Opinión

¿Ganan mucho los bancos?

Los integrantes del Gobierno, y sus corifeos mediáticos, no paran de repetir que los bancos tienen beneficios extraordinarios y que tienen que contribuir más a las arcas públicas para que ellos puedan gastárselo

  • Fachada del Banco de España en Madrid.

Los integrantes del Gobierno, y sus corifeos mediáticos, no paran de repetir que los bancos tienen beneficios extraordinarios y que tienen que contribuir más a las arcas públicas para que ellos puedan gastárselo. Aprovechando la presentación de los resultados anuales, se han rasgado ahora las vestiduras proclamando que, entre los seis bancos cotizados en Bolsa, han ganado 20.850 millones. Lo que, supuestamente, sería una barbaridad y justificaría cualquier medida arbitraria contra ellos…

Veamos. Para empezar, las cifras absolutas no dicen gran cosa. Hay que ponerlas en relación con el volumen de negocio o con el importe del capital empleado. Pues bien, los activos totales de estas seis entidades suman, a 31 de diciembre, 3 billones y medio de euros y los fondos propios ascienden a un cuarto de billón de euros. Por lo que, al lado de estos datos, aquellos beneficios no son nada espectaculares, precisamente.

Se aduce que nuestras dos principales entidades han logrado beneficios “históricos”, que nunca habían ganado tanto dinero… Pero lo normal sería que cada año una empresa lograse nuevos máximos de beneficio. Si el entono no es especialmente malo y si la empresa está bien gestionada, eso es lo que debería pasar. Pues bien, en el caso de estas dos entidades, ¡hacía 15 años! que no se alcanzaba esa cifra. Por la crisis financiera, por los tipos de interés negativos, por el Covid, etc… ¿Cómo puede alguien sensato decir que la consecución de un nuevo máximo 15 años después, y tras compras de nuevos negocios por el camino, sea algo indicativo de un carácter extraordinario? 

Pero, nuestras entidades, ¿son suficientemente rentables o no?

Pero, nuestras entidades, ¿son suficientemente rentables o no? Los analistas financieros utilizan como medida principal la rentabilidad sobre capital y la comparan con el coste de capital, es decir el mínimo que los inversores exigen para arriesgar su dinero. El cálculo de la rentabilidad sobre capital podemos hacerlo a través del ROE (Bº/fondos propios) o del ROTE (Bº/patrimonio neto tangible). Esta última medida es la más aceptada, aunque a mí me parece sesgada al alza, en el caso de BBVA y Santander, porque disminuye mucho el denominador al haber pérdidas cambiarias cargadas directamente contra el patrimonio contable sin haber pasado por la cuenta de resultados. Pero, incluso usándola, encontramos niveles de ROTE entre el 4% de Unicaja y el 15% del BBVA, que no superan en la mayor parte de los casos el mencionado coste de capital.

El coste de capital es variable entre las entidades, en función de su nivel de riesgo. En las centradas en España, es relativamente bajo y se considera que no anda muy alejado del entorno del 10%. En BBVA, que es la entidad de mayor riesgo, y también en Santander, es bastante más alto y se sitúa por encima del 15%. En cualquier caso, la prueba del nueve es ver si el precio de las entidades es superior o no a su valor contable. Si está por encima, quiere decir que gana más que su coste de capital. Y, si está por debajo, es que está destruyendo capital, al ganar menos.

Pues bien, solo Bankinter cotiza de manera continuada por encima de su valor contable y lo hace actualmente alrededor del 130%. Caixabank, con su subida reciente de precio toca el nivel del 100%, aunque hace falta que se consolide. BBVA y Santander se ubican en niveles del 90 y 80% porque no ganan aún lo suficiente. Sabadell anda por el 60% y Unicaja alrededor del 50%. La conclusión es que, con alguna excepción, el sector no gana todavía lo que exigen los mercados.

En fin, también hay quien nos dice que los bancos pagan demasiados dividendos y que, en lugar de eso, deberían mejorar la atención a sus clientes, o abonar más intereses a los depósitos. Por supuesto que esto debe hacerse en sus justos términos para asegurar que la entidad sea competitiva a medio plazo. Pero no puede omitirse la necesidad y conveniencia de una adecuada remuneración a los accionistas. Que son quienes aseguran la posibilidad de que exista la empresa y que incluyen a muchos pequeños ahorradoºres además de grandes fondos. Y no se puede olvidar que venimos de una pandemia en la que se prohibió a los bancos pagar dividendo y, más allá, de muchos años de escasos desembolsos por la crisis. 

Hay quien nos dice que los bancos pagan demasiados dividendos y que, en lugar de eso, deberían mejorar la atención a sus clientes, o abonar más intereses a los depósitos.

Hay ministros del gobierno que atacan los altos bonus de algunos empleados, olvidando que obedecen a que tenemos dos multinacionales bancarias de primer nivel mundial y que la retribución tiene que ser competitiva. Ojalá tuviéramos más empresas así... y menos ministros demagogos y populistas como los de Frankenstein.

Otros atacan las recompras y amortización de acciones. El editorial de un medio afín al gobierno decía el otro día que con ello se buscaba revalorizar el precio de las acciones mediante “maniobras contables”. Evidentemente, la ignorancia es osada ante una actuación usual en los mercados y en las empresas…

En fin, también hay quien dice que no se justifica esa remuneración a los accionistas porque los bancos españoles tienen menos capital que los europeos

En fin, también hay quien dice que no se justifica esa remuneración a los accionistas porque los bancos españoles tienen menos capital que los europeos. Es un argumento poco sólido: por un lado, es el propio BCE quien ha aprobado dichos pagos; por otro, nuestras entidades superan con mucho los niveles exigidos y además el alto componente de banca minorista en su negocio, y los activos de inferior ponderación, llevan a una exigencia de capital menor que en otras entidades europeas.

En definitiva, lo que hay detrás de todo esto es una campaña gubernamental para demonizar al sector y justificar el impuesto absurdo que se ha establecido sobre los ingresos netos ordinarios de los bancos (no, por cierto, sobre beneficios extraordinarios como dicen). Lo que hay son intereses electorales. Pero todo esto también pone de manifiesto la insolvencia técnica y financiera de los ministros, portavoces y terminales mediáticas que lo recitan.

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