La noche del 17 de junio de 1972, el vigilante de seguridad Frank Willis descubrió que unas de las cerraduras del párking del complejo de oficinas que custodiaba acababa de ser manipulada. Su trabajo los edificios Watergate, que agrupaban oficinas, apartamentos y un hotel, era realmente tranquilo y no estaba acostumbrado a este tipo de sobresaltos. Willis llamó a la policía y al poco tiempo se presentaron tres hombres sin uniforme, que pertenecían a una unidad para detectar delitos de drogas. Los agentes revisaron planta por planta hasta llegar a las oficinas del sexto piso del Comité Nacional Demócrata donde fueron detenidos cinco hombres. Al día siguiente, The Washington Post publicaba:
“Cinco hombres, uno de los cuales dijo ser un ex empleado de la Agencia Central de Inteligencia, fueron arrestados a las 2:30 am de ayer en lo que las autoridades describieron como un complot elaborado para poner micrófonos ocultos en las oficinas del Comité Nacional Demócrata. Tres de los hombres eran cubanos nativos y se dice que otro entrenó a exiliados cubanos para la actividad guerrillera después de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961”.
La llamada del vigilante de seguridad, que cobraba 80 dólares a la semana por una jornada de 12:00 de la noche a 7:00 de la madrugada y que años después murió en la pobreza, supuso el inicio del mayor escándalo político de Estados Unidos que acabó con la dimisión del presidente Richard Nixon.
Elecciones de 1972
El asalto a la sede Demócrata se produjo cinco meses antes de las elecciones en las que Nixon trataría de revalidar su victoria en 1968, cuando los republicanos regresaron al Despacho Oval, después de las dos legislaturas demócratas de Kennedy y Johnson.
Nixon presumía por la buena situación económica, en política exterior estaba ultimando la retirada definitiva de la interminable guerra de Vietnam y había acercado posturas con China, a la que viajó este mismo 1972. Su popularidad estaba a buen nivel y buen ejemplo de ello es que en las elecciones de noviembre, cuando ya había comenzado a publicarse el escándalo del Watergate, consiguió el 60,7% de los votos y el mayor margen electoral de la historia.
Un mes antes de estos comicios, el Washington Post publicaba el 10 de octubre de 1972, en primera plana que los ayudantes de Nixon habían llevado a cabo “una campaña masiva de espionaje político y sabotaje” para garantizar la reelección del presidente. Citando a una investigación del FBI, el rotativo aseguraba que la campaña de espionaje incluía “seguir a los miembros de las familias de los candidatos demócratas y reunir expedientes sobre sus vidas personales; falsificar cartas y distribuirlas con el membrete de los candidatos; filtrar artículos falsos y fabricados a la prensa; desordenar los calendarios de campaña; confiscar archivos confidenciales de campaña; e investigando la vida de decenas de trabajadores de la campaña demócrata”. La respuesta desde el Gobierno fue negar todas las informaciones y calificarlas como “ficciones y colecciones de absurdos”.
Woodward, Bernstein y ‘Garganta profunda’
El diario capitolino fue el medio que más se implicó en la trama con los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein firmando las piezas del Watergate. El caso encumbró como mitos periodísticos a la pareja, pero como en cada caso de estas magnitudes fue necesaria la participación de un filtrador que fue guiando la investigación. En encuentros clandestinos, dignos de películas de espías, Woodward se reunía de madrugada en parkings de la ciudad con una fuente apodada ‘Garganta profunda’, en referencia al título de una película porno estrenada aquel mismo año.
Woodward protegió escrupulosamente la identidad del informante durante más de tres décadas. En el año 2005, William Mark Felt, número dos del FBI en 1972, confesó haber sido el denunciante, alentado por intereses económicos de sus familiares.
"Creía que estaba protegiendo al FBI al utilizar una vía, aunque fuera clandestina, para hacer llegar información al público, para ayudar a construir la presión política necesaria que obligara a Nixon y a su gente a dar explicaciones. No sentía más que desprecio por la Casa Blanca de Nixon y sus esfuerzos para manipular al FBI por razones políticas”, afirmó Woodward sobre su fuente anónima, una vez que este descubrió su identidad.
Final de Nixon
El presidente Nixon salió reelegido en noviembre de 1972, mientras el Post seguía tirando del hilo del caso. En otro clásico de las tramas de corrupción política, la Casa Blanca presionó a los propietarios del medio con la no renovación de licencias de radio y televisión.
Durante 1973, el Watergate fue engordando y provocó la dimisión de varios de los consejeros más cercanos del presidente. Algunas declaraciones revelaron que Nixon contaba con un sistema de grabación en sus propias oficinas y, tras una batalla judicial, se obligó al presidente a entregar las cintas. En una de las grabaciones, conocida como 'Smoking Gun' (Pistola humeante), y grabada solo seis días después del asalto en el edificio Watergate, quedaba demostrado que Nixon había tratado de encubrir el delito y que ordenó al FBI que abandonara la investigación.
Ante un inminente proceso de impeachment (destitución) en el que no contaría ni con el apoyo de los propios republicanos, Nixon dimitió el 9 de agosto de 1974. Justo un mes más tarde, su sucesor, Gerald Ford, le otorgó un indulto que le libraba de cualquier proceso penal relacionado con el caso.