“No le gustaba siquiera abrir la puerta para encender la luz porque temía (era algo tan estúpido que no se atrevía a contárselo a nadie) que, mientras tanteaba en busca del interruptor, una garra espantosa se posara sobre su muñeca… y lo arrebatara hacia esa oscuridad que olía a suciedad, humedad y hortalizas podridas. ¡Qué estupidez! No existían monstruos con garras peludas y llenos de furia asesina. De vez en cuando, alguien se volvía loco y mataba a mucha gente (a veces Chet Huthley contaba cosas de esas en el informativo de la noche), y también estaban los comunistas, por supuesto, pero ningún monstruo horripilante vivía en el sótano. No obstante, la idea persistía”.
Este es un fragmento del primer capítulo de la novela “It” de Stephen King, un texto magistral sobre un maléfico payaso secuestraniños que ha hecho de la ciudad de Derry su coto de caza. Su versión cinematográfica, dirigida por Andy Muschietti, se estrenó el pasado mes de septiembre y ha logrado un enorme éxito de taquilla.
Otro de los nuevos títulos de terror de esta temporada es “Annabelle: Creation”, precuela de “Annabelle”, que era a su vez un "spin-off" de la película de 2013 “Expediente Warren: The Conjuring”.
Pues bien, la nueva cinta cuenta la historia de un fabricante de muñecas y de su esposa que, varios años después de perder a su hija, deciden acoger en su casa a una monja y varias niñas procedentes de un orfanato clausurado. Sin embargo, parece que a Annabelle, una de las creaciones del anfitrión, no le gustan demasiado los huéspedes…
Entre las últimas en llegar a las pantallas está también “El secreto de Marrowbone”, dirigida por Sergio G. Sánchez. La película narra la aventura de cuatro hermanos que, tras la muerte de su madre, se refugian en una vieja granja por miedo a ser separados. Sin embargo, pronto descubrirán que no están solos.
El entusiasmo de sentir angustia
Estos y otros títulos del género han sido acogidos con gran entusiasmo. A pesar de la tensión, el desasosiego y las escenas espeluznantes, el éxito de estas películas es notable.
Parece que al público le gusta pasar miedo. Pero, ¿qué sabemos sobre el miedo? “Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad”, explica la psicóloga Amaya Terrón.
El miedo por excelencia en el ser humano es a la muerte, porque no sabemos nada acerca de ella”
“Puede decirse que el miedo resulta desagradable para quien lo padece. Esta emoción, sin embargo, también funciona como un método de supervivencia, ya que pone en alerta a las personas y a los animales frente a una amenaza. De esta manera, una cebra que siente miedo por los leones, huirá apenas advierta la presencia de su depredador. Algo similar hará un hombre que, al escuchar disparos, se pone a resguardo por miedo a resultar herido”, añade.
La especialista aclara que existen miedos innatos, inherentes a la propia especie, y miedos adquiridos mediante el contacto con el ambiente y que se instauran por aprendizaje. Ejemplo de miedos innatos, aquellos con los que nacemos, son el miedo a los ruidos fuertes, a determinados animales, a la oscuridad o a la muerte, entre otros.
Por su parte, los miedos adquiridos “tienen que ver con la percepción de riesgo por la que interpretamos ciertas situaciones que comprometen, no solo nuestra supervivencia sino nuestra integridad física y emocional. Principalmente se adquieren por aprendizaje en interacción con el medio”, precisa.
Somos la única especie que puede sentir miedo sin algo delante que lo provoque “nada más que con la imaginación de nuestra mente, el recuerdo, la identificación o la proyección"
“Desde el punto de vista de la psicología, el miedo sería una respuesta adaptativa que nos protege de determinados estímulos que interpretamos, de forma innata o adquirida, como dañinos para nuestra supervivencia y bienestar físico y psicológico”, destaca.
La psicóloga indica que nos produce miedo todo aquello que no conocemos ni controlamos. “El miedo por excelencia en el ser humano es a la muerte, porque no sabemos nada acerca de ella; no entendemos cómo podemos dejar de existir; no la hemos experimentado ni la controlamos y supone una incertidumbre tal que nos aterra”, detalla.
Sentir sin vivir la situación completa
Grandes títulos del cine de terror como “El exorcista”, “Poltergeist” o “El resplandor” basan su éxito en historias salpicadas de fenómenos sobrenaturales. En este sentido, Amaya Terrón manifiesta que las películas "buscan el miedo a través del desconocimiento, de lo incontrolable y se centran en cosas que nunca hemos experimentado y para las que no tenemos reglas ni forma de entender". “Lo sobrenatural, aquello sobre lo que nadie sabe, lo oculto y desconocido es su baza principal”, apunta.
“A veces mezclan contenidos o situaciones realistas para encuadrar al espectador dentro de un escenario posible y que ponga a funcionar su sistema empático. Sin embargo, le sumergen en las más ficticias de las ilusiones para encontrar en esa mezcla el perfecto caldo de cultivo del terror más intenso y muchas películas, desde luego, lo consiguen”, afirma.
Las películas de miedo nos ponen frente a estímulos que nos provocan miedo e incluso terror, pero como meros espectadores, por lo que podemos experimentar la sensación sin el riesgo evidente que supone”
Terrón explica que las películas de miedo “nos ponen frente a estímulos que nos provocan miedo e incluso terror, pero como meros espectadores, por lo que podemos experimentar la sensación sin el riesgo evidente que supone. Nos gusta controlar y poner a prueba hasta nuestras emociones más disruptivas o impredecibles”, expone.
La psicóloga señala que somos la única especie que puede sentir miedo sin algo delante que lo provoque “nada más que la imaginación de nuestra mente, el recuerdo, la identificación o la proyección”.
En este sentido, comenta que, en cierta forma, adelantamos acontecimientos, nos proyectamos en determinadas situaciones, somos capaces de ponernos en el lugar de los otros y tenemos la capacidad de sentir aunque no estemos en la situación en concreto. “Poseemos complicadas estructuras cerebrales que nos hacen ser capaces de todo esto”, recalca.
Terrón declara que, debido a estos procesos, podemos llegar a sentir lo que siente el personaje de la película aunque estemos en la comodidad de nuestro salón a salvo de todo riesgo. “De hecho, son estas sensaciones de incertidumbre y miedo lo que vamos buscando cuando vemos películas de terror. Un miedo controlado en escenarios complejos pero ajenos a las consecuencias que supondría estar dentro de ellos”, concluye.