Cultura

12 claves de nuestra fascinación por los Peaky Blinders

El 10 de junio Netflix estrena la sexta y última temporada de la serie, tras dos años de espera, lo que es una buena ocasión para recapitular sobre los motivos por los que nos resulta tan seductora

  • Reparto de Peaky Blinders

Cuando una serie de televisión se cruza en el debate político es que ha logrado convertirse en icono y, quizás, en mito. Ocurrió durante la última campaña electoral en Castilla y León, cuando la indumentaria y el aspecto del grupo de Vox desplazado para apoyar al candidato Juan García Gallardo, con Santiago Abascal y Coco Robatto entre ellos, dio pie a que se los comparara con los ‘Peaky Blinders’, con ánimo denigratorio. La correlación estética estaba un tanto forzada, no iba mucho más allá de las gorras; no tanto el carácter de familia, de piña, que exhibían los hombres de Vox. Pero el disparo llevaba dentro su propio golpe de retroceso: en la última temporada vista hasta ahora, cuando el líder del clan Shelby decide entrar en política lo hace de la mano del partido laborista, en el que, por cierto, surge el germen del fascismo inglés, según los creadores de la serie de la BBC Two. 

La polémica evidencia la estatura referencial de una serie que muestra a la banda de delincuentes más desastrada, disfuncional y violenta de la historia de la televisión (o, como mínimo, una de las que más). Y es así porque las imágenes de ‘Peaky Blinders’ nos mantienen pegados ante la pantalla, fascinados frente a un espectáculo marcado por la desolación, la fatalidad, la crueldad y la tragedia, aunque también por una inagotable esperanza de dejar atrás todo eso. El 10 de junio Netflix estrena en España la sexta y última temporada de la serie, tras dos años de orfandad de sus seguidores acérrimos, y es una buena ocasión para intentar diseccionar las claves de esa perturbadora seducción.

1. Esto es el infierno, amigos

Desde el principio, las calles de Birmingham se nos muestran salpicadas por el fuego de unas llamaradas misteriosas que nunca se justifican narrativamente. Quizás sean las fraguas de algún taller, pero es lo de menos. Lo de más es que nos introducen en un escenario de apariencia infernal. ‘Peaky Blinders’ no es un paseo por el lado salvaje de la vida, sino un descenso a los infiernos en el que la violencia es el billete de acceso. No es un viaje turístico por los bajos fondos, sino una inmersión verdaderamente perturbadora. Son muchos los momentos en los que el espectador está sobrecogido por una violencia que puede ser tanto física como psicológica. 

Peaky Blinders’ no es un paseo por el lado salvaje de la vida, sino un descenso a los infiernos en el que la violencia es el billete de acceso

2. Un mundo sin certeza moral

La otra cara de lo infernal tiene que ver con el emborronamiento entre el bien y el mal. ¿Es el inspector jefe Chester Campbell mejor que aquellos delincuentes que viene a combatir? Él lo cree, desde luego, pero el espectador no le acompaña en su auto percibida superioridad moral. Hay un momento casi divertido en el que Thomas Shelby, el líder del clan, advierte a sus hermanos que hay gente mucho peor que ellos ahí fuera, en el mundo de la política y las instituciones. Habla por experiencia, pues se verá abocado a colaborar con distintos departamentos del Gobierno británico y algunos de ellos resultarán ser más salvajes y crueles que su propia banda. La confusión moral es uno de los grandes temas de nuestro tiempo, como reflejaba también una película como ‘El caballero oscuro’, de Christopher Nolan. Quizás por eso, hay tanta gente que se agarra desesperado a aparentes certezas. Sin embargo, no hay nada parecido a la simpleza moral de lo woke en ‘Peaky Blinders’. La serie nos recuerda que la realidad no es limpia, ni cristalina ni evidente y que, muy a menudo, hay que convivir con lo que detestamos. No hay por qué asumir su fatalismo, pero se agradece su ausencia de ingenuidad naif.  

