En agosto el tránsito en el puerto del Pireo -al sur de Atenas y el principal puerto de Grecia- no cesa. Miles de personas con maletas y mochilas serpentean entre coches y motos cargadas que esperan, bajo el imperdonable sol estival, para entrar en los ferris que les dejan en las muchas islas del país heleno.
Kyriakos es testigo de ese movimiento desde su puesto de trabajo en una de las muchas empresas que ofrecen viajes a las islas. Tiene 26 años y trabaja todo el verano hasta octubre, así que no toma vacaciones. “Me gustaría viajar en invierno a algún sitio”, expresa, “pero dependo de mis ahorros de este trabajo, porque en invierno no trabajo”.
Como él, la mitad de la población de Grecia, un país que en 2016 recibió casi tres veces su población en número de turistas, no puede tomar una semana de vacaciones al año, según datos de Eurostat. Fotis es uno de ellos. Trabajador en la portería de un edificio de oficinas en Atenas, explica que con la crisis ha sustituido las vacaciones de una semana en la playa, por el pueblo donde viven sus suegros, al que ha ido en los últimos años con su mujer y su hija.
Como ya pasó en 2016, se espera que 2017 sea un año de cifras récord de llegadas, superando en dos millones a los más de 28 que llegaron en 2016
En su entorno, afirma, la situación es similar. “La gente que todavía se toma unos días en agosto para ir a la playa ha reducido días y, si antes comían en restaurantes, ahora lo hacen en el apartamento”, cuenta. Una realidad, explica, de la que este año no ha visto mejora respecto a los años anteriores.
Para la estudiante de Administración Pública Athiná, de 24 años, aparte del obvio factor económico -alrededor de un 36 % de los griegos viven en riesgo de pobreza o exclusión social, y desde 2010 el Producto Interior Bruto (PIB) ha caído un 26%-, hay uno “psicológico”.
“Los ánimos en Grecia no están demasiado altos y la gente está pensando todo el tiempo en dinero y cae en esa dinámica de limitar sus vacaciones”, expresa la joven mientras espera el ferry que la llevará a la isla de Angistri, una isla pequeña, cercana, barata y donde el cámping es gratuito.
En las islas, el turismo supone más del 50% de su PIB: el 56% en la isla de Creta -la más grande de Grecia-; el 63% en las islas Jónicas, Corfú o Zante, entre otras; y el 72% en el Egeo meridional, con islas como Santorini, Mikonos o Rodas
A la misma isla va con sus amigos Spiros, de 21 años, que opina que, con la crisis, ha subido mucho entre los griegos el turismo de camping en las islas o los intercambios de casa. “Es una forma de viajar aunque no tengas mucho presupuesto”, opina el estudiante de Ingeniería Civil.
El matrimonio de Simos y Dafne, de Atenas, espera con sus hijos en el tumulto de personas aguardando a subir al ferry hacia la isla de Poros. Este año, una semana en esta pequeña isla del Egeo van a ser las vacaciones anuales para la pareja, aunque sus hijos ya lucen bronceado después de disfrutar de un campamento en julio en el Peloponeso.
Intentan viajar cada verano a alguna isla griega, cuenta Dafne. “Son las mejores”, exclama su hijo mayor. Antes solían visitar más de un sitio en verano, últimamente optan por vacaciones de una semana a un único sitio.
Récord de viajeros pero menos ingresos
El turismo supone un importante pilar económico para Grecia. Según los últimos datos disponibles, el turismo supuso un 26,5% del PIB del país heleno en 2015. De hecho, la dispersión de los destinos turísticos en Grecia confiere un rol crucial al turismo en los ingresos de muchas regiones del país.
En las islas, el turismo supone más del 50% de su PIB: el 56% en la isla de Creta -la más grande de Grecia-; el 63% en las islas Jónicas, Corfú o Zante, entre otras; y el 72% en el Egeo meridional, con islas como, por ejemplo, Santorini, Mikonos o Rodas.
Como ya pasó en 2016, se espera que 2017 sea un año de cifras récord de llegadas, superando en dos millones a los más de 28 que llegaron en 2016, en gran parte debido a la inestabilidad de vecinos mediterráneos como Egipto, Turquía o Túnez.
