Pedro Sánchez y el primer secretario del PSC, Salvador Illa, quieren que Miquel Iceta dispute a Ada Colau la Alcaldía de Barcelona en mayo de 2023, y el ministro de Cultura “ya no dice no” a recuperar para su partido la que durante 32 años fue emblema de gestión en toda España: primero con Narcís Serra como alcalde (1979-83), luego con Pasqual Maragall (1983-97), Joan Clos (1997-2006) y Jordi Hereu (2006-2011).
Hoy su cargo institucional más importante es la alcaldesa de L´Hospitalet de Llobregat y presidenta de la Diputación Provincial, Nùria Marín, lo cual constituye una representación “claramente insuficiente” para la que ha vuelto a ser primera fuerza política catalana fruto de la división nacionalista tras el fiasco del procés independentista de octubre de 2017, reconocen a Vozpópuli diversas fuentes socialistas. Es por ello que tanto en La Moncloa como en el aparato del PSC se ha instalado la idea de que hay que volver a gobernar la Ciudad Condal y el vicealcalde Jaume Colboni no es suficiente atractivo electoral para desbancar a Colau y a quien fue ganador en los comicios municipales de 2019, el republicano Ernest Maragall.
De hecho, hace cuatro años ya hubo dudas de que Colboni resultara idoneo para arrebatar el bastón de mando a la candidata de En Comú Podem, tras su primera legislatura, y se generó un movimiento interno para reemplazarle del cartel electoral por el hoy presidente del Consejo Económico y Social (CES) y expresidente el Círculo de Economía de Barcelona, Antón Costas, o por la economista Helena Guardans; fue el propio Iceta, entonces primer secretario del PSC, quien frenó su caída.
El ministro de Cultura insiste cree que hay que dejar trabajar a un vicealcalde que no lo tiene fácil porque los errores de Colau desgastan a todo el gobierno municipal, explican estas fuentes. Iceta insiste en que no quiere ser alcaldable, pero ya no descarta su vuelta a Barcelona porque es consciente del estado de ánimo tanto en Ferraz como en la sede central de los socialistas catalanes; y admite que la decisión final la tomará, en su momento, Salvador Illa después de consultar a un Pedro Sánchez que tiene mucho que decir aunque solo sea porque le obligaría a una remodelación del Gobierno.
Iceta “rompería el dilema endiablado” que aboca al PSC a seguir siendo el segundón pese a haber vuelto a convertirse en primera fuerza en las autonómicas: o apoya la tercera legislatura de una Ada Colau que pretende usar la alcaldía como trampolín en su salto a la política nacional o apoya al alcaldable que designe ERC
El PSC y Ferraz están a la espera del resultado de una macroencuesta que, como suele ocurrir en este tipo de operaciones, preguntará a los barceloneses no solo por Ada Colau, Colboni y Maragall, también por el grado de conocimiento y valoración de otros candidatos, entre ellos Iceta; y sobre esos resultados se decidirá. De momento, el último barómetro municipal es malo para la aspiración de Colboni de repetir porque da por primera vez ganador a En Comú Podem de la mano de Colau -aunque ella salga mal valorada- frente a la ERC de Maragall, y mantiene al PSC en el tercer puesto con un escuálido 7,4% de voto.
La irrupción de Iceta, dicen las fuentes consultadas, movería el tablero de voto barcelonés hasta el punto de que “rompería el dilema endiablado al que vamos a vernos abocados en 2023”: volver a apoyar una tercera legislatura de una Ada Colau -que pretende usar la alcaldía como trampolín en su salto a la política nacional como número uno al Congreso por Barcelona dentro del proyecto de Yolanda Díaz- o brindar apoyo a Ernest Maragall o al candidato que designe una ERC dispuesta a competir con el PSC en su propio terreno, como demostró el domingo pasado celebrando su Conferencia Nacional en l´Hospitalet de Llobregat.
Ninguna de las dos decisiones es buena para el PSC porque le confinarían en su papel de eterno segundón de la política catalana, ”algo que no favorece en nada al propio Illa y a su proyecto de ser algún día presidente de la Generalitat”.
Si finalmente es el candidato a alcalde de Barcelona, no dejará el Ministerio de Cultura hasta principios de 2023, a solo unos meses de las elecciones, para aprovechar el tirón de imagen y conocimiento popular que le proporciona
En cualquier caso, el desembarco del ministro en la política barcelonesa no se produciría hasta finales de este año o principios de 2023 porque pretende rentabilizar al máximo en términos de imagen su faceta de ministro de Cultura. ”Es cierto”, matizan fuentes del socialismo catalán, ”que se ha instalado esa idea de que Colboni no es un candidato potente, pero el PSC no va a tomar una decisión todavía, a más de un año de las elecciones municipales”.
Mientras tanto el vicealcalde está intentando desmarcarse de Colau en este inicio de 2022, para no dar argumentos a quienes dicen en el seno del PSC que la alcaldesa le opaca, y también porque la alcaldesa de En Comú Podem cuenta con el rechazo de amplios sectores de la Ciudad Condal que anhelan un cambio en mayo de 2023 después de ocho años de una controvertida política basada en lo que la patronal catalana y el Círculo de Economía de Barcelona han denominado la cultura del no.
Una política basada en la teoría del decrecimiento, que lo mismo lleva a rechazar la ampliación del Aeropuerto del Prat una vez aprobada en Consejo de Ministros, que a descartarse como sede de la Exposición Universal 2030, rechazar una nueva terminal de cruceros en el puerto o, incluso, una sede del mundialmente conocido Museo Hermitage de San Petersburgo, al estilo del Guggenheim-Bilbao.
Algo que el propio Miquel Iceta -desde hace unos meses empeñado en promocionar internacionalmente Madrid y Barcelona “en paquete” desde su Ministerio de Cultura- ha calificado de “error” grave de la que puede ser en mayo de 2023 su gran rival por la alcaldía, Ada Colau: