Opinión

Seísmo en Seguridad Social: "Escrivá se metió en Vietnam y ya no puede salir"

El nerviosismo que se vive en las filas del Gobierno tiene un reflejo claro en el Ministerio de Inclusión, con dos dimisiones en 24 horas. El desgaste anima a saltar del barco y nadie de fuera quiere subirse

  • El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. -

Al Gobierno le cuesta ya contener el olor a agotamiento y ansiedad que se escapa por las rendijas de La Moncloa. No hay muros de contención suficientes para tapar el desgaste que la pandemia -y una guerra de postre- han provocado en las filas del Ejecutivo, al que ya dan por acabado 'los Ibex' y al que nadie quiere incorporarse a estas alturas. Para muestra, un botón: en menos de 24 horas han saltado del barco dos lugartenientes del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá.

Recordemos: este martes conocimos una doble dimisión en la cúpula ministerial. Salen el secretario de Estado de Seguridad Social y Pensiones, Israel Arroyo; y el de Migraciones, Jesús Perea. Los abandonos sorprenden por el momento -nadie lo esperaba- y por su magnitud -provocan un seísmo en el Ministerio con las reformas de las pensiones y de los autónomos patas arriba, y en plena crisis de refugiados de Ucrania-.

Habla uno de los 'negociadores' de los agentes sociales que ha tratado con Arroyo: "Nos ha pillado por sorpresa. Venía participando en las reuniones como si nada". En el entorno del Ministerio se alude al cansancio acumulado durante la larga crisis originada por un virus en Wuhan. También quitan hierro al hueco que queda vacante: "Su sustituto conoce perfectamente los temas". Fuentes ministeriales aseguran, al tiempo, que el secretario de Estado de la Seguridad Social aún permanecerá unos días en el cargo, para intentar cerrar la negociación con los autónomos.

"En honor a la verdad, lo cierto es que ningún gobierno en democracia se ha comido lo que éste: una pandemia y una guerra en Europa", añade el presidente de una empresa con sede en Madrid y 15.000 empleados en nómina. Ese hecho objetivo, sin embargo, no sirve para justificar, a su juicio, la deriva emprendida hace mucho por Pedro Sánchez, que ha convertido la deuda pública en el talón de Aquiles de nuestra economía. Y que no ha logrado profundizar, de verdad, en las reformas que necesita el país.

Es esa sensación de impotencia la que está generando en las filas del Ejecutivo "mucho nerviosismo", a ojos de un analista que conoce bien a algunos ministros económicos. El ejemplo más evidente es el último: el del Ministerio de Escrivá . "Las reformas no están saliendo como se esperaba, cada vez cuesta más. Y a estas alturas, con la legislatura enfilada hacia la recta final, nadie en la empresa privada se atreve a sumarse al proyecto".

Dimisiones en el Ministerio de Escrivá
El secretario de Estado de la Seguridad Social, Israel Arroyo.

Esa teoría explicaría por qué Escrivá tira de banquillo en lugar de buscar otros perfiles fuera del Ministerio. Borja Suárez, actual director general de la Seguridad Social, sustituirá a Arroyo; y todas las quinielas apuntan como sustituta de Perea a Isabel Castro, directora general de Coordinación y Relaciones con el Parlamento del Gobierno balear.

El propio Perea sólo llevaba 14 meses al frente de la secretaría de Estado. A diferencia de su homólogo en Seguridad Social, donde ha pesado más la desazón por las reformas que no avanzan, el responsable de Migraciones sí ha mantenido discrepancias con un Escrivá cada vez más presionado.

"Las reformas no están saliendo como se esperaba, cada vez cuesta más. Y a estas alturas, con la legislatura enfilada hacia la recta final, nadie en la empresa privada se atreve a sumarse al proyecto"

El ministro está sufriendo un capítulo similar al que vivió la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, hace poco más de un año. Las dificultades -y las tensiones sobrevenidas- para sacar adelante el Plan de Recuperación provocaron la salida por goteo de varios altos cargos del Ministerio de Economía. A la cabeza de las deserciones figuraban Ana de la Cueva, mano derecha de Calviño; y Carmen Balsa, jefa de gabinete de la vicepresidenta.

A Escrivá le toca ahora vivir ahora otra secuela, en un momento hipersensible de la legislatura, con los nervios a flor de piel en el gobierno de coalición tras el batacazo en Andalucía. Quienes le conocen no camuflan su extrañeza ante algunas declaraciones recientes del ministro. El titular de Seguridad Social llegó a criticar la "falta de sofisticación" de los analistas del Banco de España, con quienes discrepa abiertamente sobre la indexación de las pensiones a la inflación. Más tarde calificó de "viejuno" el debate sobre la sostenibilidad de las pensiones, preguntándose en público "por qué algunos sectores lo fomentan".

Los desafíos de Escrivá

Escrivá tiene por delante un año y medio de infarto, contando con que Sánchez tenga oxígeno para agotar la legislatura. Sobre la mesa tiene en estos momentos la renovación del sistema de cotización de los autónomos. Y en pocas semanas tendrá que abordar el capítulo más espinoso de la reforma de las pensiones, que incluye la extensión del periodo de cálculo.

El estrés ministerial irá 'in crescendo' a medida que Bruselas apriete las tuercas. La laxitud con el calendario de reformas desaparecerá si la prima de riesgo se calienta, tras la retirada de estímulos del BCE. Si España necesita apoyo financiero de Fráncfort, la Comisión Europa exigirá hechos. Reformas pactadas, creíbles y listas para aplicar. La que tiene entre manos Escrivá será una de ellas. "Muchos se lo advertimos", afirma un conocido economista. "José Luis se metió en Vietnam y ya no puede salir de ahí".

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