Es el caso de Laurent y su familia, de Lille (Francia), que visitan por primera vez Grecia, donde van a estar 16 días: tres en la isla de Hidra, seis en Paros y, finalmente, siete en Santorini. Al igual que ellos, la danesa Ella y su marido solo planean viajar por las islas griegas. Es su segunda vez de vacaciones en Grecia, cuyas islas Jónicas visitaron el año pasado. Para este, han optado por las islas de Paros y Siros, en el Egeo meridional.
No obstante, a pesar de este aumento del número de turistas, los ingresos de turismo han bajado.
En 2016, cuando se produjo un crecimiento de las llegadas de turistas del 7,5% respecto al año anterior, los ingresos por turismo se redujeron un 6,5%, con un total de 13.206.800 millones de euros ( 15.574.000 dólares) frente a los 14.125.800 (16.657.000 $) de 2015, según datos del Banco de Grecia.
Hacia un nuevo modelo de turismo
Grecia no es ajena a la crisis del modelo turístico que se está viviendo en diferentes lugras. El alquiler de un piso en Santorini -uno de los principales destinos turísticos de Grecia- es una verdadera odisea para los funcionarios -maestros o médicos- que trabajan en la isla.
"El periodo turístico va desde abril hasta finales de octubre, por eso los locales no quieren alquilar sus pisos a médicos o a maestros. Prefieren alquilarlos a través de plataformas como Airbnb o simplemente no alquilarlos el resto del año", explica a Efe Manolis Karamolengos, director de un colegio público de enseñanza secundaria en Santorini.
El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, avisaba en 2016 que el gran volumen de turistas que recibe esta isla, de 73 km2, está suponiendo, además de un aumento de los precios de alquiler, estragos en el ecosistema de la isla, en especial de su costa.
Con esto, la isla está tomando medidas para restringir el número de visitantes de cruceros que llegan a ella, que viene siendo de unos 8.000 por día, y limitar así las llegadas de turistas, ya que algunos días recibía cerca de 10.000.
Y es que en Grecia el modelo de turismo está cambiando. “Tenemos que aspirar a mejorar la calidad, no la cantidad”, expresaba Yannis Retsos, director de la Confederación Griega de Turismo (SETE), en la televisión griega Skai. Las casi 30 millones de visitas que se esperan para 2017 “pueden parecer un triunfo, pero nuestras infraestructuras se están agotando”.
A esto se añade la llegada de miles de refugiados a las costas de las islas orientales de Grecia como Lesbos, Kos o Quíos, que hoy siguen alojando a la mayoría de refugiados en Grecia.
Estas llegadas masivas a sus costas de personas que huían del conflicto o la persecución supusieron una caída en las llegadas de turistas a estas islas del Egeo. En Lesbos, por ejemplo, se pasó de 31 vuelos chárter semanales, en 2015, a tan solo 10 en 2016. Ahora, el número de llegadas parece ir recuperándose en islas como Lesbos o Kos, pero no en Quíos.
Este cambio de paradigma también llega a las pequeñas islas, en las que la afluencia de llegadas ha aumentado en los últimos años. “El negocio ha cambiado, pero nosotros nos adaptamos”, cuenta George Antonópulos, cuya familia regenta unos apartamentos turísticos en la isla egea de Esciros.
Antes estas pequeñas islas, que solían quedar fuera del circuito turístico de masas, desarrollaban un turismo más tradicional. “Ahora, por ejemplo, estamos mucho más activos en internet”, explica Antonópulos, quien añade que, con la crisis, “hemos notado un aumento del número de llegadas a la isla”.
Coincide el vendedor de viajes de ferry Kyriakos. “Con la recesión cada vez vendemos más tickets a islas más pequeñas y baratas”, cuenta desde su puesto en el Pireo.
Y es que el turismo de islas en Grecia va más allá de Santorini, Mikonos o Rodas. Hay más de 6.000 islas dispersas por el Egeo o el Jónico que pueden repartirse los casi 30 millones de turistas que se esperan en el país heleno para 2017.