar: la derecha avanza porque la izquierda no está atendiendo las necesidades del pueblo.  Sánchez le riñó cariñosamente por haber dado la presidencia del parlamento catalán a Junts —como si él no fuera rehén de Puigdemont— y aseguró que antes del verano presentará un “paquete de calidad democrática”.

Después, salió pitando para RTVE, donde le aguardaban Silvia Intxaurrondo y Marc Sala —ya es casualidad que una sea vasca y el otro catalán, ¿eh?— con impaciencia de club de fans. Si yo fuera Autocrátor, también querría ser interrogado por una periodista a la que acabo de contratar por medio millón de euros que pagarán mis súbditos. No sé cuánto cobra el otro, pero si no fuera afín a la causa, no habría podido respirar a menos de dos kilómetros de Su Persona. Sabiéndose dueño nuestra tele,   el presidente estaba relajado, seguro de que no tendría que irse por los Cerros de Úbeda porque nadie le haría preguntas comprometedoras y, sobre todo, porque nadie tenía interés en desenmascarar sus falacias.

Desinformación y mentiras

Empezó diciendo que las dos ultraderechas, la del señor Abascal y la del señor Alvise, son la propuesta de proyecto político del Partido Popular (bulo), y a lo largo de la entrevista explicó lo del “paquete de calidad democrática”, que no es una caja con una urna llena de votos, sino un eufemismo de dictadura. Sin embargo, obvió la reflexión rufianesca: el avance de la ultraderecha no se debe a las absurdas políticas de la izquierda, sino a la desinformación, las mentiras y los bulos que esparce la máquina del fango (bulo). Máquina que tiene su sede social en la Comunidad de Madrid  y que sirve lo mismo para un roto que para un descosido, pues también es la culpable de las imputaciones de su mujer y su hermano, que nunca han hecho nada cuestionable (bulo). Al parecer, la tricéfala internacional ultraderechista quiere derribar al simpático gobierno progresista y, para ello, publica mentiras en “tabloides digitales” que, más tarde, se ven amplificadas por las tertulias radiofónicas y televisivas, donde, según él, los tertulianos progresistas están infrarrepresentados (bulo y bien gordo).

En cualquier caso, ninguno de sus periodistas le preguntó por qué no se querella contra esos medios —que sería lo normal y lo democrático— en lugar de sacar leyes para cerrar la boca hasta al último disidente. O por qué no da una rueda de prensa para explicar los negocios de Bego Fundraiser  y el gran director de orquesta. Y no se lo preguntaron porque, a excepción de un bulo —que podría deberse a una falta de rigor más que a la voluntad de difamar—, lo que ha llegado a los juzgados es información contrastada, documentada y firmada por profesionales de prestigio.

Quiere que los jueces dependan de él, pues hoy  no puede acudir a los tribunales para que condenen a unos periodistas por hacer su trabajo

Que es precisamente de lo que carecen los bienpagados de TVE,quienes, humanos y comprensivos, se interesaron por saber cómo está viviendo el drama familiar. Bueno, él no acaba de llevarlo mal, contestó, porque sabe que su mujer y su hermano son inocentes y que están siendo investigados por ser familiares suyos, para quebrarle. Pero en un momento dado, cuando quería decir que sentía cierta indignación, le traicionó el subconsciente y dijo que sentía “un punto de indignidad”.

Aunque tiene a la fiscalía  —que es otro abogado defensor de su mujer— y al Tribunal Constitucional comiendo en su mano, ahora también quiere que los jueces dependan de él, pues hoy  no puede acudir a los tribunales para que condenen a unos periodistas por hacer su trabajo. De modo que, en un acto de pisuerguismo, va a aprovechar la no renovación de CGPJ para quitarle la facultad de elegir a los jueces del Supremo y los Tribunales Superiores de Justicia.  Y aunque ni Intxaurrondo ni Sala hicieron el más mínimo aspaviento de desaprobación democrática, él se justificó diciendo que, a fin de cuentas, la soberanía nacional reside en el Congreso. Mentira:
Artículo 1.2. de la Constitución:  La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.

La Justicia será él, y una comisión de expertos decidirá quién puede escribir y quién debe ser neutralizado.
Que Dios asista a los valientes.

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