Desconocida para muchos, Sigüenza se ha convertido en una de las visitas indispensables para cualquiera que se encuentre en las ciudades y los pueblos de los alrededores. Está a un paso de Madrid y, sin ninguna duda, y gracias a que su pasado medieval ha marcado de lleno el trazado y la composición de esta villa, es considerada uno de los pueblos más bonitos de toda España.
Antaño, estas tierras estuvieron pobladas por celtíberos, arévacos, romanos y visigodos, hasta la época musulmana, cuando quedó prácticamente despoblada. Pero fue con la reconquista cristiana y con la promoción de los reyes castellanos, cuando en Sigüenza se instauró la Diócesis y dio paso a la actual configuración de la villa. Su ubicación también jugó un papel fundamental en la estructura y los edificios que se encuentran en su recorrido, así como la llegada del ferrocarril en 1862, que hizo que se convirtiera en lugar de veraneo de la alta sociedad, un dato que indudablemente también ha marcado el carácter de sus calles y edificaciones.
Un paseo cuesta arriba
Sigüenza, declarada Monumento Histórico Artístico en 1965, se merece un paseo largo desde la Alameda, el lugar en el que se reunía al caer la tarde la jet set para disfrutar de una bebida refrescante en sus tradicionales kioskos -que todavía existen y se abren al público las tardes de verano-, hasta su castillo ubicado en el cerro -una construcción del siglo VIII convertido hoy día y desde 1976 en Parador Nacional de Turismo-. Se trata de un recorrido para hacer a pie, con pausa, disfrutando de cada uno de los edificios señoriales que pueblan sus calles, de la estética castellana y de la belleza de un lugar que traslada a los visitantes a un viaje al pasado.
Una parada obligatoria: la Catedral
Esta visita es posiblemente es el punto más esencial de un recorrido por Sigüenza. Su grandeza, la imponencia de su pórtico y la historia que cuentan tanto sus muros como su interior se perciben a cada paso. Especialmente, las huellas que dejó en este espacio la Guerra Civil, cuyos daños requirieron prácticamente de una década de trabajos de reparaciones y construcciones. De su interior, gracias a la labor de especialistas, se logró recuperar la capilla del Doncel y la de la Concepción, además de hacer viable la visita a una pequeña parte del cementerio o necrópolis medieval perteneciente al templo.
El centro de la vida social
Las vistas de la plaza Mayor no pueden ser más espléndidas, pues dan directamente a la cara meridional de la catedral en donde se pueden ver los estragos que las balas y las bombas causaron durante aquella guerra. Allí mismo también se encuentra la Puerta del Toril por la que en el pasado accedían los toros a la plaza, ubicada en este mismo lugar con forma de rectángulo.
Frente al templo, el Ayuntamiento. Un edificio renacentista del siglo XVI con una fachada de doble arquería de medio punto y un bello claustro cuya visita está disponible en el horario de apertura de las instalaciones (y bien merece la pena).
La villa de El Doncel
Otro de los templos más especiales de Sigüenza es la Iglesia románica de Santiago. De primeras, al subir por la calle desde la plaza Mayor hacia la cima del cerro, lo único que se percibe de la iglesia es su fachada. Y es que este edificio del siglo XII está tan integrado en la trama urbana de la villa que de no ser porque te fijes en su pórtico es posible que no sepas que está allí.
Justo frente a su entrada se encuentra la que fuera la Casa del Doncel, un palacio de estilo gótico civil -también conocido como el Palacio de los Bedmar-, en cuya fachada se pueden vislumbrar los escudos nobiliarios de la familia a la que perteneció. A día de hoy, gracias a la rehabilitación de la Universidad de Alcalá de Henares, se puede visitar su interior con sus salones decorados con cenefas mudéjares. Y, junto a este edificio, las casas medievales que todavía se conservan en la villa y que merece la pena pararse y observarlas con mimo.
De castillo a hotel
Llegando a lo alto del cerro, ya la vista puede atisbar la impresionante entrada del castillo. Convertido desde hace más de 30 años en Parador, el castillo de Sigüenza es una de las visitas indispensables a la ciudad del Doncel. Frente a él, y por un caminito que conecta recorriendo la muralla del castillo, el pinar, perfecto para disfrutar de un paseo en plena naturaleza, desconectar y perderse entre sus frondosos árboles y respirar aire puro.
La guinda de Sigüenza
También es interesantísimo descubrir sus alrededores, donde se encuentran dos impresionantes yacimientos con restos de mamuts en Torralba y Ambrona. Y conocer de cerca su gastronomía, que revisa fielmente el producto de la tierra y hace un recorrido por sus tradiciones y su historia reflejada en sus platos.
Especialmente la de Samuel Moreno, en Molino de Alcuneza, un hotel Relais & Châteaux con estrella Michelin ubicado a escasos minutos de Sigüenza. Allí es posible desconectar del ritmo frenético de la ciudad para reconectar con uno mismo, pues Molino de Alcuneza no es otra cosa que un edén de tranquilidad en el que mimar cuerpo y mente. Además de descubrir la historia que esconden sus paredes, la de un molino harinero de más de 500 años de antigüedad -con cimientos románicos de los siglos XII y XII-, casa a la perfección con el trabajo que Samuel lleva a cabo en la cocina del restaurante, fusionando su gastronomía con el arte de hacer pan. Un lugar perfecto, a escasos minutos del centro de la villa, para dormir y disfrutar de su cocina, moderna y marcada por el producto de la tierra. Pero, si lo que se quiere es comer en el mismo pueblo, no puede faltar la visita a El Dolcel de Enrique Pérez ni a Nöla, el proyecto de Jorge Maestro y María Viqueira.