Opinión

Penúltimo bulo: la 'locomotora' de Europa

Comparados con los demás países de la UE, somos uno de los cinco -junto con Bélgica, Francia, Grecia, e Italia- cuya deuda supera la renta per cápita

Enfrentado con el orden moral occidental y el Estado de Derecho, el Gobierno no ceja en su afán de ofrecer noticias y valoraciones sesgadas cuando no directamente falsas sobre la marcha de la economía con lemas que no se encontrarán jamás en ningún manual al uso. Tras insistir que la economía española era “un cohete”, ahora lo acaban de aterrizar, para transmutarlo en una “locomotora”.

Los cinco parámetros básicos para enjuiciar seriamente la marcha de una economía son los siguientes:

  • La tasa de crecimiento real -sin inflación- de la renta per cápita.
  • El nivel y evolución del desempleo
  • El nivel y evolución de la productividad
  • La deuda pública acumulada per cápita.
  • El intervencionismo público en el libre desarrollo de la función empresarial.

Aunque ha habido y sigue habiendo críticos, más o menos serios, acerca de la medición de la renta per cápita, ninguno ellos has sido capaz de formular nunca una alternativa paradigmática, por lo que sigue siendo el fiel indicador de la verdadera riqueza de las personas. En todo caso se pueden añadir mediciones acerca de su posible dispersión, que en el caso de Europa y España -por su homogeneidad social- no la modifican.

Desde que gobierna Sánchez, el crecimiento acumulado de la renta per cápita española ha sido menos de la mitad -un 42%, en valores constantes del Banco Mundial- de la media de la UE.

Si observamos el cuadro siguiente, que recoge los resultados obtenidos desde Felipe González hasta Sánchez, su valoración salta a la vista: salvo el desastre de Zapatero – y aún sigue sonriendo– que consiguió durante su mandato el único retroceso histórico de la renta per cápita en tiempos de paz, Sánchez ha obtenido hasta ahora un resultado acumulado casi inapreciable y en términos comparativos: ocho veces inferior a Rajoy, casi once veces menor que Aznar y diez veces por debajo de González.

En el periodo considerado se produjeron dos importantes crisis económicas internacionales: la financiera del 2008 y la asociada a la pandemia, que pudieran servir de excusa a nuestros tres últimos gobernantes. Pero puesto que ambas fueron comunes con los demás países, si nos comparamos con ellos, los resultados todavía empeoran más la gestión de Sánchez y por supuesto la de Zapatero. Mientras que González mejoró la convergencia con la media de la UE un 4,7%, Aznar un 4,43% y Rajoy un 2,19%, Zapatero la empeoró un 9,44% y Sánchez y 6,38%. Si los tres primeros mejoraron nuestra convergencia con la UE un 11,32 %, los dos últimos nos alejaron un 15,82%, algo nunca acontecido en nuestra historia. En sus casi catorce años de gobierno, el socialismo del siglo XXI ha echado para atrás los encomiables logros conseguidos por González, Aznar y Rajoy en sus veintiocho años de mandatos. La “locomotora” socialista es por tanto la más lenta de Europa y de nuestra historia.

Quienes asimilan nuestra economía a “una locomotora” encajan en la definición de demagogo de Henry Louis Mencken (1880-1956), un periodista, ensayista satírico y crítico cultural  norteamericano que hizo fortuna describiéndolo como “quien predica doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas.” En materia de empleo, el gobierno no cesa de enviar mensajes acerca de cómo aumenta, como si no supiéramos de fuentes de la Unión Europea que España sigue siendo el único país miembro con desempleo de -datos del pasado mes de julio- dos dígitos: un 11,5% con maquillaje estadístico incluido, es decir más de un 50% superior a la media. Exhibir en público, con grandes sonrisas todo lo contrario, nos sigue recordando a Mencken.

Los últimos datos disponibles nos sitúan por debajo de la media de la UE y la eurozona: solo están peor Portugal y los países del este europeo

El nivel de productividad, palabra que jamás usan -ni sabrán qué significa- los relatores que en La Moncloa se inventan los bulos del gobierno, es determinante de la prosperidad de las naciones; es decir, de la renta per cápita. Los últimos datos disponibles nos sitúan por debajo de la media de la UE y la eurozona: solo están peor Portugal y los países del este europeo. Coincidiendo con el periodo de gobierno de Sánchez, la productividad por ocupado en España cayó un 1,9%, mientras que en Europa subió un 1,3%. El motor de la “locomotora” no puede ser más impotente.

Si nos fijamos en la deuda pública, la desvergonzada expresión de un supuesto estado de bienestar de hoy que estarán obligados a pagar las nuevas generaciones, quienes ni han sido consultadas e incluso no han nacido todavía, aquí sí que viene al caso que “va como un cohete”; el socialismo del siglo XXI ha triplicado su cuantía per cápita. Si en 2007 era de 8.433$ per cápita y equivalente a un 38% del salario medio, ahora supera los 31.277€ frente a un salario de 28.360€.

Comparados con los demás países de la UE, somos uno de los cinco -junto con Bélgica, Francia, Grecia, e Italia- cuya deuda supera la renta per cápita. Se trata de los mismos que llevan décadas divergiendo de la renta per cápita media europea. Con sobrecargas como esta, la “locomotora” no pude ir ni veloz ni lejos.

Los remedios que conducen a una constante mejora de la prosperidad económica y consecuentemente social, son justamente los contrarios de los que han dado lugar a los pésimos resultados antes relatados. He aquí, los más básicos:

  • Mercados contestables; en los que la entrada y salida de los mismos sea libre, y no controlada por los intereses creados -la empresas denominadas incumbentes- que mediante la “acción colectiva” -debida a Mancur Olson- de los lobbies amigos de los políticos y sindicatos de turno, mantienen su estatus quo mientras sus renovación apenas si tiene lugar.
  • Eliminación de todo tipo de trabas -un millón de páginas de boletines oficiales del gobierno, autonomías y ayuntamientos todos los años- que constriñen el ejercicio de la función empresarial.
  • Inversión -privada, no pública– en innovación tecnológica, incentivada con mecanismos -ya muy probados con éxito- fiscales que incentiven el “capital riesgo” y los gastos en I+D de la empresas; lo que debe acompañarse de la exclusión de la inspección fiscal del ministerio de hacienda, para dejar en manos de una agencia independiente del gobierno el cumplimiento de la normativa al respecto.
  • Elevar y adaptar todos los perfiles educativos a exigentes, cambiantes y nuevos mercados; lo que exige poner patas arriba el perverso sistema educativo actual, que ha venido siendo imprescindible compañero de viaje de los descritos malos resultados de los últimos años

Llama la atención que incluso los medios de comunicación menos obedientes a las consignas gubernamentales repiquen con frecuencia los datos coyunturales insignificantes o falsos que propaga el gobierno junto con sus ridículos apelativos y que incluso la oposición política no insista pedagógica y frecuentemente, con datos estructurales contrastados, en los evidentes fracasos del gobierno.

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