La familia unida…
A quien le moleste que San Andrés haga apología de la FAMILIA, así con mayúsculas, mejor que ni se acerque al cine. El guión de Carlton Cuse (Perdidos, Motel Bates) no pierde el tiempo y, de hecho, tiene más sorna de la que parece, pero se toma muy en serio su premisa principal: pese a los problemas lo mejor siempre permanecer juntos y cuídense muy mucho de revolver en lo de los demás. Quizá por eso una vez comienza la catástrofe, y lo hace a los 15 minutos de película (en efecto, en 2015 el suspense ya no existe), a Johnson realmente le coge un congrio salvar la vida de otros y corre al auxilio de su exesposa. O que al único personaje que no pertenece a esa familia y osa ‘usurpar’ el puesto al muscular pater sólo le faltan los dos cuernos y el rabo para parecer peor…
Agárrate a algo sólido
Si alguien puede apuntarse un tanto comercial con San Andrés, ése es Dwayne ‘The Rock’ Johnson. Acostumbrado a participar en grandes películas con repartos corales como la saga Fast & Furious, el exluchador retoma su estrellato en solitario en un filme apoyado únicamente en su presencia y en los aceptables efectos visuales. La jugada no le ha podido salir mejor: la película lleva 416 millones de dólares amasados en la taquilla mundial en el momento de escribir estas líneas, y serán todavía más cuando ustedes las lean. Suya es la mejor frase del anecdótico guión: “Todavía sé hacerte volar...”
Apocalipsis sin muertos
Puede que en San Andrés desaparezcan del mapa Los Angeles y San Francisco (en una jugada bastante inteligente: las réplicas que llegan en diferido de una ciudad a otra permiten prolongar las secuencias de acción hasta el agotamiento) pero en la película apenas se ve un cadáver. Es más, cuando Johnson navega con su motora por las anegadas calles de la ciudad, lo hace entre restos de chatarra y porquerías varias, pero no flota ni un solo cuerpo. Aunque muchos hubiéramos deseado más barbarismo, si quieren introducir a sus chavales en las nunca bien ponderadas virtudes del cine de catástrofes, ésta es su película.
Tsunamis a mí
En uno de los momentos culminantes de San Andrés, Dwayne Johnson y otro personaje sobreviven a un tsunami que arrasa el Golden Gate de San Francisco… en una pequeña Zodiac a motor. Tal muestra de campechanía y carisma sólo puede significar una cosa: que la película de Brad Peyton, que en ningún momento intenta vendernos la moto, es descarada y entrañable. Y sobre todo, que no se toma tan en serio a sí misma tanto como muchos les van a decir.
No sin Alexandra
El descubrimiento de True Detective no fueron las frases oceánicas de McConaughey, sino la mucho más carnal Alexandra Daddario. La actriz aquí hace de hija única y se defiende más o menos bien, y eso nos alegra un montón. Suyo es el mejor plano de la película, uno con mirada de asombro muy ‘spielbergiano’ que Peyton remata con un contraplano a contraluz que es el mejor efecto especial del filme.