Está semana abre el FICX, siglas que responden al veterano Festival Internacional de Cine de Xixon. Aparte de su sección oficial hay homenajes y proyecciones a las carreras de Jean-François Laguionie y Hong Sang-soo, y cuentan con ciclo propio. El presidente del jurado es el director y guionista francés Patrice Leconte, del que casi todos recuerdan El marido de la peluquera. En Gijón presenta también su última película, A promise, un drama que nos retrotrae a la I Guerra Mundial. Pero ahora quiero contar algo más; muy especial para mí. Perdón por el capricho y la fascinación, no hay nepotismo en el personaje que voy a descubrir a los ajenos. El festival hace un homenaje (como al conocido y popular actor Carmelo Gómez y al realizador Vicente Aranda) a un artista y un profesional de “la imagen que no se mueve” pero que tiene más vida que muchísimas imágenes en movimiento o motion pictures.
Una impresionante muestra que recorre la experiencia profesional y personal de Pipo Fernández, al mismo tiempo que retrata de alguna manera la evolución del cine en España. La selección realizada por el propio autor sigue con explicaciones y anécdotas todo el embrollo del momento “y el contexto relacionado de cada imagen; también las sensaciones personales del escritor de imágenes en el instante que las realizó”, dice la organización. No es la primera vez que esto ocurre. Su obra ya se ha presentado más veces pero con diferentes temáticas: La moda en el cine, Ojos-Miradas, Camarón, un mito, Un oficio, una ilusión o Fotografiando películas - Pipo Fernández: Estuve aquí es el título que se muestra en la fachada del magnífico Palacio Revillagigedo de Gijón y también del nuevo libro dedicado al fotógrafo madrileño, que recoge en 208 páginas gran parte de su obra gráfica y un homenaje de sus amigos en forma de pequeñas dedicatorias. Aquí es donde quiero entrar.
Homenaje de la profesión
Siempre se ha hablado mucho del especial carácter, del egoísmo y la tacañez de actores, actrices, realizadores, directores, productores,… que solo van al tema y si te he visto no me acuerdo. Los avances en materia online ayudan mucho. El foto-fija de imágenes recurre al email o correo electrónico para que los retratados digan algo sobre esto o aquello en una media de cuatro líneas. El número de famosos supera más de 250 los que reflejan con su firma, una sentencia, una petición del propio libro para el regalo, un piropo; y lo hacen sin guionista de guardia que les apoye. Algo excepcional. No relaciono nombres ya que faltaría espacio y estoy muy vigilado. Una pincelada: Carlos Saura, Santiago Segura, Mario Casas, Pepe Sacristán, Pedro Costa Musté, fijitos de series y muchachas guapísimas y avispadas que bien saben con quien se relacionan. Desde las deslumbrantes estrellazas más cotizadas hasta las caras ocultas de técnicos, productores y profesionales del medio.
Más difícil lo ha tenido el afamado arquitecto, interiorista y especialista en museografía Jesús Moreno para poner este caos en volumen y corporeidad dentro del palacio gijonés, cara al público, con las más grandes figuras del orbe cinematográfico de una gran temporada. La muestra se puede visitar mucho más tiempo que la duración del festival, hasta el 12 de enero del próximo año. Esto no tiene antecedentes. El testimonio de una vida de película y peliculones, “en la que ficción y biografía, documento y fantasía se entretejen para ilustrar el mágico y siempre fascinante mundo del cine“.
El fotero tratado tiene el ojo educado y curtido en mil y “entre las luces y sombras del más exquisito blanco y negro, ha inmortalizado con los brillantes colores de una realidad que supera la ficción“. Pipo gesticula mucho, se queja más y es cascarrabias; también muy querido por la industria del cine y la tele; pero parco en sus emisiones orales por aquello de la buena educación, lo correcto y la prudencia de vivir de un trabajo muy endeble y lleno de coyotes. A lo sumo se le oye decir una cita del que se desconoce el autor: “El mejor truco que el diablo ha inventado es el de convencer al mundo que no existe...y así no ser visto y sin desaparecer estar en todas las partes”, la alegoría, fabula o elipsis no puede ser más certera. Comenzó su carrera profesional gracias a Pedro Costa (Redondela, La Huella del Crimen). En el libro hay exquisiteces como las extrañas instantáneas eternizadas con su objetivo un abrazo entre Laurel Bacall y Miguel Bosé, a los que no une el cine, sino un programa de entrevistas que hacía Terenci Moix en los años 80. El atrapador de instantes no se ha detenido solo en el entorno de los rodajes. Nicole Kidman del brazo de Alejandro Orsoncito Amenábar, con el que trabajó en Los otros, es otro ejemplo de la oportunidad detenida en un instante.
Como la película de Woody Allen tal parece que es una obra maestra que aún no he visto (pero que durará felizmente tiempo en cartel), decido ver este trabajo de Fernández. Cuando la Academia de Cine de España y su junta directiva le pidió que montara una performance de su oficio de cine, yo mismo escribí un prólogo para la invitación de la muestra en otro palacio, el de la calle Zurbano de Madrid donde se rodaron secuencias de Doctor Zhivago.
El primer beso
Las palabras están llenas de falsedad o de arte. La mirada de la imagen es otra cosa: es el lenguaje del sentimiento. Es algo sabido que el primer beso nunca se da con los labios, sino con la mirada. Afirmaba Marilyn -la Monroe- que “en Hollywood te pueden pagar mil dólares por un beso, pero sólo céntimos de dólar por tu alma”. Pipo Fernández ha recogido con las cámaras de su equipo -despreocupado de ese vil metal llamado salario- a lo largo de las muchas ediciones del Premio Goya de la Academia de Cine de España, en el set de los rodajes, en los camerinos, o yendo de copas y chafardeo con los cómicos, intérpretes, actores , directores, guionistas y los productores, cientos de miles de instantáneas con vida propia.
Si la piedad es más inteligente que el odio y la envidia, si la misericordia es preferible aún más que la justicia misma, Pipo Fernández va por el mundo con mirada amistosa; es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un fotógrafo poeta. La Foto-fija no es solo unos trozos de vida, son unas demostrables porciones de pastel de calabaza o zanahoria mágicas arrancadas de un cuento que quiere trascender en la mirada del público espectador. Trozos amargos, dulces, de amor, de acción y color.