3. Incluso una familia disfuncional sirve

Los Peaky Blinders son, en primer lugar, una familia. Sólo después, una banda de criminales, un clan y hasta un emporio empresarial. Pero la base de todo es una familia notablemente disfuncional que muy a duras penas podríamos encajar en el molde de las familias “sensatamente imperfectas” de las que habla Gregorio Luri. Es una familia sin padres biológicos en la que Thomas Shelby ejerce el rol paterno y Polly Gray, su prima, el materno. Son las dos mentes pensantes del clan, y, aun así, adictos a todo tipo de excesos, descontrol y desparrame. No digamos nada de los demás, especialmente de un Arthur que parece el prototipo de varón atrapado por una masculinidad desbocada y salvaje. “Tengo un corazón bueno como el tuyo, pero mis manos las maneja el diablo”, le grita a un pobre diablo cuáquero al que ha dado una brutal paliza. Abundan las traiciones involuntarias, y alguna consciente, las meteduras de pata, la desorganización interna, el desastre y hasta el mal rollo y las envidias. Pero, a la postre, la familia es la piedra angular de todos. El clavo ardiendo al que terminan agarrándose. 

4. No hay paz para los canallas

Pese a su crueldad, o quizás por ella -en estos tiempos melifluos los tipos duros pueden ser un motivo de fascinación- nos atrapan los Peaky Blinders. Pero no nos quedan ganas de imitarlos. Esa es la posición moral de la serie: mostrar de forma inmisericorde que no hay paz posible para quienes levantan su imperio sobre la crueldad, el asesinato, la traición y el engaño. Cuanto más ricos son, más grandes son las amenazas y más dolorosos los golpes y las humillaciones. Cuanto más poderosos, más percibimos sus talones de Aquiles, sus fragilidades, sus inconsistencias. En todo momento nos parece que se han metido en algo que les queda grande. Pero, mal que bien, terminan saliendo del paso y esto también nos gusta. Porque están a medio camino entre el criminal y el pícaro ingenioso. Aunque por el camino, dejen en los andenes de su existencia un brutal reguero de cadáveres.

5. El poder es un campo de minas

En una escena de la quinta temporada, sus enemigos siembran de minas una de las tierras de Tommy Shelby. Posiblemente no haya mejor metáfora del poder tal y como se entiende en la serie. Siempre frágil, amenazado y sometido a la traición y el engaño inesperado. Las tramas de ‘Peaky Blinders’ pueden verse como un pequeño manual de aproximación a la cuestión del poder, con una gran primera lección: es más fácil tomarlo que conservarlo. Aunque a veces tienen intuiciones geniales, se nota que a los Shelby les faltan lecturas, muy especialmente la de Maquiavelo. Sostener el poder y la influencia mediante la coacción y la violencia puede funcionar en el corto plazo, pero implica crearse muchos enemigos dispuestos a colaborar con rivales poderosos, como la serie se encargará de demostrar. Cuando se asume la lógica del engaño, toda seguridad es ficticia y provisional.

6. La guerra, como fuente de la furia

El infierno de los Peaky Blinders no comienza en Birmingham sino en las trincheras de Francia, en la Primera Guerra Mundial. Tras pasar por aquello, la vida y la muerte se redefinen y los Shelby se encuentran con una caldera de ira y furia en su interior, y con un tormento de dolor en sus cabezas, que los lleva al consumo desaforado de medicinas, alcohol y drogas, sobre todo la cocaína. Podría decirse que se hacen delincuentes para sacar partido de las taras que les ha provocado la actividad bélica. Esa mezcla de temeridad, locura, desafío y confianza en la cuadrilla, imprescindible para sobrevivir en un conflicto armado, sirve también igualmente para montar una banda de gánsteres. 

7. Y en medio del fango, el ingenio

El nivel de tensión y violencia de la serie no se podría soportar sin algún lenitivo y ‘Peaky Blinders’ ofrece dos de primera clase, aparte de una extraordinaria puesta en escena y recreación histórica: el primero de ellos, el ingenio. ‘Tengo un plan’ es la frase preferida de Thomas Shelby. Y nunca miente. Y si bien fracasa muchas veces, y mete la pata otras tantas, en los momentos clave encuentra el modo de burlar al fracaso, ya sea por sí mismo o con la ayuda de Polly. “Nunca te des por vencido, siempre puede haber una salida” es el lema que lo resumiría. 

