Cultura

Agustí Villaronga: "El hombre es incapaz de no hacerse daño"

El cineasta mallorquín Agustí Villaronga eligió la novela Oceano Mare, del autor italiano Alessandro Baricco, para narrar en la gran pantalla un hecho que ya a principios del siglo XIX

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El cineasta mallorquín Agustí Villaronga eligió la novela Oceano Mare, del autor italiano Alessandro Baricco, para narrar en la gran pantalla un hecho que ya a principios del siglo XIX inmortalizó el artista Théodore Géricault en su famosa obra La balsa de la medusa: el naufragio de 147 personas a bordo de una fragata de la marina francesa.

Con esta tragedia en blanco y negro, bajo el título de El vientre del mar y que recoge el "espíritu propio", la "poesía" y el "misticismo" del escritor, Villaronga logró en la pasada edición del Festival de Málaga uno de los mejores palmareses que se recuerdan, al hacerse con un total de seis galardones, entre ellos la Biznaga de Oro a la Mejor Película, así como los premios a la mejor dirección, mejor interpretación, mejor guion, mejor música y mejor fotografía.

Esta propuesta llega este viernes a los cines, un hecho que al cineasta le parece casi insólito, teniendo en cuenta no solo el carácter casi teatral de su propuesta, sino también la situación empobrecida en la que se encuentra la exhibición cinematográfica, especialmente golpeada por la pandemia y en plena transición a causa del auge de las plataformas. En cualquier caso, y tal y como ha señalado el director en una entrevista a Vozpópuli, quien quiera hacer cine, seguirá haciendo cine. En su caso, su pasión por la deriva más cruel del ser humano parece que se mantiene intacta, tal y como demuestra en esta cinta, que aborda un hecho real ocurrido hace más de dos siglos.

Antes miraba al mal y sentía cierta fascinación, y me gustan las películas en las que hay asesinos en serie, pero nunca he llegado a hacer género del todo, aunque sí que pienso que es necesario a veces para entender algunas cosas", señala Villaronga

P: Todas tus películas abordan la crueldad y la maldad. ¿Es algo que crees inevitable?

R: El hombre convive con esas dos cosas: el bien y el mal, no hace falta ni discutirlo. He pasado por muchas fases y ahora soy una persona mayor. Antes miraba al mal y sentía cierta fascinación, y me gustan las películas en las que hay asesinos en serie, pero nunca he llegado a hacer género del todo, aunque sí que pienso que es necesario a veces para entender algunas cosas. No creo que exista esa cosa patológica de la maldad, existe porque forma parte de la humanidad misma. Y, en este caso concreto, con 150 personas en una balsa a la deriva, muriendo 20 o 30 cada día y enfrentados unos a otros, pues el mal surge. El peor enemigo del hombre es el hombre.

P: Esa agonía del naugrafio y esa lucha de la superivencia es algo actual. ¿Querías hacerlo atemporal con esta película?

R: Cuando estaba escribiendo el guion vi que era inevitable pensar en todo lo que ocurre en el Mediterráneo: los cayucos, las pateras y toda la gente que se ha tragado el mar. Estamos hablando de un naufragio que ocurrió hace 200 años. Se habla de cierta hipocresía a veces en ese drama que ocurre en el Mediterráneo y en ciertos lugares y eso tenía que salir. De hecho, aparecen unas imágenes de hoy en día, de momentos de un rescate. Lo hice a propósito para que en ningún momento dejásemos de pensar con unos referentes más cercanos. Empieza con un juicio hace 200 años pero al poco rato ves que gente vestida con gorras y anoraks.

P: En la película hay experimentación y un vínculo entre el teatro, la literatura y el cine, lo que supone volver a sus primeras películas.

R: Más que volver la vista atrás es encontrarse con un material con el que tienes que salir. En esta película, como en las primeras, también conté con poco presupuesto. Las temáticas son muy parecidas en todas, en ninguna hablo de algo divertido. Siempre me ha gustado experimentar en el lenguaje, pero esta vez estaba muy preocupado de que el público entendiera el relato, no complicarme para hacer un tema de autor, algo que me molesta mucho.

P: ¿Con qué presupuesto contó y qué limitaciones supuso? ¿Afectó creativamente a la película?

R: Muy bajo, de 400.000 euros, que en cine es muy poco dinero. En el momento de escribir ya sabía que teníamos poco dinero, ya escribimos pensando con el control sobre el texto, por eso la cosa teatral está incorporada en la película. Está escrita pensando en su propia carencia, y de eso se saca provecho. Esta película jamás hubiese sido la misma con un presupuesto más alto y no habría sido mejor.

P: Marcas una línea entre el pasado y el presente y dejas abierto lo que puede ocurrir en el futuro. ¿Ves el panorama similar?

R: Mira la gente de La Palma, cómo se les jode la vida de repente. Saldrán adelante de una manera o de otra. Baricco habla de que estas personas quedan inconsolables ante cosas de este tipo, porque nunca vuelven a ser las mismas, es algo muy difícil de superar. Primero, el hombre ya ha demostrado a través de las guerras que es incapaz de estarse quieto, de dejar de hacerse daño unos a otros. Y con la pandemia y las hambrunas, incorporadas al recorrido histórico del ser humano, nada indica que vayan a cambiar las cosas.

El cine no va a morir pero la manera en la que se ve sí. El hábito es más rápido y hay mucha oferta. Yo no doy un duro por mi película en salas. Es triste que lo diga, pero no creo que aguantemos mucho tiempo", afirma el cineasta

P: Salimos de una pandemia en la que se han visto las mejores y las peores reacciones del ser humano. ¿Quieres que el espectador reflexione sobre esto?

R: En ningún momento pensé en la pandemia. El drama que se cuenta no tiene paralelismo con la pandemia, aunque mucha gente lo ve. No sé lo que haría en una situación así. Intentaría ser muy mediador, que nadie se coma al otro.

P: En producción está Filmin, plataforma. ¿Ves con miedo el panorama de la exhibición? ¿Habrá una convivencia entre las diferentes pantallas?

R: Estamos en un proceso de cambio. Ya en 2018 o 2019 las salas empezaron a flaquear y cuando llegó la pandemia fue el remate. Las pantallas tienden a desaparecer. El cine no va a morir pero la manera en la que se ve sí. El hábito es más rápido y hay mucha oferta. Yo no doy un duro por mi película en salas. Es triste que lo diga, pero no creo que aguantemos mucho tiempo. De cine español, la película que mejor ha ido es Maixabel, pero es una y hay muchas. Otras ni llegarán a las salas. Tenemos suerte porque Filmin puso dinero antes de empezar a rodar.

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