Todo comenzó hace unas semanas, cuando el juez de la Corte Superior de Los Ángeles Elihu Berle, obligó a las cafeterías Starbucks de California a advertir a sus clientes del uso de acrilamida en sus cafés. Una sentencia que no tardó en llegar a Europa, poniendo en jaque a todos aquellos negocios que sirven alimentos como café, pan blando o, especialmente, patatas fritas, el alimento que más uso hace de un componente químico con tintes cancerígenos, la acrilamida.
¿Qué es la acrilamida?
La acrilamida es una sustancia formada cuando los alimentos son cocinados a temperatura superiores a los 120 grados. Es entonces cuando los azúcares y las proteínas reaccionan ante el cambio produciendo la acrilamida, especialmente en aquellos alimentos que presentan un mayor nivel de almidón y sucumben a un proceso de tostado o freidura más agresivo.
Es por ello que las patatas fritas, asadas y cualquiera de sus derivados han sido consideradas como el alimento con más acrilamida de todos, seguido del café, el pan blando o las galletitas saladas.
En lo que se refiere a la dieta de los más pequeños, los alimentos procesados con cereales están considerados como los más peligrosos, además de los productos de confitería y dulces industriales consumidos especialmente por niños y adolescentes.
Un componente también presente en el tabaco, producto mediante el que adquiere un nivel de exposición mucho mayor en comparación a la de los alimentos.
La acrilamida se ha convertido en un componente a paliar durante las últimas semanas, si bien otros expertos no han tardado en afirmar que, a pesar de las pruebas realizadas con animales que prueban la “probable” letalidad de la acrilamida, no ha sido confirmado que esta sustancia tenga una relación directa con el cáncer a través de su presencia en los alimentos.
“No cabe duda de que esta sustancia es cancerígena en ratones de laboratorio, pero nadie ha podido demostrar que la acrilamida que nos llega a los humanos a través de la alimentación tenga incidencia sobre el cáncer" – afirmaba Ricardo Cubedo, oncólogo del Institute of Oncology de Madrid.
Por otra parte, aquellos que sí creen en la presencia de la acrilamida como un componente nocivo para las personas, aseguran que sus efectos de exposición siempre pueden reducirse mientras se mantenga una dieta sana y equilibrada.