Ricardo Darín, el más internacional de los actores argentinos, amado y respetado en España como si fuera propio, es el padre Julián en su último trabajo, "Elefante blanco", un cura "villero" que le ha hecho reflexionar sobre las injusticias de la vida y que le ha obligado a aprender a santiguarse y rezar.
Porque, aunque parezca mentira, esta es la primera vez que el actor argentino interpreta a un sacerdote en los casi sesenta largometrajes que integran su carrera. Y Darín, explica en una entrevista con EFE que no fue educado en la religión, de modo que tuvo que aprender hasta a santiguarse.
"Para mi era el primer contacto con un rosario y con los rezos, y encima -añade con una gran sonrisa- ante la mirada profunda de un montón de sacerdotes", que le ayudaron para que lo hiciera bien.
"Fue todo un reto, un desafío", explica, "una historia vibrante en la que me sentí inmediatamente involucrado".
El comienzo de la película, séptimo largometraje del bonaerense Pablo Trapero, con quien Darín trabajo en "Carancho" (2010), ya pone el tono cuando Julián vuela a un poblado del Amazonas para rescatar a su pupilo, el padre Nicolás (Jérémie Renier), que se recupera tras un tremendo ataque de los narcos al pequeño poblado donde trabajaba.
La llegada de ambos a Buenos Aires no supondrá una vida más fácil que aquella: su "parroquia" son ahora centenares de familias que viven hacinadas en la llamada "Ciudad Oculta", levantada entre los restos de un gigantesco hospital que jamás se inauguró, el Elefante Blanco, atrapadas entre la droga, los clanes y la desesperanza.
"Sin que suene rimbombante o exagerado -dice Darín-, para mi 'Elefante blanco' tiene algo de síntesis de lo que ocurrió con muchos proyectos en Argentina y en otros lugares de Latinoamérica (...) donde cada plaza, o calle, fue pensada a lo grande, proyectos que las generaciones posteriores embarramos, porque no entendimos".
El actor recuerda que este macrohospital nació en 1937 por idea del socialista Alfredo Palacios, que hizo una colecta popular para construirlo, e "iba a ser el más grande de Sudamérica, con 14 pisos, un proyecto descomunal", explica, que se paró varias veces hasta que su construcción ya fue inviable.
"Y por último, a alguien se le ocurrió destruir las escaleras internas para que no se pudiera utilizar como viviendas. Así que se instalaron alrededor, como si fuera un tótem. Una síntesis lamentable -resume- de cosas que han ocurrido en Latinoamérica por la falta de seriedad de los proyectos y por la soberbia y la vanidad de los gobernantes".
Para el protagonista de la oscarizada "El secreto de tus ojos", el trabajo de los religiosos requiere "una gran voluntad, temple y convicción" y comprende que a su personaje le gane en por momentos el cansancio.
Explica Martina Gusman, que en la película es Luciana, la asistente social con la que trabajan los curas, que eso sucede porque "Elefante Blanco" plantea "una fe más amplia que la religiosa y habla de un momento de crisis por el que pasan todos los personajes: qué está bien, o mal, o cuánto vale la pena el trabajo que uno hace".
La actriz apunta lo "chocante" de que el poblado esté "a pocas cuadras del Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires", algo que interesa especialmente al director, otro argentino que tampoco se siente religioso, pero que lleva diez años hilvanado este proyecto, siempre "con el centro en estos barrios y estos curas", comenta a EFE.
"Creo que se puede manifestar la fe en cosas que no tienen que ver con Dios o la religión. Aquí aprendí que tiene más que ver con tu compromiso con las cosas, tu confianza en tus ideas".
El equipo de la película, que se estrena el próximo 13 de julio, visitó ayer la iglesia de San Carlos Borromeo, una parroquia situada en una zona deprimida de Madrid, donde religiosos como los protagonistas de la película atienden a personas también excluidas.
Una experiencia que Trapero calificó de "conmovedora" y Gusman de "increíble, cálida y muy linda", mientras Darín, por su parte, afirmó haberse "enamorado" de Javier Baeza, "el cura rojo" de Vallecas, y que se hubiera quedado toda la noche "en esa terracita, con la luna llena".