8. Una música prodigiosa

La segunda gratificación sensorial la proporciona la música. Si Dante Alighieri hubiera iniciado el viaje de su Divina Comedia en los tiempos actuales se hubiera llevado la banda sonora de ‘Peaky Blinders’ para acompañarle, como mínimo, en las dos primeras etapas de su aventura: el Infierno y el Purgatorio. No sólo ofrece una selección memorable de rock oscuro, desgarrado, intenso e infernal, con algunos alientos de luz y de hermosura, sino que cada tema está donde le corresponde, multiplicando la intensidad emocional del momento y de la escena. Por el camino, canciones, algunas míticas, de Nick Cave, P.J. Harvey, The White Stripes, David Bowie, Johnny Cash, Artic Monkeys, Radiohead, Laura Marling, Anna Calvi, Joy División, Queens of the Stone Age, Savages, Black Sabbath… Los temas lucen esplendorosos junto a las imágenes, pero por sí solos también brindan una experiencia sensorial conmovedora.

9. Nunca se es suficientemente fuerte

Cuanto más poderosos son los Shelby, más frágiles se nos aparecen. No porque dulcifiquen sus costumbres, sino porque su poder y su dinero despiertan la codicia de nuevos rivales. Y nunca se tienen suficientes hombres como para evitar una traición, ni suficientes policías comprados como para protegerse de la acción de la justicia. Al final, y pese a todos sus desaciertos, sólo puedes fiarte de la familia directa y de los que han terminado convirtiéndose en familia también, aunque algo menos. Los demás siempre pueden cambiar de bando.

10. Las clases sociales, al fondo

Los ‘Peaky blinders’ son un clan gitano, del tipo de gitanos ambulantes, gipsy, que viven en carromatos y asociamos con la música cíngara. Lo gitano abre una cierta vía a dimensiones misteriosas, aunque sin abusar. Pero, sobre todo, coloca a los putos Peaky Blinders, como se definen a sí mismos, como gente que viene de abajo, unos tipos que han buscado subirse al ascensor social por medios espurios y no convencionales

En medio de un mundo roto en clases sociales, el mundo de comienzos de siglo XX, los Shelby van a la suya como desclasados, pero enseguida se marcarán como objetivo alcanzar la respetabilidad. El dinero les permitirá acomodarse en la clase alta como empresarios, pero su pasado, y la huella de sus delitos, no les dejará nunca olvidarse de quienes son. Incluso cuando hacen el esfuerzo de refinarse resultan demasiado rudos para el mundo de algodones y convenciones de la burguesía británica. 

Esa rudeza, tan propia del que está pegado al drama de la supervivencia, es uno de los atractivos de una serie que contemplan ciudadanos instalados en una sociedad del bienestar muy lejana al momento histórico que la serie muestra. Y, sin embargo, al mismo tiempo, protagonistas de una época en la que regresa la desconfianza de las clases medias y populares hacia unas élites que perciben como ajenas a sus intereses. 

El lider del partido fascista italiano, Oswald Mosley, junto al protagonista de la serie, Thomas Shelby.

11. Mujeres y hombres, roles y desafíos

Es revelador el interés de la ficción televisiva por las series históricas ambientadas en épocas en las que los roles sociales asociados a los sexos estaban muy marcados, justo lo contrario que en la actualidad. ‘Peaky Blinders’ encaja en esa tendencia, pero con una peculiaridad: al reflejar una familia situada en los márgenes de la respetabilidad, los cánones no son tan estrictos. Las mujeres Shelby son, por encima de todo, miembros del clan, lo que las sitúa por encima de algunas normas. Ellas mismas exploran espacios de poder y de libertad, mientras los varones del grupo parecen abocados a las tareas más brutales y violentas. Los primeros movimientos sufragistas y de emancipación de la mujer aparecen en las temporadas finales como telón de fondo. Y también como fuente de conflicto y tensiones dentro del clan. 

12. Tras el fascismo, ¿qué llegará?

El crack del 29 y la aparición del fascismo en Gran Bretaña fueron los grandes temas históricos de la quinta y última temporada hasta la fecha. La sexta temporada, que se estrena el 10 de junio y que concluye un periplo creativo iniciado en el año 2012, permitirá conocer el desenlace de esta trama histórica y el devenir de la familia Shelby. El grupo de delincuentes real que inspiró la serie terminó sus días en la autodisolución, pero la ficción de la BBC Two se ha tomado tantas licencias sobre la realidad que no conviene realizar demasiadas predicciones. ¿Se consumará la tragedia que ha acompañado a los protagonistas en las cinco temporadas vistas hasta ahora, propinándoles un buen puñado de zarpazos terribles? Lo que está claro es que, si hubiera que apostar, yo no apostaría por un final feliz.

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