Se define a sí mismo como un barcelonés hastiado; desde hace rato está así. Solo hace falta leer sus libros para comprobarlo. Después del ensayo El manicomio catalán –en el que compraba a Laporta con Berlusconi y a Jordi Pujol con papá Pitufo-, el columnista y escritor Ramón de España vuelve a cargar tinta contra los independentistas catalanes en El derecho a delirar, un libro publicado por La Esfera de los Libros que vuelve a echar mano del humor para hacer un ácido retrato de la realidad política.
Esta vez escrito en clave de diario, el libro está planteado como un dietario en cuyas entradas, Ramón de España describe qué siente –en el período entero de un año- un barcelonés enfrentado al día a día del fervor catalán, un tema que no puede evitar y que sin embargo está a punto de hacerle perder la cabeza. “¿Por qué? ¿Por qué estoy loco? ¿Por qué soy masoquista? ¡No! ¡Porque estoy enganchado a Cataluña y es más difícil dejar ese vicio que abandonar el alcohol y las drogas!,” escribe, volviendo –con un resultado bastante menor a la entrega anterior- sobre su ya acostumbrada melodía de mala uva e ingenio, algo más desgastado y falto de elegancia en esta ocasión.
Ramón de España vuelve su ya acostumbrada melodía de mala uva e ingenio, algo más desgastado esta vez.
Y aunque sin duda exageran, alguna razón llevan sus editores al asegurar que si Groucho Marx hubiera escrito un libro sobre Cataluña, la intención sería la misma que la de Ramón de España. De eso no cabe duda. Lo que sí hay que decir es que la cuerda comienza a agotarse y quizá el hastazgo que genera un tema tan debatido, comienza a reflejarse en una prosa que comienza a lucir falta de la chispa y la frescura de El manicomio catalán.
Columnista en los años noventa en el diario El País y ahora en El Periódico de Cataluña, Ramón de España inició su carrera periodística en la prensa alternativa de la transición (Star, Disco Exprés) y fundó luego la revista de cómics Cairo. Publicó ensayos de corte humorístico, entre ellos Europa, mon amour o La caja de las sorpresas, una historia personal de la televisión, además de nueve novelas.
Sobre el derecho a delirar
¿A qué viene la obsesión de los independentistas catalanes con Martin Luther King? ¿Erasmo de Rotterdam era un catalán que se cambió el nombre para no pasar a la historia como Erasmo de Manlleu? ¿Hacía falta suprimir las banderolas del World Press Photo porque llevaban la cara de un torero y una Barcelona antitaurina no puede tolerarlo? ¿Acabará Cataluña convertida en una tierra entre Kosovo y el poblado de Astérix…? Son esas algunas de las preguntas que, en clave de tragicómicas anotaciones cotidianas, se hace Ramón de España .
Nació el mismo año que Artur Mas, pero quiere creer que ahí se acaban las coincidencias… Sea como sea, Ramón de España se ha quedado a gusto, una vez más. Ya lo dijo a Vozpópuli hace poco menos de un año cuando presentó El manicomio catalán: “Porque desde hace más de un año no se habla de otra cosa. Estamos encerrados con un solo juguete y al final se te acaba la paciencia; y por lo menos te das el gustazo de burlarte de la gente que te lleva dando la lata desde 1980”.