Cultura

Los 80 años del arte degenerado: por qué Hitler odiaba las vanguardias

El 19 de julio de 1937, cuatro años después de su llegada al poder, el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich. Una de ellas fue la Gran

El 19 de julio de 1937, cuatro años después de su llegada al poder, el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich. Una de ellas fue la Gran Exposición de Arte Alemán, en la que se exhibió un conjunto de obras que eran del gusto de Adolf Hitler. Antes de asesino, recordad, el führer había sido aspirante a pintor y durante años alimentó su resentimiento contra las cúpulas cultas del movimiento, que preferían las obras expresionistas a sus composiciones figurativas. En aquella primera muestra destacaba una selección de paisajes y óleos figurativos. La segunda exposición, organizada en la misma calle, mostraba la otra cara del arte alemán: moderna, abstracta y no figurativa a la que los nazis decidieron estigmatizar como Exhibición de Arte Degenerado (Entartete Kunst, en alemán). De ésta se cumplen 80 años.

La inauguración de la exposición que pretendía señalar y perseguir a los representantes de las vanguardias formó parte de la estrategia del nazismo contra la cultura moderna

La inauguración de la exposición que pretendía señalar y perseguir a los representantes de las vanguardias formó parte de la estrategia del nazismo contra la cultura moderna. La bautizaron de esa forma, ya que los nacionalsocialistas alegaban que el arte degenerado era el producto de judíos y bolcheviques. Sin embargo, sólo seis de los 112 artistas expuestos eran judíos. En esta muestra se incluyeron nombres como Marc Chagall, Max Beckmann, Oskar Kokoschka, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Ernst Ludwig Kirchner o Emil Nolde, cuyas obras eran presentadas como ejemplos de lo que "el sano sentimiento popular" debía rechazar. Estaban colocadas en completo desorden, apiladas junto a fotografías de personas enfermas y deformes. 

Una imagen de Hitler en su visita a la muestra  Entartete Kunst, en 1937.

Las obras sobre las que hoy se levantan los clásicos de la modernidad y que estaban incluidas en esa muestra fueron señaladas por los nazis como ejemplos de deformación, perversión y locura. La exposición reunía cerca de 600 piezas. Después de mostrarse en Múnich hasta el 30 noviembre del mismo año, la muestra recorrió distintas ciudades alemanas. Aquel fue el comienzo de un proceso sistemático de purga y destrucción en el que se confiscaron alrededor de 20.000 obras de 140 artistas a lo largo de 100 museos y galerías de Alemania. Se organizaron además las llamadas subastas de Arte degenerado, donde salían a la venta muchas de las piezas de los artistas proscritos. Salieron a la venta desde obras de Pablo Picasso hasta lienzos de Edvard Munch, uno de ellos The Sick Child, que forma parte de la colección de la Tate.

Exposición sobre 'Arte degenerado' en Salzburgo, 1938.

Hace dos años, en Londres se exhibió la lista mecanografiada de las piezas confiscadas de los museos alemanes entre 1937 y 1938. En las páginas de esos tomos, consta una relación detallada y alfabética de más de 5.000 pinturas, grabados y dibujos quemados en Berlín en 1939, además de todas aquellas obras vendidas. A pesar de considerarlas abominables, muchos jerarcas del nazismo decidieron sacar provecho económico del arte degenerado; y vaya si lo hicieron. Fue el propio Hermann Göring quien autorizó la medida. Un personaje en particular supo sacar tajada, alguien que aparece en los catálogos antes citados como el principal comprador: Hildebrand Gurlitt, el marchante de arte del Führer, en cuya casa llegaron a descubrirse cerca de 1.400 obras de arte fruto del expolio.

Hace dos años, en Londres se exhibió la lista mecanografiada de las piezas confiscadas de los museos alemanes entre 1937 y 1938

En los últimos días de la II Guerra Mundial un grupo de soldados estadounidenses agrupados en la brigada de los Monuments Men tuvo por principal labor la búsqueda de obras de arte robadas por los nazis (George Clooney dirigió una película al respecto). Descubrieron colecciones de arte de varios altos cargos del ejército alemán, además de las de algunos coleccionistas entre los que ya figuraba el nombre de Hildebrand Gurlitt, propietario ilícito de un total de 1.400 obras que durante todos aquellos años permanecieron en manos de su hijo, Cornelius Gurlitt. Su existencia salió luz pública en el año 2013. En esa fecha, Der Spiegel reveló que de esa cantidad, 380 pertenecían a  las obras retiradas de los museos alemanes en 1937 por considerarlas arte degenerado, además de otras 590 arrebatadas a sus propietarios judíos por el régimen Nazi.

Paul Klee, fotografiado por Alexander Eliasberg en 1911.

Los degenerados, pues 

La persecución del nazismo dejó profundas y oscuras consecuencias en todos los ámbitos de la vida europea, la creación artística una de las que más resintió. Paul Klee, quien se había formado en Múnich, donde estuvo vinculado al grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) junto con Wassily Kandinsky, Franz Marc, August Macke y Alexej Jawlensky y luego tomó parte activa en la Bauhaus, fue expulsado de la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf y abandonó Alemania para ir a Suiza. Max Beckmann, uno de los exponentes del expresionismo fue expulsado de la Academia de Fráncfort, y se vio obligado a marcharse primero Holanda y luego a Estados Unidos. Otto Dix de quien se llegaron a confiscar más de 200 obras, fue despedido de la Academia Estatal de Dresde. Tras ser detenido en 1939 y ser acusado de haber tomado parte en el atentado contra Hitler en Múnich, fue enviado al frente por los nazis en 1945 y capturado por los franceses.

El nazismo no dejó un centímetro libre. Ernst Ludwig Kirchner se suicidó un año después de que cientos de sus pinturas fueran retiradas de colecciones públicas

La biografía de cada uno de los artistas incluidos en la categoría degenerada ilustra la forma en la que el horror se hizo sentir. El nazismo no dejó un centímetro libre. Ernst Ludwig Kirchner se suicidó un año después de que cientos de sus pinturas fueran retiradas de colecciones públicas y Max Ernst, también escarmentado por los reveses de la Europa de entreguerras, tuvo que huir a Estados Unidos –donde consiguió el cobijo de Peggy Guggenheim, para regresar más tarde regresar a Francia. La cruzada nazi se dirigió contra los movimientos claves del arte moderno: el cubismo, el dadaísmo y el expresionismo. Artistas como Emild Nolde llegaron a ser objeto de una prohibición de pintar, a partir de ese momento, Nolde comenzó su extensa serie de Cuadros no pintados, que mantuvo escondidos durante años.

 

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