Política

Felipe VI, el impulsor de un cambio radical en la gestión económica y en la transparencia de la Casa Real

La Corona ha dado un impulso a su transparencia bajo la Jefatura de Estado de Felipe VI; no sólo en sus cuentas, también en gestos cargados de simbolismo

Felipe VI ha dado pasos que hasta hace años se consideraban impensables en la Casa Real. Lejos quedan aquellos tiempos en los que la Jefatura del Estado, ostentada por Juan Carlos I, ocultaba sus cuentas y patrimonio; sus actividades y propiedades. El actual Rey, tomando nota de los traspiés que empujaron a su padre -el emérito- a la abdicación, ha abierto la Corona a la transparencia; no sólo en la gestión económica, también en gestos cargados de simbolismo, como apartar a su hermana, la infanta Cristina, de la agenda habitual de la Corona.

La abdicación de Juan Carlos I marcó un antes y un después. Y eso que, cuando en 2014 anunció su decisión de renunciar a la Corona, aún no había sombra de duda sobre su patrimonio. Fue en 2020 cuando el emérito comunicó que trasladaría su residencia fuera de España debido a "ciertos acontecimientos pasados" de su "vida privada".

Una afirmación demasiado genérica para las crecientes polémicas que se cernían sobre su capital: en esas fechas ya se habían abierto diversas investigaciones, tanto en España como en Suiza, sobre el patrimonio acumulado en cuentas bancarias. El destino elegido por Juan Carlos I para su destierro fue Emiratos Árabes Unidos, con cuyas autoridades -monárquicas y ejecutivas- mantiene una estrecha relación.

Aún hoy se cuentan sus visitas a España con cuentagotas. Una parte significativa del espectro político -principalmente, los aliados del PSOE que sostienen la legislatura de Pedro Sánchez- manifiestan su malestar por la presencia de Juan Carlos I y por la -consideran- condescendencia con la que aún se tratan los asuntos relativos al rey emérito.

Tampoco es habitual ver a Felipe VI junto a su padre. En cierta medida, porque ambos representan dos formas diferentes de entender la monarquía; cada una de ellas, ligada a un momento histórico diferentes. Si a Juan Carlos I se le considera una figura más cercana a la Transición, Felipe VI trata de mostrar una imagen de modernidad institucional y de planteamientos de futuro.

El patrimonio de Felipe VI

Y esa estrategia se basa, en buena medida, en la transparencia. Felipe VI hizo público en 2022 su patrimonio, que entonces ascendía a 2.573.392 euros: a saber, 2.267.942,80 euros correspondían a depósitos en cuentas corrientes o de ahorro, mientras que los 305.450 restantes atendían a objetos de arte, antigüedades y joyas personales.

Hay más. Ese mismo año se tomó la decisión de que el Tribunal de Cuentas fiscalice también los gastos de la Corona; una determinación que se aprobó a través de un decreto que modificaba el funcionamiento de la Casa Real, y que incluía además otras medidas como la obligación de que los altos cargos vinculados a la Jefatura del Estado hicieran pública su declaración de bienes al tomar y al dejar sus puestos.

El Rey Felipe VI en su llegada al acto.
El Rey Felipe VIEFE/ Bienvenido Velasco

El mismo decreto que abría la Casa Real a la transparencia también incluía un acuerdo para hacer públicos los contratos suscritos por la institución con empresas, siguiendo el procedimiento de la Administración. Se adaptaron, además, los presupuestos y la contabilidad de la Corona para alinearlos con las técnicas por las que se rige el sector público.

De este modo, la Casa Real cuenta con un espacio en la Plataforma de Contratación donde se publicitan las adjudicaciones asumidas por la institución. En los contratos superiores a 15.000 euros se debe incluir el anuncio de licitación, pliegos de condiciones, las adjudicaciones y el contrato. También se tomó la decisión de que la página web de la Casa Real publique trimestralmente los datos relacionados con los contratos menores.

Las infantas Elena y Cristina

Pero la transparencia de la Casa Real no está sólo vinculada a aspectos administrativos; Felipe VI también ha asumido gestos cargados de simbolismo con el objetivo de extender esa imagen de limpieza a toda la Corona. Con la abdicación también llegó el relevo a una nueva generación. Y, por tanto, la oportunidad de dejar de lado en actos institucionales a familiares directos salpicados por escándalos de corrupción.

Es el caso de la infanta Cristina, quien se sentó en el banquillo por el caso Nóos; un episodio que acabó con el encarcelamiento de su marido, Iñaki de Urdangarin. La infanta remitió entonces una carta a Felipe VI en la que renunciaba voluntariamente a seguir usando el título de duquesa de Palma.

Desde entonces no es habitual ver a la infanta Cristina en actos públicos; y, ni mucho menos, en proximidad con Felipe VI. La única que aún mantiene cierta ascendencia en actos públicos y en representación de la Casa Real es la infanta Elena.

Un ejercicio de transparencia; no sólo sobre el papel, también en los actos públicos, para cumplir con aquello de "una monarquía renovada para un tiempo nuevo" que Felipe VI anunció en su discurso de proclamación.

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