Opinión

La Chiqui Ministra se enfada con TVE

Tan ufana que se había puesto Silvia Intxaurrondo con las cifras de audiencia de su programa matinal en la Televisión Espantosa – hay gente p’a tó – y va la vicepresidenta Marijesú y se mosquea porque intentaron hacerle una entrevista sin

Tan ufana que se había puesto Silvia Intxaurrondo con las cifras de audiencia de su programa matinal en la Televisión Espantosa – hay gente p’a tó – y va la vicepresidenta Marijesú y se mosquea porque intentaron hacerle una entrevista sin éxito. No por las preguntas, que seguro que eran todas amables y propias de gente que ha ido a buenos colegios o que, como mínimo, saben muy bien qué mano les da de comer; tampoco porque le dijeran que fuera escueta en las respuestas, cosa imposible en dicha señora que posee la locuacidad de Cánovas, Castelar, Sagasta, Cicerón, Ortega y Gasset – los dos – y José María García, juntos.

El desastre fue técnico, cosa que ahora pasa poquísimo gracias a la profesionalidad de los profesionales que colaboran con sus colaboraciones en las retransmisiones que se retransmiten, como diría la vicepresidenta. Sucedió que al periodista le pasó aquello tan horroroso de saludar a la invitada y, empezada la entrevista, que esta no le oyera, y volverlo intentar y nada, y volver a la carga y que si quieres arroz, Catalina. La cosa no pintaba mal al inicio. Aquí la vice, aquí una audiencia. Montero empezó a soltar su rollo acerca de ese culmen del dadaísmo llamado Plan de Regeneración Democrático de Pedrete y el monólogo iba tirando más o menos, porque es de suyo plúmbeo, cuando a los siete minutos exactos la tragedia estalló. “Esto se ha cortado hace un rato, ¿eh?” decía con cara de malas pulgas Marijesú. El entrevistador, Marc Sala, empezó a inquietarse, máxime si se tiene en cuenta que de lo que hablaba, más o menos, la vicepresidenta era justamente de cómo combatir la desinformación. “No sé si me está escuchando. ¿Me escucha, vicepresidenta?” murmuraba como si orase ante el Monte Sinaí dirigiéndose a Moisés. “Vamos a intentar arreglarlo, pues parece que la vicepresidenta tiene algún problema para escucharnos”, explicó a cámara con cara de despedido por falta de respeto al gobierno. Vuelta a preguntar. Nada. La vice estaba empezando a cabrearse y ponía cara de tener que ir a declarar ante el juez. Dios no lo quiera, porque es lo peor que le puede pasar a uno de la pesoe, pues les provoca alferecía, agruras, hematomas en los lobulillos y retortijones de vientre.

Tan ufana que se había puesto Silvia Intxaurrondo con las cifras de audiencia de su programa matinal en la Televisión Espantosa y va la vicepresidenta Marijesú y se mosquea porque intentaron hacerle una entrevista sin éxito

Llegados a este punto, el naufragio era más que evidente. El presentador se disculpaba diciendo que lo volvían a intentar añadiendo que cruzaba los dedos, fíjate, pobre, con la gota de sudor frío recorriéndole la columna vertebral, pero ná de ná. Y esa mujer de raza, con casta, genio y poderío, se arrebujó en su mantón hecho a base de aplausos frenéticos, palabros indescifrables y roneos de fiestas de pueblo diciendo “ha vuelto a cortarse. Ya está. Aquí se queda la entrevista”. Sala se quedó más hundido que el Titanic después de intimar con el iceberg. Dijo que aquello no se lo merecía ni la ministra ni la audiencia, que intentarían volver a entrevistarla, que esas cosas pasan en directo y por poco no se acusa de haber sido el causante de la muerte de Manolete. 

En el momento de redactar este billete desconocemos si hay daños colaterales que lamentar o si se ha procedido a detener a los técnicos. Lo peor es que nos hemos quedado sin conocer lo que tenía que decirnos la interfecta sobre la libertad de expresión. Que poético sucedido. Los que aman la censura se quedan sin poder hablar. A esto se le denomina némesis.

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