El pueblo ficticio de Argoitia, en el que se desarrolla la película Ocho apellidos vascos, protagonizada por Dani Rovira, Clara Lago, Karra Elejalde y Carmen Machi, tiene su alma en Leitza, una localidad navarra de menos de 3.000 habitantes que se ha visto revolucionada desde el estreno en marzo del largometraje, el más visto en la historia de España (recaudó 56 millones de euros).
Y lo que ocurrió en los cines, pasó también en la vida real. Una oleada de turistas que desean conocer la ruta y los itinerarios de la película, deja muy claro de qué manera el cine puede generar movimiento económico, de ahí que se hubiese solicitado una exención del 30% en la reforma fiscal adelantada por el gobierno de los populares. La cifra finalmente quedó en un desconcertante 20% (en verdad es 18%) que el sector todavía no comprende. De ahí la eterna pelea con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por no atender una petición que llevaba más de un año planteándose en la Comisión Mixta sobre el Modelo de Financiación del Cine.
Leitza, una localidad navarra de menos de 3.000 habitantes que se ha visto revolucionada desde el estreno en marzo del largometraje
El ejemplo más emblemático en lo que a impacto económico respecta ha sido Exodus, de Ridley Scott, el último gran rodaje que ha acogido nuestro país. Con un presupuesto de 43 millones, el paso de Exodus por Almería y Fuerteventura dejó 7 millones en las arcas del Estado en forma de IRPF, IVA y cotizaciones a la Seguridad Social. A esta cifra hay que sumar el gasto en alojamiento, alquiler de vehículos y la contratación de otros servicios. Y sin embargo, así como Hacienda da poco a los productores españoles, da poco a los extranjeros. El porcentaje concreto del 15% de exención para rodajes internacionales es inferior al 25 o 30 % que tienen en otros países de Europa.
La mejora de los incentivos fiscales al cine no sólo supone un aumento de la competitividad de España para captar producciones extranjeras, sino que además pueda servir para construir una alternativa válida a la crisis del audiovisual español. De ahí la discusión que adelantan los productores. No se trata de que los cineastas extranjeros vengan a España, la película se convierta en española pero sólo para gastar "en catering y hoteles”, como dijo Carlos Rosado, presidente de la Spanish Film Commission -organismo que facilita los rodajes internacionales en España.
El ejemplo navarro: la peli y el pueblo temático
Aunque las localidades de Getaria y Zumaia también cedieron su encanto a la película de Emilio Martínez Lázaro, gran parte de los escenarios que aparecen en la historia -la casa de Amaia, la herriko taberna o la plaza del pueblo- fueron rodados en Leitza, un pueblo revolucionado debido al éxito de la que ya es la película española más vista de la historia. Tal es la expectación que ha creado la cinta que, desde todos los rincones de España e incluso algunos del extranjero, muchos turistas visitan estos meses Leitza y el resto de localidades en las que se rodó la película. Incluso hay tours guiados que permiten conocer los rincones en los que suceden las aventuras de Rafa y Amaia.
"Hay días que vienen dos y tres autobuses", afirma María Ángeles Intxaurrondo, la dueña del caserío Aspain-Txiki, la casa de Amaia, interpretada por Clara Lago. Asegura que vienen "miles de personas de todas partes de España y parte del extranjero". Otro de los sorprendidos por el aumento de visitantes en Leitza es el concejal de Ordenación de Monte y Turismo, Juan Mari Barriola, quien percibe que, en general, los habitantes de la localidad han respondido bien a la película y al incremento de turistas.
Otro de los sorprendidos por el aumento de visitantes en Leitza es el concejal de Ordenación de Monte y Turismo, Juan Mari Barriola
"Fue un impacto positivo en el pueblo", señala Barriola, quien no cree que sus paisanos se hayan sentido ofendidos por la imagen que da la cinta de los vascos: "Son tópicos para hacer humor y así hay que tomarlo. Quizás haya alguien que se haya molestado, pero en general no. Hay que saber reírse de uno mismo". Desde el Consistorio perciben un cambio en el tipo de visitante a Leitza: "Nuestro turista más que nada era un turista de naturaleza", pero con la película "lo que nos vienen son familias pequeñas que recorren el pueblo. Se nota que no son tan montañeros".
Este nuevo turismo no ha sustituido, sin embargo, al turismo de naturaleza que sigue llegando a la localidad atraído por otro de sus grandes reclamos, la vía verde del Plazaola, una antigua línea de ferrocarril que unía San Sebastián con Pamplona y que ahora está siendo restaurada para ofrecer a los ciclistas un recorrido en plena naturaleza. Aunque Leitza era una localidad bien conocida por los usuarios del Plazaola, ha sido Ocho apellidos vascos la que ha puesto a esta población en el mapa para la mayoría del público. Según su concejal de Turismo, los leitzarras están contentos de que su pueblo haya sido el marco de esta historia de amor entre vascos y andaluces y no descartan volver a repetir en la segunda parte, que ya ha sido confirmada.