No es muy conocido, pero excepcional es el concierto musical en el que no se muestre su trabajo, artesanal y amoroso. Es el constructor de arte sonoro gracias a sus manos, a unas cuerdas y a la madera. El lutier es, según el diccionario de la lengua, “el fabricante o reparador de instrumentos musicales de cuerda”.
En un pueblo de las cercanías de la capital de España entrevistamos a Gerónimo Mateo, un hombre realmente apasionado. La empresa familiar que lleva su nombre lleva un cuarto de siglo produciendo a partir de que, en una edad madura, a los 40 años, decidió cambiar de profesión “porque tenía pasión por las guitarras”.
De hecho, confiesa que cuando era tan solo un adolescente sus padres le regalaron una guitarra pero “como no había nacido para ser músico, porque no tenía cualidades, la pasión me condujo, de forma autodidacta, a ser constructor del instrumento que más admiro, la guitarra y, con ellas, la ilusión por fabricar cultura y sueños".
Casi 5.000 guitarras
-¿En qué consiste el oficio o profesión de lutier?
- Nuestro oficio es crear instrumentos para que los músicos, en el sentido abierto, puedan desarrollar su trabajo, es decir interpretar o crear. Digo lo del sentido abierto porque grandes músicos no han pasado por el conservatorio y han sido autodidactas.
Para que sea un buen instrumento hay que tener en cuenta tres factores: que tenga un sonido limpio; que tenga un confort de juego, es decir que tenga la apropiada altura de cuerdas, en suma que no sea difícil de tocar; y tiene que tener también una belleza estética, que apetezca tocarla
- ¿Un poco como le ha ocurrido a usted como lutier?
- Efectivamente antes me dedicaba a otro oficio pero crear instrumentos era mi pasión, mi gran ilusión que, afortunadamente y también de forma autodidacta, voy cumpliendo desde hace 25 años.
- ¿Cómo comenzó en esto de la creación de guitarras?
- Fue, como le decía, por puro entusiasmo. Era algo que me llenaba, poder crear, a partir de una madera bruta, un instrumento musical.
- ¿Tiene muchos clientes actualmente?
- El último número de serie que hemos puesto ha sido 4.900. Digo hemos porque trabajamos en equipo mi hijo Federico y yo. Esta cifra es el número real de instrumentos que hemos fabricado y casi el número exacto de nuestros clientes. Solo existen unos 15 o 20 de todos ellos que son clientes distribuidores, es decir que adquieren más de un instrumento y ellos mismos se encargan de la comercialización.
¿De dónde provienen las peticiones?
- De todo el mundo. Ahora estamos fabricando principalmente para Europa, América y Japón, aunque últimamente también nos llegan pedidos desde Australia.
Las guitarras de jazz acústicas son las más complicadas pero, también es cierto que, cuando las acabamos, nos enorgullecemos plenamente observando la calidad que aportan
- Es decir, que trabajan sobre pedido…
- Efectivamente, nosotros no tenemos stock, siempre trabajamos sobre una pieza que nos han encargado.
Diez semanas para hacer una guitarra
- ¿Cuánto tiempo tardan en hacer una guitarra?
Varía en función del tipo de guitarra que sea. Básicamente tenemos que tener en cuenta dos tiempos: el efectivo, dedicado a cada instrumento, que viene a ser de 80 horas en una guitarra clásica convencional, y entre 120-140 horas cuando fabricamos una guitarra de jazz; y luego está tiempo natural, es decir en cada etapa de construcción existen unos tiempos de espera. Cuando se acoplan piezas, etc. En definitiva, venimos a completar una guitarra en unas 10-12 semanas.
- ¿Cómo es su día a día en el trabajo?
- Se empieza con la selección de la madera, en función del tipo de guitarra que vamos a construir. Luego, entre mi hijo y yo nos repartimos las funciones, aunque tengo que dejar claro que cualquiera de los dos, por separado, somos capaces de realizar un instrumento completamente.
- En una guitarra hay que considerar las maderas, construcción, electrónica, etc. ¿Qué características fundamentales debe cumplir para que se considere realmente un buen instrumento?
- Nosotros hacemos guitarras acústicas siempre y el tema de la electrónica, a veces lo trabajamos, pero habitualmente no. Para que sea un buen instrumento hay que tener en cuenta tres factores: que tenga un sonido limpio; que tenga un confort de juego, es decir que tenga la apropiada altura de cuerdas, en suma que no sea difícil de tocar; y tiene que tener también una bella estética, que apetezca tocarla.
- Existen muchas marcas de guitarras en el mercado. ¿Algunas viven de su historia e inflan sus precios?
- Ciertamente hay marcas, como la mítica “Ramírez”, que se inició su producción a finales del siglo XIX. Nosotros trabajamos, sobre todo, las de cuerdas de nylon, que llaman “española”, aunque nos gusta más decir “flamenca” o “clásica”.
Nuestra producción de este tipo de guitarras suele estar en un precio entre 800 y 2.000 euros (950 y 2.350 dólares), pero de la guitarra “Ramírez”, se pueden encontrar en el mercado de la misma categoría que las nuestras desde 6.000 hasta 12.000 euros (7.000 y 14.000 dólares). Que no voy a criticar pero, sinceramente, pienso que están un poco infladas.
Transmitir emociones
- ¿Ustedes también fabrican violines?
Nosotros hacemos instrumentos de “cuerda pulsada”. Los violines, los cellos y otros son de “cuerda frotada”, que tienen otras características diferentes a la hora de su construcción y que no trabajamos.
- ¿Cuáles son los instrumentos más difíciles de fabricar?
De nuestra especialidad, sin duda, las guitarras de jazz acústicas son las más complicadas pero, también es cierto que, cuando las acabamos, nos enorgullecemos plenamente observando la calidad que aportan.
- ¿Cuál es la razón más gratificante de su oficio?
Ver que lo que has conseguido fabricar con tus propias manos, alguien, un intérprete, es capaz con ello de elaborar una bella música y de transmitir emociones al público.
- ¿Cuál es el instrumento que más le ha costado fabricar?
Una guitarra de jazz convencional americano. Un instrumento parecido en cierta manera al violín. Era mi sueño y, al final, lo conseguimos.
- ¿Algún intérprete que pueda contarse entre tus clientes?
Por no remitirme a personajes de gran envergadura, dado que debemos ser honestos y modestos ya que nuestras guitarras pasan por sus manos, pero también las de otros fabricantes, apuntaría a un virtuoso muy relevante: Javier Sánchez, un guitarrista de “gypsy jazz” o “swin gitan”, que es de lo mejor que existe en la actualidad.